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Información General | 5 abr 2018

Opinión

Julio Garro y la subestimación de los vecinos

Por Federico Martelli, de La Plata Tiene Valor


Los dirigentes políticos tenemos sin dudas una enorme deuda con la sociedad. Hemos sido desde la vuelta de la democracia para acá los encargados de administrar los asuntos públicos y a las claras está que el deterioro en la calidad de vida de los argentinos es cada vez más notorio.

Cada uno de nosotros tiene simpatías políticas, posiciones doctrinarias e ideológicas y pertenencia partidaria y por lo tanto partimos del precepto de que un determinado modelo de desarrollo es mejor que otro.

Sin ir más lejos y para que quede claro, personalmente adhiero a la doctrina nacional justicialista y considero que el camino para alcanzar el desarrollo está vinculado a la defensa de la industria nacional, a la inversión en educación, ciencia y tecnología, a la construcción de un pacto social entre los que trabajan y los que producen y a un sistema institucional que no sea rehén de las mafias, hoy expresadas en su máxima expresión por el sistema financiero.

Sin embargo creo que existen otros puntos de vista, otras formas de ver las cosas y posiciones antagónicas que merecen y requieren el mismo respeto, sobre todo si consiguen un amplio respaldo popular como el que tiene el actual gobierno, tanto en el plano nacional, como provincial y municipal.

La convivencia democrática y el contrato social con el pueblo exigen niveles de coherencia, respeto y sinceridad de parte de la dirigencia política, sobre todo de aquellos que ostentan cargos públicos. Existe una tendencia, solapada, inconfesable y burlona de creer que “la gente” no percibe cuando un dirigente político deforma la verdad, la tergiversa, la oculta o la maquilla. Esta creencia está anclada en el delay existente entre la práctica del ocultamiento y la reacción social, entonces se instala la idea de que se puede decir cualquier cosa porque la gente no reacciona o es inerte frente a los discursos políticos.

Sin embargo, como una gota que va horadando la piedra, la acumulación de engaños, amaños y tergiversaciones finalmente salen a la luz, ya sea por un cisne negro –Accidente de once o inundación de 2013 – o porque finalmente el peso propio pasa a ser importante en relación a la cantidad de “hechos reales”.

Hasta el 2015, mientras el peronismo fue gobierno, uno de nuestros principales errores era creer eso mismo y subestimar el impacto del maltrato social y de la violencia. Porque violencia también es mentir, o decir medias verdades.

Lo comprendimos en octubre de 2015 cuando Julio Garro, un personaje oscuro, poco preparado y sin proyecto de gestión, arrasó en las urnas. María Eugenia Vidal se alzó con la Provincia y Muricio Macri, evasor, traficante de autopartes, deudor impositivo y corruptor de políticos llegó a la Presidencia.

Una de las virtudes de Cambiemos en aquella campaña fue notar –mediante el profesional equipo de comportamiento social que tienen – ese hartazgo social y cabalgar sobre él. Analistas de todos los palos han coincidido en que no había un descontento profundo con la situación económica ni social. En sintonía con esa lectura el propio Mauricio Macri salió a decir la noche en que casi pierde Rodríguez Larreta que YPF, Aerolíneas y gran parte de las conquistas insignia del kirchnerismo iban a permanecer en su gobierno. Vidal popularizó la frase “no vas a perder nada de lo que ya tenés”, dejando en claro que “tenías muchas cosas” y que la percepción social era que “se podían perder”.

A dos años y medio de aquella elección y habiendo pasado de manera exitosa por una intermedia, Cambiemos parece no haber aprendido nada de lo que pregonaron antes de ser gobierno. El discurso de Julio Garro durante la apertura de sesiones en el Concejo Deliberante fue un festival de lugares comunes, medias verdades, mentiras y ocultamientos.

Habló de la lucha contra la corrupción y de transparencia, mientras la Municipalidad no publica los datos de la ejecución presupuestaria en curso, entrega obras sin licitación a cooperativas de amigos, oculta los datos de subejecución presupuestaria en áreas sensibles como niñez e infraestructura escolar y se apresta a entregar nuevamente la basura a Esur, consagrando una nueva estafa a los vecinos que pagamos fortunas por un servicio pésimo.

Los casos del Fondo Educativo, que registró una subejecución del 90% del dinero destinado a infraestructura mientras las escuelas tienen serios déficits y del Servicio Alimentario Escolar son escandalosos. La calidad, cantidad y periodicidad de la entrega de alimentos es pésima, evidenciando la falta de planificación y de funcionarios idóneos.

Sobre el tema seguridad dijo poco y nada. Se limitó a destacar las casetas en la Plazas y el nuevo entrenamiento de las fuerzas municipales. No pudo o no quiso mencionar que no se han reparado las cámaras que no funcionan ni que no se han instalado nuevas cámaras, que no se ha proyectado la extensión de la fibra óptica, ni por que están desactivados los controles de accesos a la ciudad.

Mucho menos hablo del salto exponencial de la tasa de homicidios, que ya acumulan 20 en lo que va del año, ni de la guerra narco por el control del barrio “El Mercadito”, donde todas las noches se escuchan tiroteos con armas de todo tipo.

Tan grave es la situación que las autoridades de las Escuelas de la zona solicitaron a la Defensoría del Pueblo que intervenga ante el problema de la cantidad de chicos que concurren armados al colegio. Todo esto 3000 metros del palacio de calle 12.

Tampoco hizo mención al pedido de la oposición de declarar la emergencia en seguridad ni a los casos que rozan su administración, como la muerte de Emilia Uzcamaita Curi.

Tampoco hubo mención al abandono del espacio público en los barrios, el deteriorio de las calles, los basurales a cielo abierto, los cementerios de autos abandonados, la situación de los clubes de barrio ni de la pésima calidad de los servicios públicos, con cortes de luz constantes y falta de agua en muchos barrios de la ciudad.

Al momento de hablar de obras, destacó el Plan Hidráulico –definido y financiado durante la gestión anterior – y las 1000 cuadras de asfalto. Poco y nada para la Capital de la Provincia de Buenos Aires.

Pese a lo deslucido de la presentación, la las omisiones y las mentiras, el Intendente y su equipo se mostraron conformes, o al menos así lo dejaron entrever en los medios. Una vez más la subestimación del vecino a pleno.

¿Para qué hacer un discurso coherente si en definitiva nadie más que los concejales ahí presentes escucharon la descripción de Garrolandia?

¿Para qué hacer un discurso sincero si en definitiva a nadie le importa lo que diga el Intendente?

¿Para qué decir la verdad si así estamos bien?

Sin embargo, Garro y los funcionarios de Cambiemos deberían saber que finalmente la acumulación de mentiras y dislates salen a la luz y además se llevan puestas las pocas o muchas cosas que si se hayan hecho bien. Debería saber que romper el pacto social con los votantes tiene consecuencias y que patearlas para adelante solo agravan los problemas.

Ha pasado una nueva apertura de sesiones del Consejo Deliberante. Una vez más el Intendente no estuvo a la altura de las circunstancias.

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