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Información General | 16 abr 2017

Aumentos del 40 al 50 por ciento

El frío castiga y el precio de las garrafas no tiene techo en la región

Si existe un bien de consumo masivo para los sectores de menores ingresos, es la garrafa. Su utilización como medio de calefacción ha ido cediendo ante las fuertes subas que viene registrando año tras año. En la última década, su valor se multiplicó de tal manera que ante los recientes tarifazos en todos los servicios públicos, el Gobierno lanzó una medida para contener el precio de cada unidad: el Programa Hogar.


En esta región, como en casi todo el territorio bonaerense, el Programa Hogar es tan sólo un apartado en la página de la ANSES. Casi ningún vecino de bajos ingresos lo logra utilizar.

Entre los requisitos para solicitar la garrafa que se encuentra contemplada dentro del Programa Hogar se detallaron: “la vivienda no debe contar con ninguna conexión de gas natural” y “los beneficiarios deben contar con dos veces el importe del Salario Mínimo, Vital y Móvil”. Además, “aquellas familias que tienen un miembro con discapacidad deben contar con un certificado médico para lograr acceder a esta tarifa social”.

La forma de cobro es únicamente por depósito bancario o pago en efectivo por Correo Argentino. El monto del pago de la garrafa social se realiza en forma mensual. Es recomendable que se elija como forma de pago por cuenta bancaria para lograr acceder a la devolución del IVA en la compra de alimentos. Complicado, trabajoso, costoso y poco accesible.

La realidad

Lo cierto es que hay muy pocos puntos de venta en la Región que provean la garrafa a precio subsidiado por el programa al que hicimos referencia. Y por lo general se vende una cantidad insuficiente de unidades por día, así que muchos clientes o usuarios no llegan a tiempo para comprarla, a menos que concurra muy temprano al punto de comercialización.

En el barrio Mosconi de Ensenada, por ejemplo, cada garrafa se vendía hasta la semana pasada a 95 pesos. Hoy, en el mismo lugar no se consigue por menos de 135, y hay que acercarse hasta el lugar, no se recibe a domicilio. Es en un punto de los pocos en los que se consigue gas subsidiado, y sólo para los que se inscribieron en el Programa.

Así que cualquier usuario de pocos ingresos y sin movilidad difícilmente tenga la suerte de comprar en el centro de distribución más próximo a su domicilio, a menos que logre llevar el envase y volver a su casa soportando el peso de cada unidad.

En los comercios minoristas los propietarios fueron sorprendidos por el nuevo aumento. Una almacenera de Ringuelet confesó a Blanco sobre Negro que hace “todo el esfuerzo posible” por mantener el precio, pero que las distribuidoras “no paran de remarcar”.

En la zona de 520 entre 1 y 13, la mayor empresa minorista, que hace entrega a domicilio, es Ruti Gas. Hasta la semana pasada vendía cada garrafa al precio de 100 pesos. Ahora, quienes reciben el producto a domicilio deben abonar el doble, o sea, 200 pesos.

En Punta Lara, donde amplios sectores no cuentan con gas natural, los precios varían entre los 200 y los 250 pesos. Un comercio de la zona de Boca Cerrada que el lunes pasado ofrecía garrafas al valor de 165 pesos, el viernes la vendía a 220.

En Abasto no se consigue gas envasado por menos de 200 pesos la garrafa. Lo mismo hemos podido comprobar en casi todas las localidades de la zona oeste de La Plata. Pero lo llamativo también es la dispersión de precios: a pocas cuadras de distancia puede conseguirse cada unidad con valores muy diferentes entre sí.

Esto tiene que ver con la ausencia de una política efectiva de precios de parte del gobierno. No hay valores de referencia, ni suficientes centros de distribución para los beneficiarios de la tarifa social. Tampoco es simple el trámite para inscribirse como beneficiario del programa Hogar. Y es sabido que cuanto más complejo es el acceso a un programa, menos lo utiliza la población,en cualquier nivel o estrato social. No se observa una ambiciosa política de la secretaría de Energía a cargo de Jorge de Mendiguren para que en todas las familias de pocos recursos se puedan consumir garrafas subsidiadas. Y aunque alguien lograra comprar alguna, lo que paga es un valor que no se corresponde con el nivel de ingresos de la población en situación de necesitarla.

El otoño ya trajo el frío húmedo de todo los años, y miles, o decenas de miles de familias necesitan gas envasado para sobrevivir. Podría pensarse que el precio de las garrafas quedó libradas al juego libre de la oferta y la demanda, algo que ya sería un escándalo, por tratarse de un servicio público esencial. Es peor, porque la cartelización de las distribuidoras de la región puso un piso que nadie, ni Aranguren, podría perforar aunque recorriera los cientos de kilómetros que abarca esta Región.

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