jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº -1940

Información General | 14 may 2017

Entrevista a Estela Díaz

“Erradicar las desigualdades de género contribuye a erradicar desigualdades socio-económicas en general"

Nacida en la ciudad de La Plata, Estela Díaz es una clara representante del feminismo en Argentina. Secretaria de Género de la Central de Trabajadores Argentinos y una de las fundadoras del Comité por la Libertad de Milagro Sala. En esta entrevista nos invita a reflexionar acerca de la articulación del feminismo y el movimiento de mujeres con el sindicalismo, los grandes avances que en derechos han tenido las mujeres hasta el 2015, y los desafíos en una etapa de resurgimiento de la derecha en nuestro país.


Por Silvina Perugino

Fotos: José Francisco Ruiz

El feminismo y el movimiento de mujeres en Argentina están dando una gran batalla en las organizaciones, y específicamente en el sindicalismo, ¿Ha sido suficiente para erradicar el machismo en esos ámbitos?

Las organizaciones políticas, sociales, sindicales, todavía son machistas, se ha cambiado mucho, pero una cultura en la que la institucionalidad y la organización están más estructuradas para un funcionamiento masculino, es algo que todavía a pesar de las transformaciones de las últimas décadas sigue presente, más en el sindicalismo, en el sentido que cuesta la visibilidad pública.

Es decir, si bien la transformación se viene dando en el sindicalismo como en otros espacios de la política, los medios de comunicación reflejan sólo a las cúpulas, entonces todo otro fenómeno que está pasando en el movimiento sindical no está en los medios masivos de comunicación. De esta manera la verticalidad junto con la lógica hegemónica de comunicación juega para invisibilizar la presencia de mujeres trabajadoras sindicalistas y de jóvenes también. Ahí entonces hay una correlación entre mundo del trabajo, un ámbito que estructuralmente sigue sosteniendo fuertes discriminaciones para las mujeres, y la organización de ese mundo, que es el movimiento sindical.

En el último tiempo ha habido avances…

En el período kirchnerista de 2003 al 2015, el empleo formal creció en más de tres millones de puestos de trabajo, los sindicatos en algunos casos hasta triplicaron la afiliación y tal vez más, y en el último tiempo se comenzó a implementar en los sindicatos de base el cupo sindical sancionado en 2002 y reglamentado en 2003.

Esto trajo una renovación en las conducciones con más presencia de jóvenes y mujeres, ahí empieza a aparecer, -y lo vemos en muchos espacios, en sindicatos de la CTA, también en la Corriente Sindical Federal, en la CGT y en sindicatos de otros tipos de agrupamientos -, jóvenes y mujeres que ponen a debatir en la agenda sindical, con mucha más naturalidad, temas de género. Las licencias por violencia de género, por paternidad, las responsabilidades compartidas, esa es una transformación que se puede encontrar a lo largo y a lo ancho del país pero no es del todo visible, ni para los canales, ni para los micrófonos de los escenarios.

¿Estas cuestiones son más visibles en la política?

En la política se plantea de manera diferente. Allí en 1991 se aprobó la ley de cupo -pionera en ese entonces -, y hoy ya estamos discutiendo la paridad,esto hizo que en todos los partidos aparecieran mujeres líderes hasta el punto que llegamos a tener una mujer presidenta electa, reelecta y sus oponentes, principales también sean mujeres.

Creo que uno de los logros de la derecha cuando construye la alianza Cambiemos es plantear liderazgos de mujeres, ellos supieron leer esto -algo que desde el espacio Nacional y Popular se subestimó -, como parte de una disputa presente en la sociedad.

El movimiento de mujeres -que es histórico – desde el 2015 viene protagonizando movilizaciones de carácter masivo y una interpelación a la sociedad y a las organizaciones por la violencia, pero también por la desigualdad como factor que hay que modificar para erradicar la violencia contra las mujeres. Sin embargo en el espacio nacional y popular en el 2015 esto no se tomó en cuenta, -pensemos en todas las figuras que participaron como candidatos eran varones -, sin embargo lo explotó muy bien Cambiemos, llevando candidatas mujeres, a la par que son muy conservadores, para la sociedad y para las mujeres.

