El sistema educativo de la ciudad de La Plata es el segundo en importancia en la provincia de Buenos Aires, detrás de La Matanza. Con 834 servicios educativos, cerca de 214.000 alumnos, de los cuales el 65 % asiste a establecimientos públicos. Si bien estos guarismos nos indican todavía la importancia de la educación estatal, la educación privada crece, como lo manifiesta los índices de cobertura para los niños que se inician en el sistema. Hoy en día más del 45 % de la educación inicial (jardines de infantes y maternales) es privada. Pero si avanzamos algo más en el estudio de la distribución de la matricula, tenemos que ser más pesimistas. La ciudad cuenta sólo con 9 escuelas técnicas, la última fundada en los años 70, cuando la revolución tecnológica ni asomaba en la región. A pesar de contar con el cordón flori-fruti hortícola más importante de la provincia, tenemos sólo una escuela de modalidad agraria, en Abasto, sobre la ruta 36. El déficit de infraestructura escolar es crónico; aulas cuyos techos filtran la lluvia, problemas de calefacción, ausencia en muchas de ellas de campos de deportes para hacer prácticas en educación física, falta de aulas para la cobertura en las salas de 4 y 5 años del nivel inicial y una inseguridad que asola a los alumnos, como es el caso del Colegio Nacional, con el robo de celulares y mochilas. Pero hay un dato más crítico y que muchas veces suele pasar desapercibido. Las escuelas estatales que cuentan con el servicio de desayuno y comedor dentro del horario escolar, pierden 45 minutos de clase por día, es decir, 150 horas al año. Esto implica casi dos meses a lo largo del ciclo escolar. Si miramos todavía más cerca lo que pasa dentro del aula, los datos no son mejores. La sobreedad en primaria alcanza al 18% de los alumnos y en secundaria este guarismo trepa al 50%. El 24 % de los alumnos de la secundaria estatal abandonan en 4 año y todos los docentes observan preocupados el incremento de la violencia intramuros, como con las familias que han decidió romper el contrato de colaboración tácito entre ambos. Para terminar esta descripción para nada alentadora, el problema que tenemos es que estos resultados surgen a pesar del aumento de la inversión educativa lograda con la sanción, en 2005, de la ley de “financiamiento educativo” que implicó haber logrado la inversión del 6% de PBI en educación en el año 2010. El dato fundamental en este punto es el incumplimiento de unos de los objetivos primordiales de aquella ley: alcanzar la cobertura del 30% de la doble escolaridad para el nivel primario. En nuestra ciudad, contamos sólo con 14 escuelas en esas condiciones. Menos del 4%. A dónde fue esta plata, por qué no redundó en mejoras de la calidad educativa, estas son las preguntas que nos hacemos todos. Lamentamos que en el reciente informe del gobierno nacional, de título pomposo, “El Estado del Estado”, no se encuentren respuestas. Es difícil que esto sea así en un gobierno que decidió dedicarle solo 4 carillas a este ítem. Nosotros creemos que es imposible pretender resultados distintos si seguimos haciendo lo mismo. De ahí que nos parece prioritario desarrollar nuevos instrumentos. Uno de esos instrumentos es la participación activa de los municipios en el control de calidad de los procesos educativos y el desarrollo de estrategias que mejoren las condiciones de funcionamiento de la escuela. Para eso, a partir del trabajo del Observatorio de Calidad Educativa de la Plata, proponemos un programa de acciones tendientes a encarar iniciativas en tres áreas: calidad de los aprendizajes, prospectiva educativa y campo laboral. Para el primer ítem proponemos la creación de un Programa de Tutorias Municipales con becas para que estudiantes avanzados de la universidad realicen tareas de apoyo escolar en centros de fomento, clubes de barrio y parroquias. La segunda iniciativa es poner en marcha un Plan de creación de jardines maternales municipales (Centros de Atención de la Primera Infancia), uno por cada localidad, para la atención de niños y niñas de entre 45 días y 2 años. Por último, pensamos que es importante atender la cuestión laboral. Para eso proponemos un Programa de fortalecimiento de las competencias laborales para estudiantes del último ciclo del secundario a partir de los 16 años. ¿Cómo se financian estas acciones? Con el Fondo Educativo que el municipio recibe del gobierno nacional: cerca de 120 millones de pesos anuales. En educación no existe el corto plazo. La escuela siempre es porvenir. Porque educar es imaginar el futuro. Y el futuro siempre es hoy.