Foto ilustrativa

A la altura de la Estación de City Bell, sobre Camino Centenario y Cantilo, comenzaba una larga fila de autos comunes y patrulleros que ocupaban la calzada organizados en tres grupos, que se extendían, en total, a lo largo de unos 150 metros.

Participaba, por lo menos, un centenar de agentes de ambos sexos. Había unos ocho patrulleros dispuestos cada 20 metros, y entre cada uno de ellos se abría un pequeño desvío hacia el lateral del camino, donde quienes se desplazaban en auto eran “revisados”.

Como el cuadro parecía extraño (nunca se había visto tanto despliegue policial en ese lugar), y la medida tiene aroma electoral, o mejor dicho, electoralista, una colaboradora de este portal al ver que los uniformados miraban hacia cualquier parte decidió meter un pequeño volantazo, a velocidad mínima y en hora pico, para así comprobar in situ de qué se trataba el megaoperativo ordenado por el ministro Cristian Ritondo.

Luego de maniobrar para aparecer entre los autos en espera de ser “investigada”, se acercó un agente y le dijo a quien firma esta nota: “¿Le pasa algo señora?”. “Me pidió un policía de allá, atrás, que me metiera acá”, respondió la cronista.

Lo que siguió es lo de rutina en cualquier operativo vial: pedido de cédula verde, carnet y seguro. Una vez que fueron presentados hubo que hacer la pregunta obligada: “¿Para esto es que montaron un operativo tan impactante?” “¿No necesitan que les muestre el baúl por lo menos?, podría llevar un muerto ahí atrás”, dijo la cronista al efectivo policial, incluso presentándose como redactora de este portal.

El interrogante y la entrega de la credencial de prensa pusieron nerviosa a una uniformada que llevaba una “listita” con el número de patente de cada automóvil que era demorado. Se acercaron otros policías, pero varones, con mala cara. El comentario sobre el muerto imaginario y el baúl no revisado cayó muy mal, y los policías comenzaron a apurar el cierre de la conversación.

Antes de que nos invitaran a retirarnos, ya mirando fijo a los ojos de esta cronista, y sin nada que explicar (quizá porque, en verdad, sólo cumplían órdenes que no tenían respuestas que no fueran las que saltan a la vista, o sea, que se trataba de una puesta en escena pre electoral muy burda y obvia), llegó la explicación final, y la más insólita.

Repasemos: “Podría llevar un muerto ahí atrás” , fue lo último que dijo esta periodista. La mujer que anotaba en un papelito las patentes, para cerrar la charla levantó el brazo en forma horizontal, y señaló en dirección de un perrito negro, cachorro, que estaba muy lejos, bien al final de la “exposición” de patrulleros y agentes de policía. “Para eso está el perro” , respondió la agente.

Entonces, había que esperar un rato a que trajeran al eficiente y olfativo animal para que auscultara el auto, pensó esta cronista. Pero no. El perrito (un encanto, a decir verdad, como para llevárselo a casa de mascota) ladraba y tironeaba de una correa, pero no olía a nadie ni nada. Era un pobre mini can de exposición policial. Quizá preparado para detectar drogas, quizás. ¿Cadáveres? ¿Billetes? ¿Armas? No lo pudimos saber porque el ambiente se puso espeso. Incluso nos fue negada la posibilidad de tomar fotografías, pese a que, como se dijo, presentamos nuestra credencial de prensa.

En síntesis, se trata de otro operativo más vinculado a lo cosmético que a la seguridad. Y a muy pocas horas de las PASO, con una amplia porción de electorado preocupada por el aumento del delito.

Desde Info BLANCO SOBRE NEGRO enviamos palabras de aliento para que las fuerzas de la ley se depuren y mejoren la vida de los bonaerenses. La vemos difícil, pero los apoyamos. Y rogamos que Ritondo tenga a bien dictar las medidas necesarias para que al perrito negro, con su potente olfato detector, le sea asignada alguna tarea más útil, por lo menos eso.