A sólo una hora de la Ciudad, comienza a respirarse el aire fresco de un distrito privilegiado, con uno de los más grandes reservorios de agua dulce: el sistema de lagunas encadenadas, que comienza con el lago Vitel y desemboca en el río Salado. La mayoría de los turistas, sin embargo, eligen visitar la laguna de 34km de extensión que lleva el nombre de la ciudad.

Alrededor de la laguna de Chascomús confluye la Historia de una ciudad más viva que nunca: el Museo Pampeano, la Capilla de los Negros, la réplica del Fuerte San Juan Bautista y el monumento y casa de Raúl Alfonsín, ícono político del retorno de la democracia.

Bordeando el agua dulce y partiendo desde la costanera, los turistas podrán conocer los clubes de pesca y recorrer las cabañas, campings y alojamientos que proliferan cada vez más en la ciudad. Dando la vuelta a la laguna, los paladares se hacen agua y es inevitable visitar locales gastronómicos de renombre en la región: medialunas de Atalaya, rabas en el Restaurant Náutico o algún asado en Colonial son un menú casi imprescindible.

Para los adeptos de la pesca, hay pocos lugares que se le comparen; Puente Girado ofrece un emblemático rincón donde muerden la carnada desde pejerreyes hasta lisas, carpas y bagres. Y para quienes son seguidores del arte y los recorridos, Chascomús también cuenta con una Banda de música Municipal, City Tours y cabalgatas para toda la familia.

Sin dudas este verano, quienes no aspiren al trajín usual de la Costa Atlántica tienen una multifacética ciudad esperando ser descubierta.