jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº -1968

Información General | 6 ene 2018

El desafío de afrontar una crisis durísima

Un Azul que duele: historias de vida detrás del cierre de FANAZUL, la planta de Fabricaciones Militares

Madres con hijos discapacitados que no podrán costear los medicamentos ni los tratamientos por quedar sin obra social. Vecinos que juntan alimentos no perecederos y acompañan en los cortes de ruta a los despedidos. Entidades gremiales que buscan un canal de diálogo para evitar el cierre total de la compañía. Ex empleados que buscan trabajo por las redes sociales y un pueblo conmovido por el cierre de una empresa histórica y fundamental para la zona.


“En las trincheras no hay ateos”, suele repetir un reconocido psicólogo televisivo, en alusión a que cuando la zozobra adviene, aferrarse a Dios es un camino infalible para salvaguardar la paz, la fe y la esperanza.

Por estas horas, la incertidumbre reinante en las más de 200 familias azuleñas que dependen del funcionamiento de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Azul, más conocida como FANAZUL, sólo se apacigua con el calor de los vecinos en las marchas y con el acompañamiento de los pueblerinos en las movilizaciones.

La angustia, también, encuentra consuelo en las plegarias que lanzan al cielo centenares de creyentes, rogando que Dios se apiade de los censanteados y sus familias y convierta la triste realidad en un manantial de esperanzas.

El cierre de la Planta de Fabricaciones Militares en el municipio comandado por Hernan Bertellys, la cual, en principio, no estará activa entre el 2 de enero y el 14 de febrero, según un comunicado de la empresa, no sólo ha conmovido a la región por la cantidad de despedidos. También, por las conmovedoras historias de vidas de algunas de las familias cesanteadas.

Esperanzados en la solidaridad en las calles y en las redes sociales, algunos de los obreros de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Azul narraron en primera persona las consecuencias directas del cierre.

“Soy Alejandra Di Totto, mamá de Ihan, niño con FLAP (Fisura labio alveolo palatina). Su papá es uno de los trabajadores de la Fábrica Militar de Azul, que hoy se encuentra tomada por fuerzas policiales. Con el cierre quedan aproximadamente 220 familias sin trabajo. Hoy, mi hijo, al igual que el resto de las familias, está al borde de quedar sin obra social. Es importante que Ihan tenga una cobertura para continuar con su tratamiento, que es muy largo y muy costoso”.

En diálogo con Info BLANCO SOBRE NEGRO, Alejandra, que está casada con Ricardo Lapenta, obrero de FANAZUL, contó el problema de su hijo de apenas un año y un mes: "Ihan nació con una malformación congénita. Está en tratamiento y en los próximos días le realizarán la segunda operación. El proceso es largo y costoso, por ello necesitamos de la obra social”.

Graciela Toledo, esposa de un trabajador despedido, exhibe otro relato conmovedor en las redes sociales: “Tengo mucha bronca e impotencia. Mi esposo trabajó durante quince años. Todos en la fábrica arriesgan su vida continuamente y ahora los echan con una mano atrás y otra adelante, porque la mayoría son contratados. Ahora: ¿qué hacemos? ¿Cómo se pagan todos los gastos de alquiler, comida y remedios? Como esposa y como madre de una hija con discapacidad: ¿Qué hago? Nos destruyeron a todos”.

Otro testimonio desgarrador relacionado con el cierre de FANAZUL, y que refiere a una historia familiar en torno a la Planta, lo posteó Estefy Richiusa: “Durante 43 años mi papá trabajó en fabricaciones militares. Dedicó su vida a esa fábrica, sacrificó cumpleaños y fiestas. Durante mucho tiempo ayudó a pibes a entrar, a conseguir un trabajo digno, y él les enseñaba todo lo que sabía. Amó esa fábrica más que a su propia vida. Pasó las peores crisis y perdió compañeros ahí dentro. Hoy la realidad nos toca con mi hermana que hace 20 años que trabaja allí. Nos duele nuestra familia porque creció en torno a esa fábrica. Todo lo que escuchaba desde chiquita era Fanazul”.

Vanina Zurita, delegada de ATE en la Planta y además una de las gremialistas que acompañó a los obreros en todas las manifestaciones, confesó: “Vienen días muy duros y debemos tenernos paciencia porque quieren dividirnos. Tenemos que evitar desorganizarnos porque perdemos todos”.

Lorena Cala también lamentó en las redes sociales el despido de su esposo: “En unión y sin bajar los brazos vamos a salir. Mi marido trabajó 13 años para terminar así”.

Diego Cortes, esposo de Lorena, en diálogo con Info BLANCO SOBRE NEGRO aseguró que no bajará los brazos porque tiene cuatro hijos que atender: “Estamos desesperados porque de un día para el otro nos anoticiamos del cierre. No sé cómo vamos a hacer para solventar los gastos de nuestra familia. Acá no hay laburo. Es una realidad muy triste la que estamos viviendo”.

Los más de 250 empleados, que en su mayoría son especialistas en el manejo y el control de los polvorines y las plantas donde se manejan explosivos, se enteraron por la guardia de entrada del edificio que no podían ingresar a FANAZUL.

“Podemos tener vergüenza de cortar calles, pero cuando no tenés trabajo no hay vergüenza que valga”, declaró uno de los obreros despedidos en uno de los cortes de ruta. Mientras que otro, en el mismo tono, agradeció el acompañamiento de los azuleños: “Ante tanto destrato de nuestros jefes, que ahora se relacionan con nosotros como desconocidos, el apoyo de los vecinos es un mimo al alma”.

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias