Que Marcelo Tinelli es un formador de opinión nadie lo puede negar. Muchos recuerdan el final de campaña de 2009, cuando el ascendente (por aquél entonces) Francisco De Narváez (hoy ladero del Gobernador) se apalancó en el programa del conductor más popular para dar el último zarpazo contra un Néstor Kirchner que parecía invencible.

El líder kirchnerista subestimó los consejos de propios y extraños y ninguneó al conductor oriundo de Bolívar, lo llamó por teléfono al aire, lo guapeó y se despidió. Ganó el Colorado sin partido político, empresario y, hasta ese entonces, desconocido colombiano nacionalizado argentino.

Los cruces luego del frustrado intento por integrar al exitoso conductor a las transmisiones de fútbol, en lugar de dejar “la tristeza de lo que pudo ser y no fue”, dejó el rencor de los despechados, de ambos lados.

Desde entonces, Tinelli utiliza Twitter para tirarle dardos al oficialismo cada vez que el contexto se lo permite.

Se sabe. el conductor arrima más votos que cualquier consultor, publicidad o candidato de los que hay en el montón. Es un líder en lo suyo, y la gente se identifica con él: un “muchacho de pueblo que llegó a Buenos Aires y triunfó en base a su simpatía y calidez”, como dice la calle.

El 14 de abril vuelve a la TV, y desde los sectores más moderados del FPV temen que el showman descargue su ira contra el oficialismo “en devolución de las chicanas que se dijeron sobre él”, explicó “El Chato” Prada, colaborador del presentador, a una FM porteña.

Los cruces ya arrancaron. Hoy Tinelli , desde su cuenta de Twitter @cuervotinelli, dijo: “Ahora llego el momento de hacer algo de verdad por el tema inseguridad. Y esto va para todos los dirigentes políticos”.

Más elocuente fue la frase que tocó el cuerpo entero del oficialismo, cuando dijo que la dirigencia debe hacer “algo de verdad por el tema inseguridad”. Ergo: no se viene haciendo lo suficiente.

Es el estilo cuidado e inteligente con el que siempre supo jugar el animador: se muestra independiente de la disputa política y navega por encima de ella, lejos del barro de las chicanas fuertes y de las feroces polémicas.

Pero donde más duelen las críticas veladas y no tan veladas del hombre de Bolívar es en el entorno del Gobernador. Scioli ama a la farándula, la ama porque se crió en ese ambiente, y porque su construcción política estuvo siempre muy vinculada a ella.

Los paseos por la puerta del Hotel Costa Galana junto a la sempiterna estrella de la pantalla chica Mirta Legrand, agarrados “del brecete” y saludando turistas cholulos ha sido una constante cada verano.

Es más, la propaganda política durante los días de temporada alta en la costa atlántica son una parte importante del cuidadoso trabajo sobre su imagen, maquillada hasta al cansancio por asesores y cuidada con obsesión.

Este verano, el impacto inflacionario y la paritaria docente latiendo junto al reclamo policial, no le permitieron lucirse con demasiado esplendor.

No faltarán emisarios para ablandar al ídolo televisivo. Tinelli sabe que Scioli no es Máximo Kirchner, obviamente. Pero los desencuentros con la Rosada lo acercaron un poco a Sergio Massa.

Incluso se habla de algunas charlas entre ambos en torno al tema AFA. El tiempo lo dirá. Mientras, algunos trabajan por cerrar las heridas, pero el capo de la TV no parece estar muy preocupado ni apurado para que ello ocurra.