Por: Nicolás Harispe

El Doctor ya lo había denunciado en varios reportajes. Pero él no denuncia, tan sólo cuenta, relata, expone. Le falta odio para señalar a quienes lo detractaron desde siempre por razones futbolistas que a esta altura de la historia parecen debates de pendejos : fútbol lírico o tactisismo.

Lo curioso es que también ha relatado en entrevistas que compartía con Jorge Rendo (uno de los mandamases del Grupo) la pasión por Estudiantes y pasaban largas noches de pesca hablando de fútbol, con gran cordialidad. “Por eso siempre aclaro: mi problema no es con el diario, es con los de la sección Deportes”, se cansó de repetir Bilardo.

La foto que lo muestra encorvado en una silla de ruedas, agrede la dignidad humana. Vale comparar esa imagen con la de Ricardo Balbín en su lecho de muerte, que la revista Gente puso en tapa en 1984. Fue cuando se encontraba internado en la sala de terapia intensiva de la Clínica IPENSA de La Plata.

Provocó sufrimiento en la familia de Balbín y fue repudiada por parte de autoridades nacionales, provinciales, municipales, científicas y religiosas. Es un caso que se usa para quienes cursan estudios de Periodismo. Sirve como ejemplo de lo que NO tiene consenso en el medio y claramente ofende la dignidad de las personas. Menos para el periodista de Deportes de Clarín que decidió humillar al querido Carlos.

Mirá el video que difundió el ex casi todo de Estudiantes y actual Presidente del club, Juan Sebastián Verón. Lo menciona a Bilardo como “héroe de Old Trafford”.

Desde este portal nos solidarizamos con la familia de Carlos Salvador Bilardo y con sus allegados íntimos.

El límite entre lo ético y lo no ético en el periodismo no tiene leyes, normas escritas ni convenciones fuertemente arraigadas.

Pero de algo hay que estar seguro: si algo no es ético en el ejercicio de este oficio tan controvertido, con seguridad, es mostrar a las personas en esa condición. La gloria, el afecto de quienes lo conocen y el recuerdo maravilloso del Mundial 86 y de aquella selección inolvidable, seguramente mitigarán tanta ignominia.

Ahora queda una disculpa oficial, o de algún particular, que como suele suceder en estos tiempos de miserias probablemente nunca lleguen.