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Información General | 26 mar 2019

Editorial

El ascenso de Lavagna sacude al peronismo de La Plata y abre un final incierto (todavía más)

Ya no es una especulación. Roberto Lavagna va a encabezar una propuesta electoral potente que en La Plata todavía no tiene una representación formal definida. El kirchnerismo sigue su marcha hacia algún destino que la dirigencia local desconoce. No existe una hoja de ruta para definir qué candidaturas llevará en sus boletas. Todo es incógnita y puja para preparar nadie sabe qué escenario, si elecciones primarias o lista de unidad. Las redes sociales encandilan a los más perezosos. Y la crisis económica hace estragos. 2019 es un año para el infarto


Cuando terminaba diciembre las figuras más fuertes del kirchnerismo platense despedían el año con la ilusión de representar la opción que pueda hacerle frente con éxito al oficialismo. La política económica de Cambiemos agotó en 2018 todo el crédito que lo mostraba con cierto grado de perdurabilidad y capacidad de repetir una victoria electoral similar a la de 2015.

“Hay 2019” dijo Alberto Rodríguez Saá, lo repitieron a coro y transformaron el deseo en consigna. Fue así que durante el año pasado en el peronismo se desarrolló un lento y persistente trabajo para reagrupar la tropa ajada y malherida, y sobre todo alcanzar un horizonte auspicioso.

Incluso, en el invierno crudo, una tarde de lluvia y frío, todas las corrientes internas se reunieron en el Club Chacarita Platense para recibir al reconocido dirigente puntano. Hacía mucho que no se veían las caras las tribus kirchneristas, y hasta se armaron comisiones de debate para discutir de todo un poco. Estuvo lindo, repetían los militantes convocados con la consigna esperanzadora que descubrieron los Rodríguez Saá. Era una coyuntura para nada calculada, y mucho menos planificada.

Tan sólo caía la imagen presidencial al ritmo que subían los precios de bienes y servicios. Todo lo demás seguía igual: Bonadío, la batalla descarnada y descarada entre los periodistas militantes del oficialismo y de la oposición, el silencio de CFK, algo de rebelión sindical, y la hondura de la crisis en aumento a toda marcha.

En La Plata, hasta hace un mes los candidatos del peronismo kirchnerista se preparaban para la antesala del día más cruel y temido (y deseado también) de todo el proceso preelectoral: la definición de las listas. La tradición de la etapa posterior a 2009 es bien conocida: todos pujan, se matan por instalarse en la opinión pública platense, gastan cientos, o miles, o decenas de miles en pegatinadores, o en gente que cuida cartelería sobre las ramblas, en punteros que empiezan a “peinar” su circuito otra vez , y cada vez más en las redes sociales.

Facebook primero, Twitter después, y ahora Instagram encandilan a las figuras partidarias de Perón y Evita, que de paso se ahorran el horrible esfuerzo de recorrer barrios periféricos, con frío o calor, y charlar con gente que es menester que vote, no que opine. Y mucho menos que pida. En las redes se cumple la falsa ilusión microclimática de ser parte de la dirigencia política, y meterse en la pelea pero sin pelear.

Es sorprendente la cantidad de militantes con ganas de satisfacer tanta ansia narcisística que arman en el calor del hogar su página propia en Facebook, donde se presentan como “Político”. Es decir, Fulano Detal: “Político”. Como si fuera un trabajo o una profesión que se estudia. Todo poco peronístico y demasiado posmoderno. Detalles de época.

Varias figuras de origen peronista compiten por representar al conjunto no definido de eso dado en llamar peronismo. Hay referencias que expresan distintos matices. Las afamadas cristinistas de paladar negro Florencia Saintout y Victoria Tolosa Paz, peronistas “por la unidad” como Gustavo Di Marzio y Federico Martelli, y Guillermo Escudero, el representante de lo que la política local llama “Los Bruera”, como si se tratara de una cofradía o de una banda de cumbia.

Pero la creciente perspectiva de que Roberto Lavagna encabece una boleta potente en las próximas elecciones abrió otro escenario. Ahora aparece in crescendo otro espacio político que todos daban por acabado, el de la avenida del medio. Renovadores, ex kirchneristas, ex brueristas y alguno que otro cuyo ADN todavía se desconoce, aparecen en las charlas de café constantemente.

Esa irrupción en el escenario deja un sinfín de interrogantes, como por ejemplo: ¿cómo hará ahora el kirchnerismo para armar una boleta, por acuerdo o por internas? Ambas opciones son desgarradoras. Por culpa de Lavagna el colectivo que todos se peleaban por conducir ahora es una digna combi de menos asientos. La Plata no es La Matanza, se sabe. En el mejor escenario los premios escasean.

Desde que Lavagna se metió en el gran debate nacional se terminó aquello de que “la avenida del medio es muy angosta”. Y se angostó la que transitan en las bandas laterales, tanto macristas como kirchneristas.

Varios sectores deberán ajustarse ante la emergencia de la pujante senda en construcción y que parece no tener techo, donde ya golpean las puertas dirigentes de lo más inesperados.

