viernes 29 de marzo de 2024 - Edición Nº -1941

Información General | 24 ago 2013

Nota editorial

Análisis: la semana política en La Plata. Las primeras horas del último capítulo

Luego del vertiginoso ritmo que continuó después del domingo 11, cuando se celebraron las PASO, y después de la semana para reflexionar puertas adentro que se tomaron todos los sectores, la política local va recuperando su ritmo y los partidos vuelven muy lentamente al centro de la escena platense. Sobre todo los que en la noche del escrutinio se llevaron algún premio a casa.


Esta semana, Pablo Bruera convocó a 4 mil militantes del peronismo local, y pudo dar una muestra de fortaleza cuantitativa y cualitativa, es decir, mostró que tiene a muchos y que esos muchos están dispuestos a no ceder lo conquistado desde que ocupan el Palacio de calle 12. Las gargantas pusieron en blanco sobre negro que, efectivamente, escucharon la voz de las urnas, y que deberán transpirar mucho más que lo que esperaban para salir airosos en las generales de octubre. Lo dijeron sin muchos artilugios, gritando como en la cancha: “A poner huevos que tenemos que ganar, a poner huevos que tenemos que ganar”.

Pero no siempre alcanzan “los huevos”, ni son la única materia prima para el ejercicio de la política. Lo demostraron en el Frente Renovador, que metió doblete de alto impacto mediático con la visita de Sergio Massa y la dramatización de la salida de Javier Pacharotti del Concejo Deliberante.

El caso se magnificó como si se tratara de un mandatario depuesto por un feroz golpe de Estado, cuando lo lógico y obvio, y que debería ser uso común entre las reglas de la política, es el reconocimiento de la representación que detentan las mayorías, independientemente de las argumentaciones reglamentarias que se sabía que sólo podían estirar el resultado final.

Como telón de fondo, en ese episodio, se vieron una maniobra muy desprolija del oficialismo, gestos confusos del alakismo representado por Sebastián Tangorra, y un debate tan inevitable como estéril para mejorar una ciudad en la que la política aún no termina de saldar con la gente la herida abierta desde el 2 de abril pasado.

El panradicalismo, alineado en el Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), sabe que tiene que subirse al ring, ocupar el escenario y evitar la polarización entre el FPV y el FR. Por eso se movió rápido, con una conferencia de prensa que reinstaló en los medios a sus candidatos locales, aunque no pudo, como sí logró el massismo, mostrar que no quedaron heridos luego de las internas. Todavía Panella sigue en la clandestinidad para sus correligionarios, y, obviamente, lejos de las fotos con los ganadores.

La puesta en escena que logró Sergio Massa con su llegada a nuestra Región sí pudo mostrar juntos a ganadores y perdedores de una compulsa interna. En el acto que realizaron los massistas, su jefe político destacó “el logro de mantener la unidad después de las elecciones”. Sólo el tiempo lo dirá. Nadie apuesta demasiado por el compromiso de Carlos Melzi con la campaña, aunque se sabe que el camino es largo, y que Melzi es muy pragmático, por lo que es posible que usando su calculadora opte por acompañar sin demasiados ambages a los ganadores. “Acompañar hoy para acumular mañana” es la máxima entre sus colaboradores. Habrá que ver.

Gonzalo Atanasof se salió de los manuales. Un candidato “instalado”, que hizo una relativa buena elección, pese a no alcanzar los votos esperados, que cuenta con recursos económicos y un importante equipo de trabajo, no salió a generar el golpe de efecto que necesita. Su colorado jefe sí lo hizo cuando amagó hábilmente con renunciar para concitar toda la atención sobre él, y terminar diciendo que seguía hasta el final.

Merced a esa jugada, De Narváez se llevó una medalla: la tapa de todos los diarios, que hasta entonces no habían hecho más que hablar de la pelea de fondo entre Martín Insaurralde y Sergio Massa. Pero tanto Atanasof como su compañera de fórmula, Agustina Ayllón, se corrieron del escenario político mediático, y regalan tiempo y espacio que más tarde van a anhelar como el aire para mover la tabla de posiciones.

Entretanto, el resto de las fuerzas se enfrasca en sesudos debates internos, necesarios, pero riesgosos si no se calibran con la presencia en la calle y el contacto con los vecinos. La campaña con vistas al 27 de octubre ofrece bastante tiempo por delante, pero tampoco una eternidad. Dos meses pueden ser mucho para el que puntea, pero muy poco para el que rema desde atrás.

Son ocho semanas intensas las que vendrán. En esta recta final, ahora se juega a todo o nada, a cara o seca, a ganar o perder, a alcanzar los objetivos o a quedarse en el camino. Las agujas del reloj comienzan a recorrer su lento tiempo de descuento. Es la hora en la que empieza la función.

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