Por Emmanuel Polo

Las fuerza de nuestros vecinos es mucho más grande que las tragedias que nos pasan, es el antídoto que encontramos ante tanta injusticia que nos rodea. Los Hornos siempre fue un barrio de gente humilde y luchadora, de clase trabajadora que le pone el hombro soñando con estar mejor cada día. Esta actitud pujante siempre fue difícil de reconocer por algunos Platenses, especialmente por quienes ocupaban puestos de responsabilidad política, de alguna forma siempre encontraron la manera de acordarse de nuestros 100.000 habitantes para el voto y olvidarnos de forma amnésica para cumplir sus obligaciones.

El histórico descarte al que nos tienen acostumbrados no hace más que doler intensamente, es una herida que es difícil de cerrar. Es muy triste saber que uno lleva casi toda una vida poniéndose botas cada vez que cae una gota, pensando cuanto más se va tener que trabajar el próximo mes para recuperar lo que te lleva una noche de temporal.

Esta tormenta ha desnudado nuevamente: la inoperancia que todos conocemos, las promesas de obras que no se cumplen y la necesidad que tenemos de hacernos cargo. Dicen que uno conoce a la gente estando con ellos que no hay que sacar conclusiones de los pensamientos sino de los hechos y hoy lo puedo hacer. Mientras muchos se mataban por correr una rama y otros se desesperaban por excusarse, miles de vecinos estábamos recogiendo la miseria a la que nos someten.

Por eso estamos impotentes y cansados; no nos equivocamos cuando pedimos mejores calles, alumbrado de verdad, un servicio de agua digno, seguridad para nuestras familias y luz para nuestras casas; nos equivocamos cuando pensamos que los de siempre lo pueden solucionar, tenemos que entender que NOSOTROS SOMOS LA OPCIÓN para hacer que las cosas mejoren. En nuestra decisión y acción esta la transformación que buscamos.