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Información General | 7 abr 2019

La Plata

Te contamos quién es Lidia Pinola, la creadora de la sonrisa inclusiva

A los 69 años, la reconocida profesional, madre de tres hijos y abuela de tres nietas, que ha cosechado elogios y reconocimientos en el extranjero por sus trabajos, sigue atendiendo en su consultorio ubicado en las adyacencias de Plaza Rocha: “En los tiempos libres, que no son muchos, también tejo para mis nietas”, aclara.


En su casa se destacan el mobiliario de estilo francés y bellas pinturas al óleo que conforman un ambiente ecléctico, armónico y acogedor: “Las obras que están exhibidas fueron realizadas por mi papá, que fue jefe de Escenografía del Teatro Argentino y dibujante del diario El Día”, comenta la odontóloga que en el año 2000 fue declarada Ciudadana Honoraria de la ciudad de Kentucky en los Estados Unidos.

Durante su infancia, Lidia soñó con un futuro laboral cercano a los niños. Según relata, añoraba con ser maestra rural u odontóloga, como el profesional de la salud bucal que atendía a su familia: “Siempre supe que mi vocación era ayudar a los más pequeños”.

Egresó de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de La Plata en 1973, y pocos meses después ingresó en el Hospital de Niños Sor María Ludovica: “Allí comencé a atender niños con fisuras y malformaciones congénitas. En esos años, a este tipo de pacientes los operaban los cirujanos generales. En raras oportunidades convocaban a un odontólogo para definir los pasos a seguir”.

Fue en ese contexto que la profesional compartió experiencias en el trabajo con el odontólogo policial que solían convocar al Hospital para atender a los nenes con malformaciones y fisuras. De él, aprendió algunas técnicas: “Muchas veces llevaba a las madres con sus hijos fisurados al ministerio de Seguridad donde trabajaba el odontólogo. Allí conocí algunas técnicas que fui perfeccionando con el tiempo”, recuerda Lidia, considerada una referente de la odontopediatría en el país.

Una innovadora de la odontología

Con inteligencia, Lidia logró mejorar las técnicas de la época e innovó algunos procedimientos valiéndose de su aguda creatividad: “Yo dejé de usar el arco extraoral y fui precursora en que las madres usaran pasta adhesiva para prótesis. Busqué material más acorde, y gracias al contacto que mantuvimos con especialistas mexicanos logramos organizar en el Hospital de Niños el primer equipo interdisciplinario del país”.

¿Por qué fue tan relevante e innovador que el equipo haya sido interdisciplinario?

Antes de la formación de estos grupos se trabajaba multidisciplinariamente. Es decir, el cirujano me mandaba notas del paciente fisurado, y yo le respondía con otra. La fonoaudióloga hacía lo mismo. Con la interdisciplinariedad se cita al paciente, y en el mismo instante lo observamos todos: odontólogos, cirujanos, otorrinolaringólogos, fonoaudiólogos, genetistas y asistentes sociales. Esto nos permite discutir en el momento las técnicas.

El grupo logró el reconocimiento del Gobierno…

Exacto. Escribimos las normas de procedimiento y el Ministerio de Salud bonaerense nos nombró “Centro de Referencia y Contrareferencia de la Provincia”. Luego se formó el mismo centro a nivel nacional para que los pacientes no tuvieran que viajar hasta La Plata.

“La restitución de la sonrisa”, una pasión no para cualquiera

En la historia de la medicina mundial se ignora quién fue el primer médico que realizó una intervención quirúrgica del labio leporino. “Cuando comencé en el hospital no se hacían ecografías. Si los bebes nacían con fisuras o malformaciones las madres se sorprendían y muchas rechazaban a sus hijos y no los querían amamantar por vergüenza. Entonces, yo iniciaba un proceso de acompañamiento para que aceptaran a sus bebes y entendieran que la recomposición de la cara era una cuestión de tiempo”, cuenta Lidia.

Los principales cuadros de honor que recibió son el fruto de las sonrisas y los gestos de los nenes tratados y recuperados, que pueden desarrollar una vida normal luego del tratamiento. Muchos de ellos ya son destacados ingenieros, médicos y veterinarios.

Una vida consagrada a la familia y la profesión

Mientras camina por el consultorio, un ambiente en el cual el instrumental odontológico se confunde con los juguetes y la decoración infantil, Lidia revisa los innumerables cursos y distinciones cuyos diplomas se exhiben en la pared: “Yo atiendo a mis peques con la puerta abierta del consultorio. El resto juega con los juguetes que compro en cada lugar que visito”, precisa la mujer, que también escribió un libro: “Rol del Odontólogo”.

El arte ha rondado siempre en su familia: su padre fue dibujante del diario El Día y jefe de Escenografía del Teatro Argentino. Su esposo, Oscar Alfredo Fernández, fue profesor en Letras. Sus hijos Leonel y Leandro, son licenciados en Artes y en Musicaterapia, respectivamente.

Durante su extensa trayectoria en la profesión odontológica, Lidia integró el Tribunal de Disciplina del Colegio de Odontólogos-Distrito l-; fue profesora universitaria; disertante en varias conferencias nacionales e internacionales; y fue jefa del Servicio de Odontología en el Hospital de Niños, el cual pasó de ser un Centro de Atención Primaria a uno de Alta Complejidad. En 2009 dejó el Hospital de Niños luego de más de tres décadas para acogerse a los beneficios jubilatorios.

A Lidia la jubilación no la hizo distraer de su compromiso social. Tres años más tarde fundó en la Facultad de Odontología el Centro de Alta Complejidad en Pacientes con Riesgos Médicos: “En el lugar atendemos a todos los pacientes de cualquier edad y patología. Llegan por una caries, pero por ahí tienen problemas coronarios o de riñones. Por ello, trabajamos interdisciplinaria y transdisciplinariamente. Todo odontólogo está capacitado para atender a estos pacientes”, explica.

La especialista en Ortodoncia, que llegó a atender 80 pacientes diarios, y es considerada una eminencia en odontopediatría, también aclara: “El paciente no es para mí una boca, o un diente solamente. Es un todo. Si estos niños no son atendidos rápidamente luego son objetos de burlas, se retraen y se alejan del mundo. Yo tengo el compromiso y la pasión de restituirle su belleza para que sean felices”.

Lidia es consciente como nadie del legado que les deja a sus colegas: compromiso, entrega y responsabilidad con los pacientes. “Si volviese a nacer, elegiría la misma profesión”, aclara sin dudarlo. Una bella y sincera confesión de la mujer que se capacitó en Estados Unidos, Francia y México y logró devolverles la sonrisa a cientos de niños que nacieron con fisuras o malformaciones.

Publicada en

https://www.colodon1.org.ar/index.php/vernota/164

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