martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº -1966

Información General | 2 abr 2014

A un año de la tragedia

Durante toda la tarde Plaza Moreno se convirtió en un espacio abierto para la Memoria

Hace un año La Plata sufría la peor catástrofe de su historia. Doce meses después, cientos de vecinos transitaban entre una multitud que se acercó a recordar a las víctimas y pedir justicia.


La convocatoria estuvo a cargo de las organizaciones (formales o espontáneas) que tomaron la iniciativa, y que se movilizan una vez por mes desde la inundación.

Hoy recordaban el primer año trascurrido desde aquel día, y la multitud que se acercó a acompañarlos pudo observar una variada y diversa cantidad de expresiones: una casa con objetos de las víctimas fatales, un escenario donde el fiscal Julián Axat leyó poemas, una carpa donde expuso el juez Luis Arias, una murga (“Cartón Yeno”), fotografías, y hasta una súbita y sorprendentemente manifiesta (por el disimulo con el que los partidos políticos intervinieron en la jornada) irrupción de un centenar de militantes de la UCR que irrumpieron con bombos y bocinas coreando canciones contra el intendente Pablo Bruera.

Pero ese fue sólo un momento de una tarde larga. Mientras los minutos pasaban y el sol caía, se acercaba cada vez más gente. Lo único claro entre la multitud que transitaba por la plaza era que se conmemoraba el 2 de abril, día que quedará para siempre en la memoria de los vecinos de esta región ligado a la desgracia (además de recordar el día en el que Argentina recuperó nuestras islas australes usurpadas, y el Día del Veterano de Malvinas).

No existe una “federación”, “coordinadora” o entidad de segundo orden que agrupe a la totalidad de las asambleas que se constituyeron en cada barrio. Las divisiones quedaron más expuestas durante el aniversario, pero, más allá de las divergencias, la tarde fue (sobre todo para los que se acercaban por primera vez a un acto de estas características) una jornada por la Memoria de carácter unitario.

Un conocido dirigente local comentaba: “Para los que se acercaron, es todo lo mismo, por suerte no se pusieron las divisiones por encima de las reivindicaciones”. Era la pura verdad. La gente caminaba parsimoniosamente, sin alegría pero sin lágrimas, recordando.

Parecía una cita con el compromiso por Verdad y Justicia que los platenses sintieron desde aquella horrible tormenta. Nada más. No abundaron los panfletos, ni tampoco las banderas.

Los partidos, salvo la excepción mencionada, también optaron por evitar desplegar sus estandartes, con alguna excepción de un sector que, hay que decirlo, acompaña desde la primer marcha, y en un lugar marginal.

En resumen, podía observarse mucha gente que llegaba y mucha gente que se iba (por ende, es muy difícil cuantificar la asistencia a la plaza), un cálido clima de confraternidad entre los menos comprometidos con la organización de la jornada, un clima más tenso entre los grupos convocantes por las diferencias que arrastran desde hace tiempo, respeto por los familiares de quienes perdieron su vida en la tragedia, una manifiesto compromiso desde la diversidad (se observaban entre la gente a dirigentes políticos de muy diferentes extracciones), y LA AUSENCIA DE UNA ESTRATEGIA UNIFICADA. Quizá sea esa la causa del sinsabor que se percibía entre algunos asambleístas muy conocidos. Pero bueno, esto es La Plata, Argentina.

Lamentablemente, hasta para enfrentar los desafíos más nobles, los argentinos encontramos en la división un camino posible y, pareciera, con cierto sentido épico. Problema idiosincrático eterno, si los hay.

Pero el balance general, según ´pudimos observar, fue bueno. Cientos de vecinos unificados sin ninguna consigna definida, sino recordando, alejando al olvido, comprometidos con el reclamo de justicia, y manteniendo viva la llama de la demanda más sentida: que quienes llevan adelante la administración de lo público, después de tanta lucha y de tanto llanto, deberán tener en cuenta que, o hay gestión “para los negocios”, o hay gestión para los hombres y mujeres de a pie. Esta Ciudad ya no será como antes.

Recordar aquel 2 de abril, siempre, será poner sobre la mesa ese precepto: los intereses económicos, si no coinciden con los de la sociedad en su conjunto, más temprano que tarde constituyen una bomba cuyas consecuencias son inconmensurables.

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