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Información General | 13 ago 2013

Memoria y Justicia

Un hijo recuperado votó por primera vez con su nueva identidad

Andrés La Blunda Fontana, funcionario del ministerio de Desarrollo Social, participó de las PASO con su nuevo DNI, que acredita su verdadera identidad


Quizás, una de las historias más conmovedoras que dejaron las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del domingo pasado, sea la del militante de Kolina Andrés La Blunda Fontana.

Para el joven funcionario del ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la jornada del domingo 11 de agosto de 2013 quedará grabada a fuego en su memoria y en su retina la imagen del nuevo documento entregado a las autoridades de mesa para que verifiquen su verdadera identidad.

Es que hasta hace pocos años, los que lo conocían, no lo llamaban Andrés ni tampoco La Blunda Fontana. Es más, él también ignoraba ese nombre y ese apellido.

El documento que portaba el funcionario nacional, hasta hace poco tiempo, lo identificaba como Mauro Gabriel Cabral, nacido en San Fernando el 25 de enero de 1977.

Desde Mauro a Gabriel, 22 años de mentira

La trágica historia del militante de Derechos Humanos, refiere que sus padres eran Pedro La Blunda y Mabel Lucía Fontana, ambos detenidos desaparecidos en abril de 1977, cuando las Fuerzas Armadas tomaron ilegalmente el edificio donde vivían en San Fernando.

Andrés, que por ese entonces contaba con tan sólo tres meses de edad, fue entregado por los militares a una familia vecina del edificio, quien lo crió y lo adoptó legalmente.

Por capricho de la historia, o tal vez por casualidad, la jueza que llevó adelante los trámites para la adopción es la misma que intervino en el caso de los hijos de Ernestina Herrera de Noble, la accionista principal del Grupo Clarín.

Sus padres, que eran integrantes de la Columna Norte de Montoneros, vivían en San Fernando. Pedro era oriundo de Junín mientras que Mabel había nacido en Paraná.

La familia de crianza lo adoptó sin indagar demasiado sobre su origen, aunque, según Andrés, la jueza de menores de San Isidro Ofelia Hetj sabía que era hijo de desaparecidos.

Con el retorno de la democracia, los familiares biológicos de Andrés comenzaron a buscarlo a través de la organización Abuelas de Plaza de Mayo. Dos meses más tarde, es decir, en febrero de 1984, el niño fue ubicado en Mar del Plata, nuevo lugar de residencia del matrimonio Cabral Benavide. La familia adoptiva, además, tenía dos hijos: Martín y Melisa.

“En ese reencuentro no fui un protagonista, sólo un espectador, ya que la complejidad de la situación y el horror de la historia derivó en un acuerdo forzoso entre las dos familias”, escribió hace un tiempo Andrés en su página de internet.

Por decisión de las dos familias, se privilegió conservar la mentira para evitar el trauma del niño. A Andrés, que aún se llamaba Mauro Gabriel, le dijeron que tenía nuevos parientes, pero lejanos, dado que estaban en España en calidad de exiliados.

Es recién en 1999, cuando el joven funcionario, que por ese entonces tenía 22 años, descubrió la verdad de su vida a través de una prima biológica que no soportó más el ocultamiento.

Desde ese instante, tan trágico como incierto, Andrés decidió iniciar el camino de la reconstrucción del rompecabezas familiar: “Cuando la identidad de una persona está en duda, la identidad de todos también lo está”, declaró alguna vez La Blunda Fontana.

En la sinuosidad de la senda y la opacidad de la mentira que lo había envuelto durante más de dos décadas, el joven descubrió que su padre había sido compañero de estudios y de militancia de Alicia Kirchner, en la ciudad de La Plata.

Fiel a la frase que inmortalizó el General José de San Martín “Serás lo que tengas que ser o no serás nada”, Andrés, que había vivido casi una vida inmerso en la mentira, indagó cada detalle de su pasado como si fuese un detective profesional que busca en una ciudad la huella de un asesino.

Es gracias al trabajo de la Comisión Provincial de la Memoria y de un grupo de estudiantes de San Fernando, que comenzaron a indagar sobre los desaparecidos de ese distrito, tomando su caso como ejemplo, que Andrés logró reconstruir las piezas de su mapa familiar.

Para sorpresa de amigos y conocidos, en un acto escolar, al cumplirse los 31 años del secuestro de sus padres, Mauro Gabriel Cabral subió al escenario y después de unos minutos bajó del mismo con el nombre que llevaría de ahí en adelante: Andres La Blunda Fontana. Ese fue el día elegido por el joven para asumir plenamente su identidad y tratar de dejar atrás los fantasmas permanentes de la maldita dictadura.

Hoy, La Blunda, además de ser un hombre de confianza de la ministra Alicia Kirchner y prestigioso militante de los Derechos Humanos, es un importante dirigente del partido Kolina, que dirige la hermana del ex presidente de la Nación.

Por Juan José Pfeifauf

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