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Información General | 29 jul 2019

Opinión

Nada es privado: sobre el uso de datos en campañas políticas

Netflix estrenó el documental The great hack, dirigido por Jehane Noujaim y Karim Amer, y motivó un debate público interesante.


Por Jerónimo Guerrero Iraola
Director de Proyectos
Centro de Estudios para la Gobernanza

No quedan dudas de que la experimentación y desarrollo de Cambridge Analytica son, de mínima, faltos de toda ética. En nuestro país, además, las prácticas denunciadas supondrían un incumplimiento a los términos de la Ley 25.326 de protección de datos personales, cuyo artículo 5° establece que “El tratamiento de datos personales es ilícito cuando el titular no hubiere prestado su consentimiento libre, expreso e informado, el que deberá constar por escrito, o por otro medio que permita se le equipare, de acuerdo a las circunstancias”.

La cuestión sobre la industria de los datos (el “nuevo petróleo” – la mayoría de las 10 empresas con mayor cotización a nivel mundial basan su actividad en datos -) nos debe llevar a pensar en nuevos marcos regulatorios. Sobre todo si atendemos a los efectos que las mismas detentan sobre la economía y los sistemas políticos.

En efecto, debemos replantearnos los alcances de la democracia, basada sobre la premisa (siempre) dudosa del libre albedrío. ¿Existe libre albedrío en el mundo algorítmico? ¿Hay contraposición de ideas y nociones mientras imperan los círculos de exclusión (aquellos por los que vemos y escuchamos sólo a quienes se enuncian parecido)?

Otro tema que se presta a debate es el relativo a cuál es nuestra cuota-parte en la sideral creación de valor de la industria de los datos. ¿Alcanza sólo con la provisión “gratuita” de ciertos servicios (Gmail / Facebook / entre otros)?

A su vez, la dirigencia política parecería seguir seteada en modo ”Siglo XX”. Sólo algunos destellos de lucidez respecto a los actuales desafíos, como cuando Lula, en Brasil, decidió migrar la administración federal de su país a software libre (en una suerte de reivindicación de la soberanía informática). Robotización, inteligencia artificial, brecha digital, son algunos de los dilemas éticos, económicos, culturales y estéticos a los que nos enfrentamos (sí, en presente).

En otro orden, es indispensable no entrar en paranoias incoherentes. Se puede ver Nada es Privado en una plataforma que es medio, productora, canal y mensaje y que, sobre todo, traza perfiles similares a los delineados por Cambridge Analytica. Hasta nos ofrecen los contenidos con imágenes diferentes. Saben qué miramos, cómo, los horarios y hasta qué abandonamos (aquellas series que dejamos a poco de comenzar por cascote).

Mi propuesta, más allá de la tentación conspirativa, es tratar de entender la nueva matriz. Por ejemplo, en Argentina la regulación electoral no alcanza a los medios sociales (redes, entre otros). Ello es una vulnerabilidad que impacta sobre el sentido y finalidad del sistema. Que Cambiemos se monte en ella es parte de los debates que tenemos pendientes, aunque (y esto es importante); en tanto partido (coalición) de Gobierno, tiene acceso a las bases de datos de ANSES, AFIP, entre otras. Ellas no deben ser utilizadas con fines electorales (ni, técnicamente, con otra finalidad que no sea el diseño e implementación de políticas públicas -o el cumplimiento de sus metas, atribuciones y/o funciones – relativas a sus incumbencias). ‪Allí, desde la oposición, debería realizarse un contralor exhaustivo (pedidos de informe, interpelaciones públicas o, incluso, judicialización).‬

Ha llegado la hora de incluir el tema de la datificación y la cuarta revolución industrial en las agendas públicas. En lo personal, considero que un punto central es declarar Internet como un derecho humano y, a partir de allí, modelar las herramientas para tender al desarrollo y la inclusión. De lo contrario, quedaremos cautives de enormes desarrollos privados cuya finalidad estará orbitando por fuera de fines comunitarios.

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