viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº -1969

Información General | 10 mar 2014

Editorial

Los que hacen cuentas, los que caminan hacia el vacío y el fin del círculo cromático

El fin del verano y del clima sosegado que la crisis energética y cambiaria trastocaron, abrieron de par en par las puertas de un año en el que se definirá un nuevo escenario político nacional, provincial y regional.


Decíamos a mediados de diciembre de 2013: “Si el Presupuesto aprobado hace menos de un mes ya contemplaba un déficit importante, después de la oleada veraniega de conflictos que se avecina habrá que hacer todas las cuentas de nuevo. Pero los cráneos de la macroeconomía bonaerense no tienen un mapa completo del problema, sencillamente porque ese mapa está en permanente evolución”.

Y agregábamos: “El sólo imaginar lo que va a ser la discusión paritaria docente produce escalofríos a padres, funcionarios y maestros. Ya casi no existen gremios de la administración pública que no reclamen algún tipo de recomposición salarial, bono compensatorio, doble aguinaldo, o lo que sea. “Hay que recuperar el salario real” es la consigna, y la grieta que abrieron las fuerzas de seguridad es el ojo para mirar el futuro estival".

Pues bien, así comenzó el año. Las paritarias ocupan gran parte de la información que circula por todos los medios de comunicación. El conflicto docente (que promete mantenerse firme hasta que vuelvan o no los maestros al aula) y los reclamos de todos los sectores gremiales tienen en vilo a los funcionarios de todos los órdenes. ¿Alguien quería un ejemplo didáctico de lo que es “puja distributiva? Ahí tiene: empresarios remarcando para maximizar sus ganancias y trabajadores en conflicto para defender su salario del avance inflacionario.

El clima político nacional, pese al malestar social (que parecía crecer al ritmo de los precios) que el gobierno supo menguar de una forma bastante más atinada a la que nos tenía acostumbrados, mantiene una dinámica que el Gobernador y la Presidenta han logrado administrar. Ambos, tanto Scioli como CFK, coincidieron en que es tiempo de mostrar una gestión con rostro “más racional” y de mejor perfil para la clase media. Unieron sus destinos en uno sólo: no hay Scioli 2015 sin Cristina Fernández dejando el gobierno con una aceptable popularidad.

He aquí el dato que se distingue de años anteriores: el kirchnerismo siempre temió un volantazo del motonauta, deshojó toda la margarita y el último pétalo fue “me quiere”. Los más duros ahora aman a Scioli, que será lo que sea, pero llena de esperanzas a este FPV (versión K) de prolongarse en el ejercicio del poder.

El mensaje a puertas cerradas es siempre, pero siempre, el mismo: “Scioli es una caja de pandora pero no nos va a empujar a la oposición, empujará “nuestras” listas hacia arriba y prolongará este ciclo, aunque sea con otro matiz”.

“Lo mejor está por venir” era la consigna K más popular durante y después de las elecciones que llevaron a CFK al segundo mandato presidencial. Nótese: la consigna estaba repleta de futuro y de buenas expectativas. Nadie dice eso ahora, ni siquiera los sciolistas de hueso duro, menos amigos de las metáforas y la poética militante que del lenguaje gris y árido de la tecnocracia.

No hay otra lectura: Scioli no es el cambio para nadie. O no lo dice, o no quiere decirlo, o no se lo dejan decir, o lo aconsejan no hacerlo, o lo que sea. Se presenta como regalo bello de la realidad actual, no como un sueño utópico, ni siquiera como sueño conservador.

Se muestra como el proyecto político de la hermandad, el amor, el trabajo, el “compromiso con la gente”, y sobre todo “el diálogo”. Pero necesita abrazarse al kirchnerismo, tanto como el kirchnerismo abrazarlo a él.

Con esto, estimado lector, no subestimamos la potencia y los niveles de popularidad de importantes dirigentes del oficialismo, en absoluto.

