Las usurpaciones de terrenos privados o públicos en esta región, y en toda la Argentina, son un problema social, económico y legal que forma parte de un conjunto de deudas del Estado que tienen larga data: la ausencia de control en la regulación del uso del suelo, la expansión urbana gobernada por la lógica del mercado, y otras aristas que bien valdría la pena analizar en una nota especial sobre el tema.

La zona oeste de La Plata es, desde hace muchos años, una suerte de maqueta, o de muestra en pequeña escala, de la utilización voraz y despiadada del mercadeo cuasilegal (ilegal, en rigor) de lotes para familias de bajos recursos. También es un sector del distrito en el que conviven actividades productivas con ocupaciones y negocios inmobiliarios de toda índole. La salida asfaltada por las avenidas 520 y 532 desde Melchor Romero, Abasto, y otros barrios a la ruta 36, aumentó el interés por la comercialización de lotes para familias de bajos recursos, que los adquieren en forma completamente formal (a través de una escritura), o de manera más informal (adquiriendo sólo la posesión, con algún título imperfecto).

En ese contexto, durante el año 2013 se realizó una venta de cuatro manzanas (ubicadas en 526 entre 159 y 160) por un valor 600 mil pesos a una sociedad anónima integrada, entre otros, por Alejandro Rodríguez, el hombre que apareció ayer como denunciante en Telenoche Investiga. Rodríguez dice, palabras más, palabras menos: “Usurparon mi propiedad y venden los lotes a 15 mil pesos, por Facebook”. Y el canal “empuja” la investigación en dirección del diputado Gustavo Di Marzio, del Movimiento Evita, que había presentado un proyecto de expropiación de la propiedad que supuestamente pertenece al denunciante Rodríguez.

Telenoche titula, entonces, que hay connivencia, por un lado, entre la persona que vendía por Facebook uno o más lotes del predio, y por el otro, el diputado que presentó el proyecto de expropiación del terreno para que se regularice la situación de los ocupantes.

Vale aclarar: cuando el Estado expropia un lote, una empresa, o lo que sea, no lo está confiscando, es decir, apropiándoselo en forma arbitraria. Lo que hace es comprarlo a valor de mercado, con un objetivo social o económico, por un precio que debe establecer la Justicia.

Dicho de otro modo: aparece un informe televisivo que vincula el pedido de expropiación con la venta de unos lotes del predio. Hay cosas que en Blanco sobre Negro ya sabíamos, y otras que averiguamos en las últimas horas:

1) Según se informó, los lotes fueron adquiridos en 2013 por una S.A. que integra Alejandro Rodríguez, el hombre que aparece como la víctima en el informe de TV.

2) Rodríguez asegura ser perjudicado por una maniobra de sectores políticos y menciona, además, al juez César Melazo como cómplice (por haber desistido de desalojar a los ocupantes hace tres meses a la espera de que se tratara el proyecto de expropiación que había presentado Di Marzio).

3) Curioso: el “denunciante” de TN es ampliamente conocido por diversos sectores políticos. Fuentes de dos partidos distintos repersentados en la Legislatura bonaerense confirmaron a este portal que Rodríguez merodeaba oficinas de diputados y de senadores a la espera de recibir algún contrato. Curioso: en 2013 supuestamente compró con “socios” un lote de 600 mil pesos pero anduvo ´pidiendo, según era vox populi esta tarde en 7 y 51, algún conchabo como asesor, o lo que fuere.

4) El informe fue mencionado por un cronista de radio Mitre para el próximo programa de Jorge Lanata, en el marco de una investigación que iba a difundirse el domingo. Incluso quien escribe esta nota fue consultada por colegas porteños por el caso que ahora se judicializó, en particular sobre el trabajo político y social que desarrolla el Movimiento Evita y la CTEP en esa zona. Parece que el informe se “adelantó”, no hubo paciencia o fue mejor presentarlo el día en el que las organizaciones sociales (entre ellas la CCC, Barrios de Pie, y las mencionadas CTEP y Movimiento Evita) se reunieron con la flamante CGT.

