viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº -1962

Información General | 3 abr 2014

"La puta que vale la pena estar vivo"

"Caballos Salvajes" en la bajada de la autopista La Plata - Buenos Aires

Este mediodía la bajada de la autopista Buenos Aires - La Plata servía de recreo para una decena de caballos que alegremente pastaban en los alrededores mientras esquivaban autos. Para completar el cuadro, empleados de AUBASA que pintaban guardarrail observaban pasivamente, y ante la requisitoria de INFOBLANCOSOBRENEGRO dijeron: "Hagan una denuncia". Los coches zigzagueaban a los equinos. De milagro no hubo muertos.


Hace 8 meses, el ministro de Infraestructura bonaerense, Alejandro Arlía, informaba que el 93 por ciento de las acciones de la flamante empresa Autopistas de Buenos Aires S.A. quedarían a cargo del Estado provincial y que el 7 por ciento restante correspondería a los trabajadores representados por su organización sindical.

Arlía precisó que Aubasa tendrá bajo su responsabilidad “tanto la administración como el mantenimiento y expansión de la Autopista Buenos Aires-La Plata”.

Más tarde, la gestión de AUBASA quedó a cargo del ex referente denarvaísta Gonzalo Atanasof, devenido junto a su jefe político pelirrojo en un disciplinado sciolista, después del magro desempeño del empresario en la últimas elecciones generales.

Sería muy pueril analizar negativamente la gestión de Atanasof a tan poco de haber asumido su función.

Pero hoy ocurrió un hecho extremadamente grave, y a los ojos de personal que está a su cargo. Todo, con la pasividad de esos policías que adornan el ingreso a la ciudad, y cada tanto, despiertan de dormir la siesta.

Como ocurrió este mediodía, cuando un cronista de INFOBLANCOSOBRENEGRO, luego de tomar fotos de los “caballos salvajes” (y de los “pintores” de AUBASA que los observaban pastar y juguetear en el asfalto de la zona de la bajada de la autopista) despertaron sobresaltados ante la alarma de nuestro redactor.

“Haga la denuncia en la cabina que está en la rotonda por favor”, respondieron los uniformados mientras se refregaban los ojos.

Hasta allí fuimos. Una mujer policía nos dijo, parsimoniosamente: “Ahhhh. ¿Y en qué parte?” Entonces, respetuosamente, le dijimos que importaba “un carajo” en qué parte, porque los animales estaban dispersos y a esa altura ya no sabíamos si no había quedado algunos en el capot de algún automóvil.

Por supuesto, tuvimos que mostrar credenciales de prensa e informarle que estábamos haciendo una nota para que automáticamente la uniformada realizara un aviso más enfático utilizando su radio.

Lo de hoy es grave: no debería haber animales sueltos en ningún sector de la autopista, pero menos aún en la bajada, donde los vehículos giran sin saber qué hay a tres metros de distancia. Podría haber sido una tragedia.

Pero más grave es aún porque todo ocurría a los ojos de personal de empresa. Un desatino mayúsculo que, por el bien de todos, esperemos que no se repita.

Mirá las imágenes que pudimos captar antes de dejar el lugar rápidamente para hacer la denuncia

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