Hagamos una lista: Florencio Randazzo, Gabriel Mariotto, Julián Domínguez, Jorge Uribarri y varios más. Ninguno logra asustar a Sergio Massa ni lo sigue de cerca en ninguna de las encuestas que circulan, ni siquiera en los borradores recontratocados de la SIDE o su agencias amigas.

Es Scioli o nadie. La “Década Ganada” se va sin dejar una cantidad importante de figuras con popularidad. La estrategia (contra lo que mentaba Néstor Kirchner a menudo) de podar la flor que asomara entre las “mil flores” produjo ese efecto. La “mesa chica” con la que dialoga la Presidenta está compuesta por personas que no quieren hacerse conocer: el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, y el hijo presidencial, Máximo Kirchner.

Paradojas: la organización que tiene más recursos directos del estado nacional, La Cámpora, expresa que es una virtud que sus referentes no aparezcan en los medios, según repite la autora del libro de moda sobre esa agrupación, Sandra Russo. Se lo barniza con un poco de “no jetoneamos, trabajamos”, o “estamos en los barrios, no en los medios”.

Una explicación que la periodista cita como una verdad revelada. La realidad es que Máximo Kirchner necesita que todos se emparejen con él. La explicación de la autora del libro carece de cualquier racionalidad política. Imaginen a Rodolfo Walsh en los 70 (para citar un ejemplo que los jóvenes k reconocerían como propio) diciéndole a Héctor Cámpora que baje el perfil, que mejor no jetonear. Son otros tiempos, es verdad. Pero desde que existe la política quienes pretenden transformarla ponen su cuerpo, aunque vengan los golpes y el debate interno.

Esta lógica de dotar a quienes evitan la acumulación política mediante el uso de medios de comunicación, y la castración de muchas figuras territoriales sólo podía arrojarle al kirchnerismo un resultado negativo. Ahora eso no le importa a nadie, porque es demasiado tarde. Scioli es la esperanza hacia el futuro, la única. Después se verá. La teoría de un futuro “gobierno en disputa” (donde tirarían de él desde todos lados) crece.

En la región esto impacta indirectamente. El intendente de Ensenada pone la cara y es muy fiel al proyecto kirchnerista, pero aprieta los dientes cada vez que piensa en las inversiones en infraestructura que la Provincia demora en Ensenada, por ejemplo, y que generan un clima de tensión que él debe salir a resolver. Todo hace suponer que no habrá dinero para la planta de tratamiento integral de residuos, pero pareciera que para la oposición el Gobernador atiende más lejos que el jefe comunal.

Lo mismo pasa en otros distritos. Por eso, el Partido Justicialista de la Provincia funciona aceitadamente como un corralito para evitar más fugas hacia el massimo.

Es el PJ, no lo preside Evo Morales, lo dirige Fernando Spinoza, un peronista que medio año atrás hubiera sido calificado de “barón” (sí, con “b”) de los peores que tiene el conurbano. Pero los que ayer pedían pureza absoluta hoy festejan el saludo cordial de los caciques territoriales. Soplan nuevos vientos.

El referente camporista bonaerense José Ottavis marcha pegado al diputado Fernando “Chino” Navarro para no caer bajo línea de flotación. Lo necesitó cuando un sector del PJ bonaerense lo quiso desplazar de la vicepresidencia de la Cámara de Diputados.

Son tiempos de ajuste aún para muchos que pese a todo llevan las alforjas cargadas. El “Chino” Navarro es un reconocido peronista con llegada al pejota tradicional y tradicionalista, y desde la presidencia del bloque K en Diputados logró salvarlo.

Los intendentes. El bruerismo

Massa eligió una fórmula práctica para estructurar su construcción partidaria, y un método eficaz de acumulación política: el Frente Renovador es, de alguna manera, un anillo de intendentes que lo tiene a él como núcleo directriz.