En este escenario nacional, la capital bonaerense se vuelve a dividir en tres. Hay ansiedad por definir todo, pero el cierre de listas parece demasiado lejano. “Vamos a ajustar por los Bruera”, se repite en las reuniones de los más cristinistas. Vale recordar que con Luis Lugones como candidato, una alianza amplia se impuso en la conducción del PJ La Plata a mediados del año pasado. Fue una interna ínfima, sin ningún otro fin que el de ocupar un espacio institucional de valor en épocas de mucha carestía. Pero en pocas semanas el acuerdo que hizo posible esa lista (que integraron cámporas, brueristas, jóvenes sindicalistas y otros actores) comenzó a desvanecerse. Y quedó para la foto.

Con Pablo Bruera alejado de la cotidianidad platense, su hermano Gabriel asumió el control de 54 entre 7 y 8. Guillermo Escudero lanzó su campaña una calurosa tarde de verano en Parque Saavedra. Faltaron todos, menos los referentes territoriales que quedaron a las órdenes del ex concejal , el segundo de “Los Bruera”.

Las renombradas Victoria Tolosa Paz y Florencia Saintout sueñan con el sillón de Julio Garro. Pero si no hay una ola arrasadora en favor del kirchnerismo es improbable que lo logren. Federico Martelli recibió con alegría el apoyo de Sergio Uñac, figura en ascenso dentro del peronismo.

José Arteaga aparece de nuevo en escena como posible candidato por el lavagnismo. Mide más que el resto, pero tiene mucha competencia. La figura del ex ministro de Economía es muy atractiva en una ciudad con el perfil socioeconómico de La Plata. ¿Quién llevará su nombre como bandera a la victoria?

Se anotan varios. Ninguno logra influir en el tablero. Otros pujan por instalar alguna figura impensada. Se habla de abogados famosos y hasta de alguna sorpresa que conmovería a la escena local.

Como sea, la boleta del hombre de chancletas hoy vale tres o cuatro veces más que en 2018.

Las llamadas organizaciones populares tienen fuerte presencia en la periferia, donde nadie le presta atención a las imágenes de Instagram. Ahí hace falta la comida. La solidaridad, el trabajo, en fin, hace falta casi todo lo material. El Movimiento Evita con Gustavo Di Marzio, y el Frente Patria Grande con el ex juez Luis Arias quieren dar la pelea.

“Por la unidad del peronismo”, dicen en el Evita. “Por Cristina”, resumen cerca de Arias. Los dirigidos por el ex juez llegaron a un kirchnerismo en transformación al que quizá no puedan adaptarse. Si no es candidata la ex presidenta muy probablemente decaiga su entusiasmo. A diferencia de otros grupos, no es la unidad del peronismo lo que desean, sino la conducción del peronismo en manos de CFK, como aclara todo el tiempo su referente nacional, Juan Grabois.

Y otra particularidad que se observa con nitidez es la nada disimulada gestualidad entre los representantes locales de la ancha avenida del medio. El GEN de Margarita Stolbizer promueve sin disimulos a Betina Rolfi, el massismo se reúne con los radicales alfonsinistas, Libres del Sur y su brazo territorial Barrios de Pie aporta anclaje en la periferia, donde desarrollan trabajo comunitario.

Todas las tribus de la avenida del medio saben que ahora tienen una espada de acero: la perspectiva de poder que los barniza, la posibilidad de desplazar al kirchnerismo como opción real para ganarle a Cambiemos.

En el oficialismo también lo empezaron a sentir, y las encuestas que manejan desdibujaron las risas que hubo por la mencionada foto del verano (una imagen calculada y efectiva también). Todavía corre con más chances que cualquier otro espacio. No resuenan los gritos extramuros, y si los hay puertas para adentro, son bien administrados.

El poder es un gran articulador, sin dudas, y ahora lo tiene Julio Garro. Sus manos son las que manejan el tablero de control de Cambiemos, sólo ellas. Allí, en 12 y 51, simplemente necesitan que no haya un tsunami contra el oficialismo en toda la geografía nacional. Pero la economía hace lo suyo y horada el vínculo con el electorado. Hay luces de alarma que indican que lo peor todavía está por llegar, que la economía nos empobrecerá todavía más, y el voto bronca podría ser demoledor.

En este lío mayúsculo todo parece probable. Ni la conducción de la UCR ni la del PJ parecen influir en la escena como en otros tiempos, ya muy lejanos. Ni siquiera la del Frente Renovador, si es que la hay. La izquierda muerde pero no come. Y ya no queda nada más. La cartelería luce para deleite de nadie, porque es lo nacional y provincial lo que determinará el destino de la política local. Va quedando cada día un poco menos, pero la campaña está casi a punto caramelo. Una sola variable está descontrolada y pone los pelos de punta: la escalada de precios y el hambre, lisa y llanamente. Todo lo demás se acomoda condicionado por la economía.

Dos o tres puntos de diferencia, si el escenario resultara parejo en la primera vuelta, sería muchísimo para definir el futuro político de la Ciudad. Por eso, lo que aparece entre líneas y nadie (o casi nadie) pone sobre la mesa es que las candidaturas están subordinadas al devenir del gran escenario nacional.

¿Intendente? ¿Senador o senadora provincial? ¿Concejal? Las figuras pueden ocupar cualquier casillero, pero tienen que mirar hacia arriba con mucha atención, y sobre todo, lograr sólidos apoyos de las figuras nacionales, las que definen en serio. Con tanta pobreza, tan pocos recursos y tanta apatía, las elecciones internas en cada fuerza parecen improbables. Como en el ajedrez, los peones no valen casi nada, el resto un poco más, y el triunfo o la derrota la define, en definitiva, quien tiene al rey y la reina.

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