Cambiemos propone que al poder llegue determinado tipo de mujeres…

Mujeres que muestran una cara muy conservadora, su discurso es conservador, su aspecto también y apelan además a esos valores y el extremo es en la vuelta de la primera dama como figura presidencial, haciendo una contra figura de sí misma y de la familia. Ellos son una familia ensamblada pero se presentan como una familia nuclear sólo con una hija, invisibilizando los hijos de las otras parejas. Esto es parte de un modelo que necesita ser conservador porque el sindicalismo como las mujeres somos en Argentina quienes venimos poniendo en jaque a Cambiemos. No retrocedimos más en muchos planos en esta sociedad por la gigantesca capacidad de respuesta de movilización de estos dos grandes actores sociales y políticos. Ellos saben el lugar de transformación, de lucha, de pelea y entonces necesitan una mujer, amoldada, domesticada, sumisa, por más que tengan incluso mujeres en lugares de decisiones para decirnos que debemos quedarnos en casa a cuidar a los niños.

¿Cómo analizás el paro internacional de mujeres del 8 de marzo pasado?

Fue muy interesante el fenómeno que produjo la convocatoria a un paro de las mujeres para el 8 de marzo, por varias cuestiones, una por luchar contra el intento de frivolización del Día Internacional de la Mujer, y el otro por poner en eje el trabajo de las mujeres complejizando el tema del trabajo.

La participación laboral de las mujeres crece sostenidamente, en las sociedades modernas tendería a equipararse a las tasas de participación laboral de los varones, pero además, el otro aspecto es hacer visibles todos los otros trabajos que hacemos las mujeres. Cuando se mide el uso del tiempo de las mujeres, aparecen las horas que dedicamos no sólo a los cuidados en la casa, sino en la comunidad y en las organizaciones, ésta es la gran oportunidad que plantea el paro de mujeres porque además plantea: si nosotras decimos ni una menos, vivas nos queremos. ¿Qué vida queremos? Queremos una vida con trabajo digno, de calidad, ser respetadas, que se respeten nuestras diferencias, queremos erradicar las históricas desigualdades incluso las de acceso de las mujeres a lugares de poder.

¿Cómo fueron los procesos para consolidar las adhesiones de los sindicatos a ese paro?

El proceso empezó el 19 de octubre de 2016, que fue el primer paro de las mujeres, después del asesinato de Lucía en Mar de Plata, donde dijimos paremos el mundo. De este mundo hay que bajarse y pensar cómo construimos un mundo distinto. Y ahí se inició esa discusión, la CTA adhirió al paro en ese momento, y la mayoría de las organizaciones que integran la Central llamaron a un cese de actividades a partir del mediodía para movilizarse. Esa movilización impresionante en un día de lluvia, cuadras y cuadras de paraguas, poniéndole un tono épico a una jornada de dolor.

Este año también, cuando arrancamos la discusión, la CTA autónoma y la de los trabajadores adhirieron enseguida, habíamos tenido un plenario conjunto, estamos en un proceso de unificación de la Central; entonces allí en un plan de lucha que se define y que sigue caminando con el inicio de la segunda Marcha Federal, que empezamos a transitar en estos días para llegar en junio a la Plaza de Mayo, realizando actos en todo el país, se incluye la adhesión al paro internacional de las mujeres.

El proceso de debate en los sindicatos fue más lento, entre otras cuestiones porque hoy está amenazado no sólo el trabajo, sino nuestras propias organizaciones. Al no tener las garantías tradicionales que tienen los gremios para poder garantizar a los trabajadores y las trabajadoras que no serán despedidos por esta medida, se hace necesario que cada sindicato defina la modalidad que le dará al paro. Y fue muy interesante además el debate entre los sindicatos en las mesas de conducción y el debate entre las compañeras porque algunas dijeron ‘paramos completo’. Por ejemplo, en el gremio docente fue difícil porque venían ya de dos jornadas de paro, y en la mayoría de los casos se definió 72 horas de paro, otros sectores decían ‘preferimos debatir con las trabajadoras’, entonces era paro activo, estar en el lugar de trabajo, hacer asambleas, repartir volantes, y dialogar con ellas.

¿El nuevo contexto político trae nuevos desafíos para el feminismo y el movimiento de mujeres?