Hay una explicación: Massa es hijo de una generación de jefes comunales que gestionan distritos de gran porte, complejos y que manejan recursos importantes vía coparticipación de la Provincia, que es directa, se realiza por goteo, sin necesidad de que cada jefe comunal haga huelga de hambre reclamando fondos atrasados.

Emergentes de la política que surgió con el fin del bipartidismo, gobiernan sus distritos ocupándose desde los temas más banales hasta los más complejos.

Martín Sabatella fue pionero en ello: ganó en Morón contra todos, gobernó en absoluta soledad durante años, y aún hoy su espacio político gobierna el distrito.

Lo mismo ocurre en Ensenada: Mario Secco creó casi veinte medianas empresas municipales para reemplazar a las firmas parasitarias que se quedaban con los recursos de su municipio, las administra muy bien y lejos de acarrearle un costo, lo potencia y lo hace más eficiente.

Son dos ejemplos que se cuentan por decenas, de todos los sectores políticos.

Sergio Massa convocó a un puñado de intendentes y quebró al FPV durante las últimas elecciones. Donde no gobernaba un aliado suyo, armó con dirigentes con los que había formado una sólida relación cuando era Jefe de Gabinete.

Ese es el esquema. Por eso recibió al cuestionado intendente de Merlo Raúl Othacehé, en un distrito donde los renovadores locales habían dejado casi KO al viejo líder comunal durante las últimas elecciones.

Pero no son sólo intendentes los que sostienen el andamiaje del FR y lo amplían. Massa recorrió los pasillos del peronismo y no cree necesitar pedirle análisis de sangre a nadie, sólo subordinación estratégica a su proyecto. Quiere una nueva transversalidad, con cierta impronta peronista y participación de gente de todos los partidos políticos.

Este verano, la vida le sonrió. Se encargó de refregárselo al kirchnerismo con una foto junto a su oponente derrotado, Martín Insaurralde, que posó para regocijo de los renovadores como un campeón junto a su novia de la farándula.

Esa foto constituye todo un símbolo de la dispersión kirchnerista, y de la ausencia de una estrategia que unifique a todas las partes. Massa no tiene ese problema. Scioli, en cambio, deberá realizar maniobras de equilibrista para representar la continuidad de la era K y, al mismo tiempo, diferenciarse discretamente del oficialismo para recuperar votos perdidos acercándose al centro y la moderación, sus credenciales preferidas.

Durísima batalla, sobre todo porque el principio no escrito en ningún manifiesto que haya hecho historia en las ciencias sociales, pero que la política doméstica conoce, repite, y experimenta, consigna que el elector, dado a elegir entre dos propuestas del mismo tenor y matiz parecido, elige la más auténtica. Se explicita así: “Nadie vota una fotocopia, todos prefieren el original”.

A favor de Scioli no debe soslayarse el hecho de que cuenta con alta imagen en la sociedad, es difícil entrarle, recibe gran simpatía del gran diario argentino, y representará un partido estructurado desde Ushuaia a La Quiaca. Las encuestas lo tienen atrás, pero debemos pensar la política como procesos, y por ende todo puede cambiar.

La forma en la que impacta todo esto en la política platense abre muchos caminos para la reflexión. Pero hay una pregunta que no para de sonar en los lugares donde se discuten las estrategias de cada sector . ¿Qué va a hacer Bruera? ¿Es cierto que ya selló su pase al Frente Renovador? ¿Y quién sería, entonces, el candidato a Intendente del FPV? La división del peronismo y zonas adyacentes, permitirá que el radicalismo, progresismo y aliados se queden con el municipio? Veamos.

Una cosa es cierta: si fuera por Bruera, y se lo permitiera Massa, el sector que conduce estaría en el Frente Renovador.

La experiencia efepeviana es un trauma insoportable para la gestión comunal. Hablan de la Presidenta mencionándola con más desprecio que los caceroleros. La odian. Odian a La Cámpora. Detestan a los que se les fueron. No existe kirchnerista platense capaz de dejarse seducir por ellos. En el FPV tampoco los quieren.

