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Información General | 25 jun 2016

Para reducir los rechazos

Ingenieros de la UNLP trabajan para mejorar el material de los implantes dentales

Un grupo de investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNLP busca que los implantes dentales sean más compatibles y se adapten con mayor rapidez al organismo, uno de los principales problemas que afectan a los pacientes que necesitan estos tratamientos odontológicos.


Los implantes en el cuerpo muchas veces acarrean problemas de salud, por ejemplo cuando el organismo los rechaza. Un grupo de investigadores del Laboratorio de Investigaciones de Metalurgia Física (LIMF) del Departamento de Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ingeniería de la UNLP, trabaja para mitigar estos efectos en los implantes dentales de titanio.

Bajo esa consigna, el LIMF se propone optimizar los procesos de osteointegración de los implantes dentales de titanio mediante recubrimientos superficiales sobre este metal, denominados bioactivos. El propósito es que mejoren la interacción con el medio biológico y de ese modo faciliten la biointegración, es decir, la unión al hueso del cuerpo humano.

El ingeniero Pablo Bilmes, codirector del proyecto, junto al ingeniero Carlos Llorente, explicó: “Es muy común cuando se hace un implante, esperar un tiempo de entre 3 y 6 meses a partir de esa aplicación para que ocurran los mecanismos que tienen que ver con la generación de tejido óseo y la fijación del implante, biológica y mecánicamente, lo que se conoce como osteointegración”.

En esa línea, explicó que la odontología y la ingeniería buscan acortar los tiempos de esta fase. “Para lograrlo, investigamos las características que tienen los recubrimientos de titanio y cómo dotarlos de las mejores aptitudes para mejorar en tiempo y forma esa respuesta biológica”, precisó y agregó que una de la maneras de conseguirlo “es generar sobre el titanio recubrimientos superficiales bioactivos, para optimizar la interacción con el medio biológico”.

La investigación forma parte de un proyecto interdisciplinario en conjunto con una empresa nacional de dispositivos médicos que ya comercializa los productos. El resto del equipo de trabajo está compuesto por tres investigadores en formación y tres becarios. Por parte de la compañía, participan dos odontólogos, un biólogo y dos ingenieros.

Cabe aclarar que el titanio es un metal biocompatible y resistente a la corrosión debido al fenómeno de pasivación que ocurre cuando se lo expone al aire (se forma una fina capa de óxido de titanio que lo recubre). Esta capa es bioinerte, por lo que no permite tener una interacción con el medio biológico más efectiva que si tuviera un recubrimiento bioactivo.

“Cuando se logra un recubrimiento de este tipo, rico en calcio y fósforo, el mismo puede interaccionar rápidamente con el tejido óseo, ya que este lo reconoce como parte de él, porque los óxidos de titanio poco tienen que ver con las características constitutivas de ese tejido”, sostuvo el investigador.

En ese contexto, agregó: “El tejido óseo lo podemos ver como un material compuesto, constituido por una fase mayoritaria de tipo orgánica polimérica (un colágeno) y otra fase mineral (una biocerámica de fosfatos de calcio). Se trata de un material compuesto polímero-cerámico”.

A pesar de que el implante de titanio sea un metal biocompatible, no deja de ser un metal, que nada tiene que ver con el cuerpo humano. “En la medida que podamos desarrollar recubrimientos bioactivos sobre metales y aleaciones biocompatibles, el titanio no es el único, se obtendrán materiales implantables más similares a los que constituyen el hueso. De alguna manera se trata de “engañar” a los fluidos y tejidos humanos para que reconozcan que van a interactuar con una superficie que tiene características constitutivas análogas”, detalló Bilmes.

Por último, el ingeniero afirmó que desde el LIMF no sólo se trabaja en tareas de docencia e investigación, sino en asesoramiento y capacitación ya que “el tema biomateriales en implantes no es algo que los odontólogos y médicos estudien en la carrera de grado”.

“Es común encontrar que recién en las residencias tengan algún conocimiento en cuanto a toda la tecnología de implantes, que muchas veces les llegan por las empresas que las comercializan lo cual es muy peligroso y tendencioso. Entonces en función de ellos, hemos tejido vínculos con la sociedad, como el caso de médicos de hospitales públicos, quienes se han acercado para buscar respuesta a esa necesidad en la formación de posgrado en traumatología y ortopedia”, concluyó.

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