Nosotras veníamos haciendo un recorrido en un contexto de ampliación de derechos, cada vez nos proponíamos más que la agenda de trabajo se nutriera de las reivindicaciones de las trabajadoras mujeres y de visibilizar la relación trabajo-familia, que es invisibilizada ya que parece que nada tiene que ver el trabajo con la familia. Nos preguntamos entonces: ¿cómo llegás a ese lugar de trabajo? Llegás desde tu casa, donde te alimentaste, dormiste, y te vestiste para que puedas volver a trabajar, esa es la reproducción de la fuerza de trabajo, esto para este sistema es invisible.

Nuestra agenda comenzaba a discutir avances en las licencias, reformas integrales de la ley en lo que tiene que ver con maternidad, estábamos empezando a discutir esto; hoy tenemos que discutir que nos dejen las paritarias abiertas y que sean libres, que no sea el salario la variable de ajuste, tenemos que discutir el recorte en las jubilaciones, el cambio de sistema tradicional al que llamaron reparación histórica, no sólo el aumento de cinco años de la edad jubilatoria a las mujeres, sino el concepto de pensión que es un concepto absolutamente diferente a la inclusión previsional. Este último reconoce el derecho a la jubilación porque los trabajadores y las trabajadoras no somos responsables de la informalidad laboral, es responsable el sistema capitalista y un estado que no te garantiza que el trabajo sea de calidad, lo que la OIT definió como trabajo decente con seguridad social y aporte previsional.

Es interesante pensar que en momentos complejos de mayor retroceso las mujeres salgamos a defender nuestros derechos…

Las que tenemos más historia recordamos los ’90. Enfrentábamos al neoliberalismo en una enorme soledad, en una debilidad gigantezca, no sólo era raro si militabas o participabas en un espacio colectivo, sino que cuando enfrentabas las políticas las movilizaciones eran escuálidas. Hoy hay una sociedad que se politizó, hay organizaciones que se fortalecieron y un movimiento que no aparecía, porque hay algo que comienza a verse más con el kirchnerismo que es la juventud y esa interpelación fuerte de Néstor que llamó a organizarse; y con Cristina el cambio cultural que produjo que sea una mujer que ocupara la primera magistratura, que hablara del todos y todas.

Tantos derechos conquistados hace que cuando se corta ese proceso histórico y viene la derecha al gobierno el movimiento de mujeres está ahí, con la enorme fuerza para enfrentar ese proceso, para politizarlo, también porque ese es otro ataque que hace la derecha, atacar la política. Cuando ellos ponen el eje en la corrupción, no les importa nada la corrupción, en realidad lo que les importa es desvalorizar la política como herramienta de transformación y ahí las mujeres tenemos una gran movilización una gran articulación que se ha logrado hacer visible en este último año y medio.

¿Cómo se articulan en términos internacionales los espacios sindicales de mujeres?

En el nivel internacional sindical existe la Confederación Sindical de las Américas que se creó hace alrededor de 8 años a partir de la unificación de varias centrales sindicales mundiales, que se encontraban fragmentadas. Y allí también se creó la Confederación Sindical Internacional (CSI).

Hace dos años se realizó el primer congreso de las mujeres trabajadoras de la CSA preparatorio del congreso donde la CSA iba a renovar sus autoridades y allí se definió un programa de trabajo muy ambicioso, muy interesante, que incluía la agenda de los cuidados, de las responsabilidades compartidas, de lo productivo y lo reproductivo, del acceso a las mujeres a lugares no tradicionales, de la violencia laboral pero también el tema de los derechos sexuales y reproductivos, la lucha y el apoyo a las campañas por la legalización del aborto, una agenda feminista, incluyendo al movimiento sindical, y acciones de paridad.

Es interesante destacar que los congresos de las confederaciones son paritarios y además tienen medidas para sancionar si una delegación no cumple la paridad. En los congresos las Centrales participan con una determinada cantidad de representantes según la cantidad de afiliaciones. Si para el congreso te tocan ocho representantes, tienen que participar cuatro mujeres y cuatro varones, si llevas seis varones y dos mujeres, sólo te dejan ingresar los delegados que garantizan la paridad. Es muy interesante como experiencia para demostrar que se puede en las federaciones y en las confederaciones respetar la paridad.

También tenemos el Comité de Trabajadoras de las Américas, que se reúne una vez al año por lo menos y que define un plan de trabajo, ahora se está trabajando en un convenio de violencia de género. La OIT puso en debate un convenio sobre violencia. En realidad el origen del planteo fue un convenio por violencia de género en el trabajo, pero por la presión de los empresarios es un convenio sobre violencia laboral que sufran tanto varones como de mujeres, y ellos quieren incluir a los empleadores, una cuestión que es muy peligrosa porque los empleadores pueden plantear que una medida de fuerza es algo que los violenta.

