Las imágenes que pueden ver en esta nota fueron entregadas en forma exclusiva a este portal por Gastón Fortunato, vecino de Punta Lara y amante de la naturaleza. Se lo pidió a un pescador que acababa de atraparlo y que desconocía el valor de su hallazgo. Mientras maldecía por haberse encontrado con el ejemplar, el joven intentaba brutalmente destrozarlo contra unas piedras en el murallón de la costa.

“¿Sabés el valor de lo que acabás de pescar no?”, preguntó Gastón Fortunato al joven. “No me importa, llevátelo antes de que lo rompa todo”, respondió el aficionado a la pesca, que acababa de recoger con su caña la pieza más valiosa de toda su vida, aunque lo desconocía.

“De entrada me di cuenta de que era un ejemplar de lo que vulgarmente llamamos cangrejo azul, es inconfundible”, contó Fortunato a Info BLANCO SOBRE NEGRO. Y agregó: “Enseguida lo llevé a mi casa, donde tengo una especie de acuario agreste, con piletas en las que viven lo que por acá algunos llaman bichos raros, pero que para mí son fascinantes”.

Enseguida, el lector de este portal grabó un video que compartimos en esta nota, donde se ve al vigoroso ejemplar moviendo sus tenazas sin parar.

En busca de más datos sobre la especie, Info BLANCO SOBRE NEGRO se comunicó con Carlos María López, vecino de Punta Indio, biólogo y naturalista.

Cuando le contamos sobre el hallazgo, López confesó: “No me sorprende, por esta zona del Río de la Plata los cangrejos azules están cada vez más presentes en la vida de los tramperos, ex nutrieros, y toda clase de bichicomes que se instalan para cazar o pescar”.

Y detalló: “Desde que la crisis se profundizó, en 2016, hubo una lenta pero persistente presencia de gente expulsada de centros urbanos o semi urbanos que vivían de la construcción o de las changas. Esas familias organizaron una estrategia de supervivencia muy común en el siglo XIX, y engrosaron a un sector que – con trampas rústicas y sencillas – cazaba nutrias y otras especies para comercializar sus pieles y utilizar la carne para alimentar a sus familias”.

“Ahora, en vez de verse sobre los arroyos y en la desembocadura de los ríos Salado y San Borombón a esa gente que mientras trampeaba tiraba redes para pescar carpas que vendían a exportadores chinos, se observa entre los cazadores furtivos una verdadera fiebre por estos cangrejos”, agregó el naturalista.

Y explicó: “Dialogando con ellos comprendí lo que se esconde tras esta locura por capturar ejemplares del cangrejo azul: una estructura de comercialización que todavía es incipiente, pero que si se mantiene la proliferación de estos crustáceos va a cambiar el modo de vida de miles de estas familias que luchan por su subsistencia”.

Según el entrevistado, “los coreanos están pagando entre 20 y 50 dolares por cada cangrejo, según el peso que tenga el ejemplar. También exportadores chinos lo envían a su país mediante un sistema informal que se superpone con los supermercadistas. En Punta Indio, por ejemplo, en viejo nutriero muy conocido lleva al dueño de un supermercado chino de La Plata los cangrejos que juntan otros tramperos y pescadores, y ese hombre luego los vende a empresas que los exportan. Es un negocio que recién comienza, pero que ya transformó algunos hábitos entre una población castigada por la miseria, y que vive literalmente de la casa y de la pesca”.

Un medio de prensa de Barcelona (El Periódico) publicó una nota en la que se hizo referencia, hace tres años, a la aparición de esta especie en Cataluña: “Desde el primer momento los biólogos apuntaron una característica especial de este cangrejo originario de los estuarios y de las aguas atlánticas del continente americano: el valor nutritivo y comercial del nuevo invasor podría frenar su potente capacidad de expansión”. Además, mencionaron que “tiene mucha proteína y hay países donde incluso lo exportan para la alimentación” .