sábado 27 de abril de 2024 - Edición Nº -1970

Información General | 29 ene 2014

Los de arriba y los de abajo

Postales de la UOCRA del día en el que el “Pata” Medina estuvo atrincherado dentro de su auto

El líder de la UOCRA regional, Fernando "Pata" Medina, estuvo en todo los medios. Se había atrincherado en un vehículo y no quería hablar sino ante un juez. Negoció y fue trasladado a Dolores para arreglar el pleito. Mientras, fuimos a la UOCRA local a hablar con afiliados y dirigentes.


Cualquier vecino de la región sabe que en calle 44 entre 4 y 5 está la desde de la UOCRA. No es que esa organización gremial tenga una sede especial, o que se conozca su dirección porque allí se realicen actividades abiertas a la comunidad. Lo que ocurre es que esa cuadra suele estar cortada para el tránsito vehicular cada vez que hay asamblea de afiliados, con el aval de la comuna.

Extraño, en una Ciudad donde la gestión municipal coloca duras multas a quien estaciona en doble fila.

La UOCRA, por el contrario, no molesta la circulación, directamente se apropia de la calle, una o dos veces por semana. Y está todo bien. Los vecinos están hartos, y los comerciantes de la zona también, pero ese es asunto de otra nota. Hoy hablaremos de cómo es entrevistar a alguna autoridad de la UOCRA en un día de tensión. Lo demás queda pendiente para otra crónica.

”El Pata está detenido”

Sobre el mediodía de este miércoles, nos advirtió una cronista platense que viajaba a la costa que había sido demorado Medina. “El Pata está detenido, parece que no quiere abrir el auto porque lleva algo ilegal, y está ganando tiempo para negociar con alguien del gobierno de la provincia”, nos dijo la colega.

Inmediatamente publicamos la novedad, mientras la noticia corría como el agua. Pero nadie sabía los detalles.

Comenzaron a circular versiones de todo tipo: que estaba alcoholizado, que llevaba “cosas”, en fin, nada chequeable, ni concreto.

“Por algo se resiste a abrir su auto”, nos decía un mensaje que recibimos cuando nuestra noticia empezó a circular por las redes sociales. Era lo que pensábamos todos. Y quisimos preguntar en la UOCRA qué había de cierto y qué de mentira, simplemente eso. Cuando nos dijeran su versión, la reproduciríamos, y todo se acabaría.

Esperá un segundo

Fue entonces que fuimos a la casona gigante que el gremio tiene frente a su histórica sede. Es una propiedad que tiene una entrada de gran porte, donde se ingresa a un salón que se suele utilizar para reuniones.

El espacio es inmenso, y había poca gente. La mayoría de los afiliados que “hacían tiempo” esperaban sobre la vereda. Serían unos 50 más o menos. Pero en el salón que estaba a la entrada había unas diez personas muy humildes (entre ellas mujeres con niños), que hablaban a gente que estaba ubicada tras otra puerta que daba al salón.

Fue entonces que nos acercamos a ese lugar. Si algo pasaba, era ahí, pensamos. Luego de presentarnos ante un dirigente, o un delegado importante, o alguien que daba órdenes (o quizá todo eso junto), nos dejaron esperando junto al resto hasta que nos atendiera alguien “de arriba”, como aclaraban a cada rato. Se notaba que los de “arriba” estaban tras esa puerta.

Nos dejaron pasar, sorpresivamente, enseguida. Y, pese a no ser gente especializada en RR.PP. (Relaciones Públicas), los muchachos miraban sin hostilidades.

Pero preguntaban insistentemente de dónde éramos. Y se movían sin parar. Como la imagen cien veces utilizada en las ficciones televisivas para mostrar a un padre que espera que su mujer dé a luz. Caminaban de acá para allá, y se comunicaban en voz baja, sin sonrisas, con rostros serios.

La espera se llenó de preguntas. Tuvimos que repartir tarjetas a todos los muchachos y repetirles que éramos de un medio apartidario.

“No, está bien, te lo pregunto porque si no tenemos quilombo “con los de arriba”, nos explicaban. “Los de arriba” no se hacían ver, pero estaban muy presentes en cada gesto que tenían los activistas del gremio que compartían la sala con nosotros.

Esos jóvenes no debían tener más de 30 años, ninguno. Llevaban el pelo corto, onda tropical, y varios estaban vestidos con remeras de la UOCRA.

