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Información General | 25 dic 2013

Canasta navideña

Por el calor y el mal sabor, sube el precio del agua y ya cuesta lo mismo que la sidra

En épocas festivas de fin de año la canasta navideña es el centro de atención de medios y consumidores, aunque en esta ocasión hay otra estrella en las góndolas: el agua


Que el agua potable es el oro en polvo de este siglo no es para nada una novedad, aunque cierto es que la escasez forma parte del imaginario a largo plazo y el problema no se visibiliza como cercano ni mucho menos contemporáneo.

En medio de una crisis energética que tuvo a muchos bonaerenses en la vereda o a la luz de las velas, la falta de agua también se hizo sentir ya que, en casos en que se utilizan bombas o cisternas, muchos hogares la padecieron durante días enteros, y otros continúan sin poder bañarse, limpiar o lavar los alimentos.

Pero la crisis del agua no está sólo en su distribución, sino también en la calidad y condiciones sanitarias en que llega a los hogares. Cada vez son más las denuncias por malos olores y sedimentos encontrados al abrir la canilla. En algunos casos, principalmente en barrios aledaños a polos industriales, no puede reservarse ni guardarse en una botella para consumir luego ni refrigerar; su estado obliga al consumo inmediato y el tiempo apremia antes de que se convierta en una sustancia gris de la cual no es difícil desconfiar.

En este contexto, las empresas distribuidoras de agua mineral purificada han incrementado su producción y redes de distribución y es un negocio que crece sin descansos. Conseguir un dispenser por estos días es una titánica tarea muchas veces sin suerte y el precio de los botellones sube en relación a estas causas. Los purificadores de agua también son una opción para poder consumir directo de la canilla, y las familias invierten alrededor de 2.500 pesos en cada uno de estos, cuya demanda en la región está focalizada en Berisso, Ensenda y el centro platense.

Esta navidad, si la canasta incluye agua o sidra no hay en absoluto ninguna diferencia: en las góndolas, la sidra “La Victoria” está etiquetada a 17 pesos, exactamente lo mismo que cuesta en muchos comercios el litro de agua.

Para peor, en las grandes ciudades la circulación del agua requiere de un buen servicio de energía eléctrica, que no es precisamente lo que está asegurado en medio de las olas de calor, y en barrios privados o zonas de quintas empieza la temporada de piletas, con lo que los tanques se secan más rápidamente que lo habitual y pasan varias horas antes de que vuelvan a llenarse.

La paradoja de este entramado de ríos entubados es que se trata de un servicio brindado por una empresa en su mayoría en manos del Estado, cuya calidad debería realmente preocupar, a una década de su estatización. Son 600 mil las familias abastecidas por esta empresa aunque cada vez más hogares incluyen en sus gastos mensuales el agua embotellada, con lo que puede decirse que lentamente y con otras formas, el agua está regresando a su privatización y la distribución estatal deberá rever su funcionamiento y atender a los reclamos de usuarios que también son cada vez más frecuentes.

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