Estamos en ese fuerte debate y el Comité de las Mujeres ha definido un plan de acción muy detallado, un plan de acción que articula con el movimiento de mujeres también para que contribuya a que el convenio por más que sea sobre violencia general tenga una fuerte perspectiva de género.

¿En el ámbito sindical en Argentina se está trabajando un protocolo de violencia?

El año pasado en el marco de las acciones por el día de la no violencia hacia las mujeres hicimos una jornada que después completamos en mesas de trabajo que ahora están en elaboración de lineamientos generales para construir herramientas para abordar la violencia desde los sindicatos y desde la Central. El Ni Una Menos nos interpeló como organización. Pensás: esto no es algo externo y entonces, ¿cómo contribuyo desde el lugar donde estoy para erradicarlo? Esto habla de una perspectiva de no discriminación y no violencia, y de pensar la organización y reformular y revisar los estatutos de los sindicatos.

Cuando decimos que hay determinados principios éticos que un dirigente debe llevar adelante, que tienen que ver con la no corrupción, que no haya ningún compromiso con delitos de lesa humanidad, también se tiene que incluir que no sean responsables de ningún tipo de violencia de género, como principio.

¿El debate de la paridad se está dando en el ámbito sindical?

Los debates de paridad son una gran oportunidad para el que movimiento sindical lo ponga en discusión, y este es un proceso que están dando muchas compañeras y compañeros en el sindicalismo. Y nosotras dijimos lo primero que vamos a hacer son los lineamientos generales, que van a definir estas directrices, van a decir desde qué marco conceptual y legal pensamos la violencia y tres grandes cuestiones para abordar: un protocolo para cuando una trabajadora sufre violencia en el ámbito de sus relaciones familiares, otro para cuando es en el ámbito laboral y el tercero para cuando la violencia es en la propia organización. En un mes presentaremos los lineamientos generales, estamos trabajando los sindicatos de la CTA pero también con sindicatos de CGT, las compañeras de la Bancaria y de Aeronavegación.

Volviendo a la paridad, ¿que se cumpla en política va a ayudar que se cumpla en los sindicatos?

Es distinta la lógica sindical que la política. Cuando decían que la ley de cupo era un techo, en el Congreso de la Nación no fue un techo, hay mucho más que el treinta por ciento de mujeres que decía la ley. Sí fue un corralito esa ley, no sale del ámbito legislativo, el tema es cómo logramos que vaya a otros ámbitos, al poder ejecutivo, al judicial, a las organizaciones sociales, tenemos que salir del corralito de la ley.

¿Cuáles son los desafíos para adelante?

El tema de violencia es urgente y prioritario, por eso lo venimos trabajando, pero también es muy importante poner en debate esta cuestión de la representación en la lógica de nuestras organizaciones. La discriminación que las mujeres tenemos en el ámbito laboral yo la leo en correlación a las que tenemos en los ámbitos sindicales, eso es lo que se define desde los ámbitos de estudio la división sexual del trabajo, la división entre lo público laboral remunerado y lo privado, los cuidados y que hace a esta doble tarea de las mujeres o triple cuando es militancia. Y esa división sexual del trabajo también se reproduce en los ámbitos de las organizaciones cuando las mujeres estamos en la parte social: actas, secretarías o las tareas que hacemos de organizar el día del niño.

También nos pasa otra cosa, dicen los compañeros ‘vamos a poner paridad’ pero no conseguimos compañeras que quieren asumir porque las que seguimos teniendo que resolver en el ámbito privado la tensión que se produce por el uso de tus tiempos entre el trabajo y el tiempo de militancia y de conducción en un gremio. Estas tensiones siguen estando para las compañeras, y en los sectores de menores recursos de menores niveles de escolaridad, más precarios, más informalizado. Estas asimetrías son aún mayores porque no hay herramientas para derivar las tareas del cuidado. Los sectores medios y altos lo compran en servicios educativos o recreativos, ¿y los sectores más vulnerables? Por lo tanto cuando nosotras planteamos que en el mundo laboral se deben abordar las desigualdades de género, es porque erradicar esas desigualdades también contribuye a erradicar desigualdades socio-económicas en general.

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