Hace días se lo vio en un acto de Ensenada a Mario Oporto junto al Intendente Mario Secco, en una convocatoria de la Corriente Nacional de la Militancia. Son muchos los referentes políticos kirchneristas que no hacen política en La Plata y sueñan con encabezar a nivel local una boleta de Scioli Presidente, porque dan por hecho que la migración de Bruera se consumará tarde o temprano y quedará un gran espacio vacante..

También la Decana de Periodismo, Florencia Saintout anhela poner sobre la mesa los 11 puntos obtenidos el año pasado y encabezar una lista que lleve las banderas del kirchnerismo de paladar negro. Hay un problema en el sector de La Cámpora y aliados en La Plata, donde incluimos al alakismo, o lo que queda de él: no hacen política en la Ciudad.

Anoten: crisis en el suministro energético durante todo el verano (EDELAP), disposición final de los residuos (CEAMSE), policía municipal (en tratamiento en la Legislatura), crisis en el suministro de agua durante todo el verano (ABSA), problemas entre la comunidad trans y vecinos de la zona roja, licitación y ejecución de las obras prometidas luego de las inundaciones, y varios temas de actualidad.

Ninguno de los cuatro ediles del Bloque Nacional y Popular (que representa el espacio kirchnerista no bruerista) emitió una palabra sobre estos temas, muy caros a los intereses de los vecinos no sólo de La Plata, si no de toda la Región.

Ese grupo reporta a La Cámpora, menos el concejal más antiguo, el alakista Sebastián Tangorra. Tangorra hablaba mucho en el recinto, era afable y cordial como su jefe. Hoy no se lo ve públicamente, y, por el contrario, hace poco destrató muy mal a un cronista de INFOBLANCOSOBRENEGRO cuando este último fue a presentarse con él.

“El Mono” Tangorra es, quizá, quien más conoce la política local. Fue referente universitario del menemismo en los 90, y militó para el riojano hasta que su jefe político local cambió de bandera. Rápidamente se adaptó, y hasta se lo puede ver cantando “hicimos la resistencia, volvimos en el 2003”, con pibes y pibas de 16 años. Conoce el don de mutar como nadie, maneja “los temas” de la ciudad. Pero ni siquiera se lo suele ver en el Concejo Deliberante. Es sólo un ejemplo de una concepción muy común en el cristinismo: militar para el jefe nacional y dejar los asuntos locales a merced de las demás fuerzas.

Los sciolistas aseguran tener un nombre en carpeta que, off the record, soltaron en una reunión chica para planificar un futuro FPV sin los Bruera. Es un nombre “instalado” (uno de los problemas que tiene, a priori, cualquier precandidato que pretenda ganar), pero, como los ediles camporistas, tiene nula incidencia en el debate sobre los temas cotidianos de los platenses. Parece un extranjero que acaba de bajar del avión.

El vicegobernador Gabriel Mariotto se juega una carta importante con el senador provincial Emilio “Taca” López Muntaner. Con menos estructura que las agrupaciones ex Unidos y Organizados, López Muntaner, no obstante, interpela a los platenses sobre temas cotidianos, y pretende llegar hasta el final de la pelea. “¿Quién si no él puede sintetizar a vertientes tan diferentes?”, afirman entre los mariottistas locales.

Pero, de regreso en el análisis del camino sinuoso que transita Pablo Bruera, pensemos que es posible, que es factible, que Sergio Massa abra las puertas de su Frente Renovador para el presidente del PJ local.

¿Arriesgaría Bruera todo (pero todo todo) su capital político en una interna abierta contra el espacio local que se impuso por goleada en las últimas PASO, y también en las últimas elecciones generales? ¿Se bancaría una campaña del estilo “Chau Bruera, votá a Arteaga”?

