Cristian vive en La Plata, tiene 40 años, dos hijos, trabaja en el Poder Judicial y está por recibirse de abogado. Meses atrás, su madre debió ser operada del corazón y los médicos le indicaron a él y a su hermano unos estudios para chequear si la patología era hereditaria. Así descubrieron que padecía estenosis valvular aórtica severa.

En enero lo operaron pero tuvo una complicación. El tejido del corazón hizo una trombosis en el ventrículo izquierdo y sufrió un infarto. Le hicieron un by pass y le colocaron un marca pasos pero su cuerpo no lo asimiló correctamente.

Hace un mes llegó a la Fundación Favaloro y los médicos confirmaron el grave estado de salud de Cristian. Su corazón le funcionaba en un 24 por ciento y el cuadro estaba empezando a afectar otros órganos. Debió quedarse internado y fue incluido en la lista de espera del Incucai para ser trasplantado.

“Era muy difícil que los nenes fuera a la clínica por una cuestión de cuidarlos a ellos. Así que no sabía cuándo los iba a poder ver de nuevo. Estaba muy angustiado con ese tema. Estaba hablando con mi mujer, habrán sido las 11.30 de la noche, cuando entró la médica con la noticia del corazón. Dos horas habían pasado que estaba en la lista de espera, no lo podía creer", contó Cristian al matutino La Nación.

“Entró una médica y me dijo: ‘hay un proceso en curso, están yendo a buscar el órgano en avión y te tengo que hacer unos análisis’. Le pregunté qué era un proceso en curso porque no entendía, llevaba dos horas en lista de espera. ‘Hay un órgano’, me respondió, y le pregunté para quién era. ‘Para vos’. Empecé a llorar como loco”, recordó el vecino platense.

Y continuó: “Recuerdo que me sacaron como 20 ‘tachos’ de sangre. A las seis de la mañana me comenzaron a operar y me desperté dos días después con un corazón nuevo. El corazón calzó perfecto, el tamaño era el indicado, eso les llamó la atención a los médicos”.

El caso de Cristian marcó un récord absoluto en la historia del Incucai por ser el paciente que menos tiempo estuvo en la lista de espera antes de recibir un órgano. Desde el organismo señalan que esta historia además evidencia el progreso que significó la “Ley Justina” que está permitiendo mejorar en forma exponencial las cifras de trasplantes.

La normativa actual plantea que todos los argentinos mayores de 18 años son considerados donantes, excepto que manifiesten expresamente lo contrario. Hasta entonces, solo eran considerados donantes quienes se hubieran registrado como tales y, en caso de no haber dejado constancia de su voluntad por la afirmativa o la negativa, era la familia de la persona fallecida la que debía decidir, lo que demoraba todos los plazos.