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Información General | 7 abr 2017

"Fue en un lugar céntrico como 8 y 48"

Un platense que vivió en Suecia analiza el atentado que conmueve a toda Europa

Gustavo Melillo vivió muchos años en Suecia, y hace unos meses regresó a ese país como turista. Tiene gran cantidad de amigos que se quedaron en el país escandinavo, que esta mañana sufrió un feroz atentado que sacudió los titulares de los diarios en todo el mundo. En diálogo con este portal expresó algunas consideraciones que ayudan a comprender mejor el fenómeno que rodea la emergencia de terroristas islámicos, y adelantó cómo puede afectar a la comunidad latinoamericana la ola de xenofobia que se fortalece tras cada ataque en el Viejo Continente.


Lo primero que señaló a Blanco sobre Negro Gustavo Melillo fue que la zona donde se produjo el atentado es “un punto central, neurálgico” de Estocolmo.

“Yo lo compararía con la zona de la Avenida 9 de Julio y Corrientes, porque por ese lugar se entrecruzan varias líneas de subterráneos, y suele ser un punto de trasbordo muy transitado”, subrayó.

Además, Melillo narró a este portal el duro momento que debieron atravesar amigos suyos que tienen familiares que trabajan cerca de donde se produjeron los crímenes. “Lo peor, en estos casos, es que por razones comprensibles, la red telefónica queda fuera de servicio, y hubo que esperar largas horas para tener la certeza de que todos nuestros conocidos estuvieran a salvo”, explicó el vecino platense que vivió en Suecia cuando debió exiliarse por razones políticas, y también en los años 90. En 2016 volvió a viajar allí y mantiene un fluido contacto con varios argentinos que nunca regresaron del exilio.

Lo que advierte Melillo es que “va a haber, sin dudas, una reacción hacia la comunidad islámica, como en cada país europeo en los que se produjeron otros atentados”. Para peor, según el entrevistado, “en Suecia hay un grado inferior de integración de las comunidades musulmanas que en países como en Francia. La última vez que viajé quedé perplejo al ver que en los barrios populares donde habita la comunidad islámica se habla otro idioma que el sueco. Una especie de lunfardo que surgió de la cruza de culturas muy diversas que en occidente clasificamos como ‘islámicas’ o ‘musulmanas’, pero que encierran una diversidad importante hacia el interior de cada grupo social, y expresa un fracaso absoluto del Estado”.

Como ejemplo, Melillo mencionó: “La policía, la educación y la salud son los únicos vínculos de esa comunidad con el Estado sueco. Es a través de algunos organismos públicos que esas familias migrantes se vinculan con el país, no por medio de lazos sociales o comunitarios. Esa brecha va in crescendo, y produce efectos desintegradores que hacen que emerjan sujetos como el que hoy embistió a varias personas en una calle peatonal”.

Por otra parte, el entrevistado señaló que la sociedad sueca es “bastante informada” en comparación con otros países europeos, y destacó el rol equilibrador del estado a través de la historia reciente. “Por eso los latinoamericanos somos vistos de una manera más ‘amable’ que la comunidad islámica. Para que se imaginen, en plena calle es muy común ver algún joven con turbante. La vestimenta y la religión, en esos casos, constituyen un factor que los aleja del resto de los suecos. Los migrantes de países latinoamericanos comparten las costumbres occidentalizadas de la Europa moderna, y eso permite que haya una convivencia mejor, e incluso una mirada más integradora del resto de la sociedad”, concluyó.

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