La sensación que flota en el ambiente político es que el bruerismo no elegirá las opciones, tomará las menos malas y tratará de apalancarse en el gran diario platense de diagonal 80 (en verdad, con quien selló su destino luego de la inundación del 2 de abril, que por poco los deja, destitución mediante, en la historia).

“El Diario” les puede agregar uno ó dos puntos, pero es difícil saber si el oficialismo municipal hoy en día está más cerca del 15 por ciento que del 20 (recordemos que en las últimas generales sacó un porcentaje de 17 puntos).

El eje FAP-UCR-PS suele ser poco agraciado por la prensa local. Bruera necesita que el panrradicalismo, los que se fueron de ese partido y sus recientes aliados (PS, Libres del Sur) no se visibilicen.

Los votos del “progresismo” en los últimos comicios provinieron en gran parte del bruerismo, y le dieron al Frente Progresista Cívico y Social encabezado por Juan Cocino un contundente porcentaje electoral cercano al 19 por ciento de los votos.

Si el FPV y el massismo concitan las expectativas de muchos que apoyaron al kirchnerismo durante la última década, ellos están seguros de convocar al voto opositor duro. Así, se quedaron con parte de los votos de De Narváez en las elecciones de medio término del año pasado. No se debe subestimar el potencial de ese espacio. Tiene militancia y es difícil castigar a sus candidatos apelando al pasado.

Nos debemos otro encuentro en esta columna, estimado lector, que aborde los temas cotidianos de la ciudad que ya mencionamos líneas arriba. Lo haremos a la brevedad.

La historia, en el plano que sea, no la escriben héroes o villanos, vale recordarlo. Apenas hombres y mujeres que representan segmentos sociales e intereses sectoriales. Detrás de tantos candidatos, se mueve vigorosamente una región y una ciudad donde pugnan entre sí factores de poder económico, cultural o social. La política es la patente, la cáscara. Lo difícil, el desafío, es deshilvanar el subsuelo de la política, que es el suelo que pisa la gente de a pie.

Esa que vota, trabaja (si puede) o estudia (si puede) dos años y vuelve al cuarto oscuro.

Esa misma gente que sufrió la más terrible tragedia que hubo en la Región desde 1882 hasta la fecha, y que trastocó gran parte de ese mundo real, que luego en las urnas sacudió la realidad política y le dio la victoria a José Arteaga, hundió la hegemonía bruerista, instaló a la tropa que conduce Margarita Stolbizer, y sembró nuevos dirigentes como Leandro Amoretti, que casi irrumpe en el Concejo Deliberante local con una propuesta difundida (casi se podría decir) con tiza y carbón.

La próxima editorial estará destinada a abordar y analizar esos temas en los que se nos va, o se nos viene, la vida en serio. La tragedia del 2 de abril lo cambió todo, ya analizaremos cómo, incluso, más allá de la superestructura política que disputa el poder formal.

Falta menos de un mes para que se cumpla un año. Mucho han luchado las víctimas, y es mucho el dolor que aún llevan consigo. También son muchos los vecinos que silenciosamente hacen su duelo e intentan superar el trauma. Lo más fácil, paradójicamente, es reconstruir sus bienes, pese a la mala política de reparación económica que tuvo el Estado.

Porque el agua no sólo se llevó puertas, ventanas y vidrios. Se llevó personas, y nada repara esa pérdida, ni siquiera un subsidio. Tamaña conmoción rediseñó la vida social de la región. Se profundizó el debate sobre qué modelo de ciudades queremos, qué errores hubo, qué se debe hacer.

En todo ello hay intereses en juego, la política vehiculiza contradicciones y define quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores. Está claro que todos queremos que ganen todos.

La catástrofe del 2 de abril puso en blanco sobre negro que La Plata marchaba hacia otro modelo: en el que ganaban los menos y perdíamos la mayoría. Tuvimos que tener el agua al cuello para descubrirlo. No esperemos otra desgracia para cambiarlo.

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