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Información General | 18 feb 2014

Discriminación

Médica platense denunciada ante el INADI por no permitirle a un joven homosexual donar sangre

Matías Borrás acudió a donar sangre al Instituto de Hemoterapia de La Plata, pero una médica no se lo permitió por haber respondido que había mantenido relaciones con otros hombres


Matías Borrás es un chico de 27 años proveniente de San Luis, y actualmente vive en La Plata. Trabaja en el centro cultural C’est la vie, una casa abierta a exposiciones, charlas y artes de todo tipo. Pocas semanas atrás, había visto en Facebook un evento creado por un chico que pedía dadores de sangre para ayudar a su papá.

El martes 11 de febrero asistió al Instituto de Hemoterapia platense, ubicado en calle 15 esquina 66, para donar sangre. No era la primera vez que lo hacía: hace varios meses en San Luis, cuando su papá estuvo internado, le había hecho una donación sin problemas. En esa oportunidad, según contó a INFOBLANCOSOBRENEGRO, una de las preguntas más “insólitas” de la planilla había sido: ¿Ha tenido relaciones sexuales con un travesti? Sin dudas, una pregunta extraña con extrañas finalidades.

El martes 11, Matías se acercó con una amiga a hacer la donación. En una de las paredes de la sala de espera, un cartel decía “Donar sangre no es de otra galaxia”. Después de su entrevista con la doctora, volvió a mirar ese cartel. E irónicamente, pensó: “Hola terrícolas…”. A Matías lo entrevistó una doctora, que le leyó toda la planilla y la completó sin permitirle siquiera firmarla.

“¿Has tomado aspirinas dentro de estos cuatro días? No. ¿Tuviste hepatitis? No. ¿Alguna enfermedad crónica? No. ¿Te acostaste con chicos? Sí. Ahí la doctora puso un punto y me dijo: no, no vas a poder donar”. Él se quedó anonadado, y le mostró su certificado de la donación anterior, pero ella le explicó que, por acostarse con varones, él tenía la sangre con un 15 por ciento de riesgo. ¿De qué? Eso no se lo explicó. Tampoco le preguntó si se cuidaba al mantener relaciones sexuales, algo que Matías tuvo que certificarle a su vez.

También le contó que su propio lugar de trabajo había realizado una actividad (Yo Convivo) en la que se explicaba y debatía sobre la convivencia con VIH y VIH Sida, el llamado “período ventana” y otras cuestiones relacionadas a esa enfermedad.

Ella volvió a explicarle y le dijo “Vos tenés que entender: esto es medicina, no es algo social. Y ustedes ya empiezan con el tema de la discriminación…”. Matías reflexiona sobre ese momento y piensa: “¿De quién hablaba como ustedes si éramos nosotros dos los que charlábamos en la habitación?”. La médica insistió con el 15 por ciento de riesgo, la estadística y el peligro que supondría para la persona que recibe la sangre. Es más: le garantizó que en su anterior donación, los médicos habrían tirado la sangre debido al riesgo, sin haberle dicho nada a él.

“Le dije que me hacía muy mal escucharla decir eso, que no lo podía creer. Pero ella me contestó que yo había elegido una forma de vivir y que por eso, había cosas que se podían hacer y otras que no”, cuenta Matías. La médica le dio el ejemplo de una chica ciega que quería estudiar medicina y que, obviamente, no pudo hacerlo. Una sutil manera de comparar la homosexualidad con una discapacidad física.

“Vamos a hacer una cosa: haceme un certificado que diga que no pude donar sangre por ser homosexual”, pidió Matías. Ella se lo negó por considerar su homosexualidad un asunto privado y en cambio, certificó por “causas médicas justificadas” su no-aptitud para ser donante. Después le dio otro certificado que decía que sí podía donar sangre, para que la persona por la que había querido donar “no tenga que buscar a otra”.

Cuando salió, Matías le sacó una foto al certificado que lo inhabilitaba para donar, lo subió al Facebook y a los pocos minutos, pudo saber de una enorme cantidad de personas que habían pasado por lo mismo. Así, lo instaron a hacer la denuncia en el INADI, donde lo asesoraron y le hicieron saber que su testimonio vale: la ley por la no discriminación de dadores de sangre necesita de testimonios así.

La información voló, las opiniones surgieron y varios estudios también, como el de la Organización Mundial de la Salud, que explica actualmente que la población gay que convive con VIH es proporcionalmente menor a la de heterosexuales. O como tantas otras que explican la necesidad de quitar varios tipos de preguntas en las planillas de donantes, y reemplazarlas por un simple “¿Te cuidás?”. Los análisis confirmarán lo que sea necesario. Y el período ventana, lamentablemente, seguirá rigiendo para tod@s.

A la amiga de Matías le preguntaron si se cuidaba con preservativo, pero ella contestó que no porque está en una relación estable: igualmente la dejaron donar. Posteriormente, cuando Matías se acercó a un chico que hacía extracciones, él le dijo: “Yo tengo mucho más riesgo que vos por trabajar acá, y aún así dono sangre… te tocó una médica complicada”.

Días más tarde, cuando se dirigía a hacer la denuncia ante el INADI, Matías recibió el llamado de la directora del Instituto de Hemoterapia, que se solidarizó con él y le propuso tener una reunión. Ahora, está en la espera de ese encuentro y otro con la médica que denunció: “Voy a respetar su derecho a réplica”, dijo, y es por eso que pidió omitir su nombre. Matías está a la espera de reuniones, argumentos y respuestas. Sobre todo, de respuestas. Y de avances.

La experiencia de Matías abre varios interrogantes: ¿Hasta qué punto una médica aislada (educada por médicos ¿aislados?) puede llegar a afectar los derechos de una persona a ser tratada de la misma manera que los demás? ¿Hasta dónde la ideología se mete por las grietas de la medicina? ¿Hasta dónde está una persona dispuesta a soportarlo?

Para reflexionar sobre el tema, compartimos un documental producido en Uruguay que es material de estudio para los jóvenes que devendrán en médicos.

Por: Mariana Sidoti
@MarianaSidoti

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