Como consignó el sitio web oficial de Estudiantes en referencia a De Marta, “su mayor anécdota se dio en noviembre de 1972, cuando en medio de un partido entre Estudiantes y Huracán el árbitro Washington Mateo cobró penal para el Globo, aunque después se retractó a instancias de uno de sus asistentes y sancionó tiro libre en la puerta del área. En el medio se generó un tumulto con los jugadores albirrojos, que fueron a protestarle al juez la mala decisión. Fue allí, entonces, cuando Mateo se dirigió a De Marta y le mostró la tarjeta roja”.

“Una vez que terminó el partido el árbitro mandó el informe a la Asociación del Fútbol Argentino y, en el mismo, había detallado que el jugador Carlos Alberto De Marta había sido expulsado por insultarlo y, por ende, le cabía una grave sanción. Cuando el mediocampista pincharrata acudió a la casa madre del fútbol argentino para “hablar” de su tarjeta roja, las autoridades del Tribunal de Discplina se dieron cuenta que era imposible que haya insultado al juez”, rememoró el sitio web.

Frente a aquel papelón, la AFA resolvió solo darle una fecha de suspensión a De Marta, pero convalidó una de las expulsiones más insólitas en toda la historia del fútbol argentino.

“De Marta era un volante que llegó a la Primera División de Estudiantes a pesar de su discapacidad, algo que nunca le impidió desarrollarse en el fútbol y en la vida. Además del Pincha jugó en Temperley y Huracán, y es conocido en la ciudad de La Plata por haber participado de los últimos “picaditos” en los terrenos dónde ahora está el estadio Ciudad de La Plata”, recordó la página oficial pincha.

CUANDO “GRITÓ” UN GOL EN EL NACIONAL DE 1975

En un inolvidable partido del Nacional 75, jugando para Temperley, De Marta dejó otra anécdota imborrable. El equipo Celeste goleó a Newell´s Old Boys por 3 a 1. A los 22 minutos el propio “Sordo” De Marta abrió el marcador, corrió descontrolado hacia el costado de la cancha (donde había un periodista de Fútbol de Primera, programa de televisión que grababa los partidos), "agarró el micrófono y, con una dosis enorme de amor por la pelota (que, valga el comentario, todo lo puede), pronunció las dos palabras que no salen de las cuerdas vocales, sino del alma: “Mamá… ¡Gol!”, según rememora la gente de SBEN Amor por el Fútbol.

“El Sordo”, recordado con mucho cariño por quienes compartieron con él su paso por esta Ciudad, luego jugó en Los Andes, Temperley, Belgrano y Huracán. Sus últimos años como deportista jugó para Cipolletti, Argentino de Quilmes y Defensores de Cambaceres.