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Información General | 17 nov 2019

Advierten que potencian malformaciones

Glifosato más arsénico: "Un escenario de riesgo ecotoxicológico bastante importante"

En la Universidad Nacional del Litoral detectaron que la mezcla de glifosato con arsénico en el agua genera daños en el ADN, así como mutaciones en el metabolismo y afecciones en el sistema hormonal de los anfibios. Se trata del primer estudio local que analiza los posibles impactos en el desarrollo de la combinación de ambas sustancias.




Por Vanina Lombardi, Agencia TSS – En la Argentina se utilizan 107 plaguicidas prohibidos en todo el mundo, de los cuales el el 33% son considerados como altamente peligrosos según los criterios establecidos por la OMS y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), tal como lo indica un informe elaborado por el ingeniero agrónomo Javier Sousa Casadinho, realizado para la Red de acción en plaguicidas y alternativas para América Latina.

Entre ellos, se destacan la “Atrazina”, un herbicida que se utiliza para controlar el crecimiento de malas hierbas en la agricultura, el “Paraquat”, que se aplica en los cultivos de tabaco y hortalizas, por ejemplo, y el glifosato, tal vez es el más conocido y utilizado en el país. El nombre comercial del glifosato en la Argentina es Roundup, está patentado por Bayer/Monsanto y se estima que cada año se esparcen más de 200 millones de litros en las distintas regiones del país.

Este herbicida –por el cual Bayer/Monsanto están enfrentando un centenar de juicios en Estados Unidos y ha sido condenada por un tribunal extraordinario de la Haya–, es considerado “inocuo” en la Argentina y se lo utiliza indiscriminadamente desde hace más de 20 años, lo que ha provocado altas acumulaciones no solo en los campos, sino que también se han detectado niveles de glifosato superiores a los de los cultivos, aún debajo del agua, en el lecho del Río Paraná, por ejemplo, o en aljibes del impenetrable chaqueño, en los que los pobladores colectan agua de lluvia para consumir, ya que el agua de pozo que se obtiene en el lugar no es apta para consumo humano porque tiene elevados niveles de sales.

“Nadie puede pensar que las poblaciones humanas o animales están sólo expuestas a glifosato, en general están expuestas a múltiples estresores ambientales y hay algunos que actúan en forma más sinérgica que otros”, le dijo a TSS el investigador Rafael Lajmanovich, del Laboratorio de Ecotoxicología de Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB-UNL), que junto a colegas del Laboratorio de la cátedra de Toxicología, Farmacología y Bioquímica Legal de la misma facultad y del Programa de Investigación y Análisis de Residuos y Contaminantes Químicos (PRINARC) de la Facultad de Química de la UNL, elaboraron el primer estudio que da cuenta de los efectos combinados del glifosato y el arsénico en anfibios.

“La Argentina es uno de los sitios con mayor hidroarsenicismo del planeta y uno de los países con mayor uso de glifosato, lo que la vuelve un escenario de riesgo ecotoxicológico bastante importante, pero muchas veces hay que demostrar ese riesgo de manera experimental”, agregó el especialista, que investiga sobre el efecto ambiental y biológico de los plaguicidas desde hace más de 20 años.

En su investigación, Lajmanovich partió de de la hipótesis del médico Channa Jayasumana, de Sri Lanka, que en 2014 postuló que el glifosato mezclado con metaloides (como el arsénico) producía enfermedad renal crónica. Bajo esta premisa, el grupo del Laboratorio de Ecotoxicología comenzó los análisis para este estudio en el año 2017. “Antes que ser un herbicida, el glifosato es un quelante de metales, es decir, que tiene afinidad por los metales. De hecho, fue patentado por Monsanto en 1964 como un producto para destapar cañerías”, advirtió Lajmanovich.

El arsénico es un metal presente de manera natural en muchas zonas del país, que genera una enfermedad crónica que se caracteriza, entre otras cosas, por lesiones en la piel, conocida como hidroarsenicismo. Según la OMS, la cantidad máxima de esta sustancia permitida en agua es de 10 microgramos por litro (mcg/l), aunque se está evaluando modificar esa cantidad y llevarla a cero. Sin embargo, muchas regiones del país superan esa cifra, entre las cuales se encuentran las provincias de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Santa Fe y Santiago del Estero, que son además las más fumigadas con glifosato.

Por ejemplo, un relevamiento de la Red de Seguridad Alimentaria Nacional del CONICET, demuestra que, según los resultados de más de 400 muestras analizadas desde 2011, el agua que se consume en más de la mitad de esos puntos, ciudades o áreas rurales, contiene cantidades de arsénico superiores a la recomendación de la OMS para prevenir el hidroarsenicismo.

“Si se considera la toxicidad de la sustancia A, que es uno, y la de la sustancia B, que también es uno, la mezcla de ambas no es dos sino tres”, subraya Lajmanovich y detalla que los resultados más contundentes en cuanto a la potenciación de arsénico con glifosato fueron que producen daño en el ADN, disrupción en las hormonas tiroideas y un aumento en la proliferación celular.

“Ambas sustancias mezcladas producen un efecto que solas no producen, lo que da una fuerte potencia para producir teratología o malformaciones en el desarrollo”, advirtió el investigador y agregó que también evaluaron la exposición aguda (por ejemplo, cuando ocurre una intoxicación), en la que se analiza la letalidad que provocan las sustancias, y las exposiciones crónicas, es decir prolongadas en el tiempo, para las cuales usaron una dosis ocho veces menor a la dosis que no causa efecto.



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