Había una que nos llamaba la atención por su diseño. Decía, en las espaldas del muchacho: “Pata Medina Conducción – UOCRA LA PLATA” y tenía una figura. Todo en celeste y blanco, nada extraño. “Qué buena remera” dijimos para amenizar el rato. Nada. Hasta que se abrió una puerta y un pibe salió raudo para hacernos entrar.

Nos esperaban dos laderos importantes de “El Pata”: el secretario de Organización, Rubén Roldán, y el de Prensa, Mario Sánchez.

La voz cantante la llevaba Roldán: “No fue nada, hubo una discusión y ahora se está trasladando a Dolores para declarar ante el juez”, explicó, con ganas de cerrar el diálogo. Faltaba que estirara su mano para despedirnos, porque a esa frase siguió un profundo silencio.

Sánchez miraba en silencio recostado sobre su respaldo, con cara de pocas ganas de seguir, mostrando una suerte de mueca que expresaba algo parecido a un dolor de muelas.

Era lógico: no estaban para contarle a la prensa que se abrían nuevos puestos para sus afiliados, ni para anunciar un gran aumento salarial. Estaban para recibir a los afiliados que iban cayendo al lugar para una asamblea que estaba previsto que se realizara, y a la cual Medina se dirigía cuando ocurrió el incidente.

“Así que no pasó nada…”, dijimos luego de la brevísima explicación de Roldán. “Nada”, agregó, y estiró su brazo para señalarnos la salida.

“¿Usted cree que puede haber habido alguna discusión con algún agente de tránsito? Porque es raro todo lo que pasó”, insistimos.

“Es que hay muchos a los que les gusta exagerar todo y romperle las pelotas al Pata. Te repito: ya está, mañana se hace la asamblea con la presencia de Medina, y si él quiere, le habla a la prensa”, agregó.

Nos dimos por satisfechos. No pretendíamos detalles que sin lugar a dudas nadie iba a dar en ese contexto. Nos despedimos de los dirigentes que nos recibieron con un fuerte apretón de manos. Fueron muy lacónicos, hay que decirlo, pero respetuosos también.

“Una última: ¿qué se va a discutir mañana, cuando se haga la asamblea?”, preguntamos casi saliendo del cuarto. “Es que hay nuevos puestos de trabajo para gente de la región, y se tiene que avisar en la asamblea quiénes son los que serán empleados por los empresarios”.

Se trata de una metodología que data desde hace rato en UOCRA: para cubrir puestos vacantes en cualquier obra, Medina y su gremio ponen los nombres.

No se puede trabajar de obrero de la construcción en relación de dependencia con una empresa de porte medio o grande, si antes el trabajador no es designado por el gremio.

Una vieja y arcaica metodología de disciplinamiento hacia el afiliado que existe desde hace mucho tiempo y que ningún gobierno parece querer o poder cortar de cuajo. Al que le bajan el pulgar, busca trabajo de otra cosa, pero de albañil, no.

Finalmente nos despedimos y al salir, nuevamente rodeados de la decena de jóvenes medio rapados, pedimos a uno de ellos tomar una foto de su remera, sin que se viera su rostro, de espaldas. Sabíamos que era la única imagen que nos podíamos llevar entre tanto nerviosismo.

“Dale, sácame pero de espaldas”, se atrevió a decir, entusiasmado, un muchacho. Y cuando nos preparábamos para la toma, taparon la cámara en una fracción de segundo. Y todos dieron uno o dos pasos hacia nosotros. “ ! No ! ”, tuvimos que gritar, y ya con tono de buenísimos amigos, agregamos que era sólo un intento por tomar un pedazo de la remera, que eso lo podíamos sacar de la web sino, que no era nada que los fuera a perjudicar.

“Lo que pasa es que no tenemos drama, pero “los de arriba” (dijo un pibe con el dedo señalando hacia el vacío) nos van a recontra cagar a pedos”, aclaró, en cinco segundos que alcanzaron para darnos cuenta de que la nota estaba terminada.

Nos trataron tensa pero respetuosamente. Mientras “los de arriba” viajaban hacia Dolores para declarar por qué fue tan difícil entregar cédula verde, carnet de conducir y papeles del auto. Cosas extrañas de un país en donde la gente ingresa a puestos de trabajo según la voluntad suprema del líder sindical, “el de arriba”.

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