5) Esta hipótesis fue creciendo con el correr de las horas entre miembros del poder judicial bonaerense, pero no porque el diputado del Movimiento Evita fuese tema de debate en Tribunales, sino por el destino del juez Melazo. La versión mediática no tiene vasos comunicantes entre diversas subtramas y pone como actor principal a un socio de una S.A. cuya denuncia de usurpación fue realizada por otra persona, que por alguna razón se esforzó en realizar el trámite judicial pero esquivó aparecer en la denuncia telepolítica.

6) La hipótesis conspirativa mencionada en el apartado 4, fue conversada con dirigentes sindicales de la región. Todos advierten que es la más plausible, la mejor disimulada. La foto de la CGT junto a referentes de los movimientos sociales provocó, confirmaron en ámbitos gremiales, un profundo malestar en el gobierno. Allí, en Cambiemos, hay un temor atávico al desborde social, y sindican al ultracristinismo como un peligro para la gobernabilidad. Pero en rigor, la causa de todos los miedos es la posibilidad de que el movimiento obrero rompa la frágil tregua abonada por un compromiso del gobierno de devolver a los sindicatos lo que el Estado debe en prestaciones en salud a las obras sociales. Es decir: lo que realmente enciende la histeria oficial es una CGT unificada que articule con los sectores que ganan la calle en serio . En ese cuadro no están las valijas de López para empañar lo que se ve: descontento social creciente y un negro panorama electoral de cara al próximo año.

7) Cualquier desprevenido telespectador puede creer que el informe apuntaba a echar luz sobre maniobras inmobiliarias de naturaleza ilegal, pero lo que se ve claramente es una persistente y desproporcionada cantidad de planos que detallan al logo del movimiento que dirige Emilio Pérsico. Nadie come mocos en tiempos donde gobierna la telepolítica y la denuncia en sede televisiva desplaza la denuncia en sede judicial. Por lo menos en la opinión pública.

Dicho esto, sería bueno resaltar que, en opinión de quien firma esta nota, denunciar ilícitos generalmente resulta un aporte, aunque luego no prospere la acusación, o la Justicia no haga justicia. Pero también es imposible descontextualizar el papel del noticiero que es utilizado como nave insignia por el pool de medios más poderoso de este país y uno de los más potentes de América Latina.

Sobre el señor Rodríguez seguirá pesando una mirada desconfiada, tanto como en la causa abierta en la Justicia como por los medios de prensa que continúen cubriendo el caso. Ya en su cuenta de Facebook eliminó las fotografías en las que sonreía junto a Eduardo Duhalde y un variado cóctel de dirigentes partidarios. Las fotos que dejó, no obstante, ponen en claro que es un militante político, o un hombre cercano a la política o a algún sector partidario.

Cuando ocurren “informes” viciados de vaguedades y en los que se consigna información incorrecta por falsa o por parcial, incompleta, que a todas luces se perciben como “operaciones”, es aconsejable analizar, primero, los datos duros, la información precisa y verificable que se consigna. En segundo lugar, ver cómo se presenta la info: qué imágenes predominan en la edición, qué se martilla como concepto, cuál es la fuente, y todo lo que tiene que ver con las formas. Y, en tercer lugar debe tenerse en cuenta que cuando una empresa periodística del volumen que tiene Clarín (como grupo de medios) en la mayoría de los casos hay objetivos políticos. El viejo dirigente radical Chacho Jaroslavsky lo dijo así: “Clarín ataca como partido político y se defiende con la libertad de prensa”

El gobierno nacional atraviesa la etapa más dura de su gestión. Todos los indicadores lo corroboran: mala ponderación en las encuestas, graves problemas en todas las variables de la economía, y, para colmo, el peronismo que empieza a recuperar su vigor como fuerza opositora.

Ese cuadro es el que -tanto en tribunales como en la política local – toman los actores más importantes para explicar este nuevo souvenir que la telepolítica llevó ayer hasta cada hogar. Ya no alcanzan las promesas de algún paraíso inminente, sólo quedan pequeños relatos ficcionales de una realidad que cae como piedras desde el cielo.