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Información General | 30 ago 2013

Crisis en IOMA

Por una impresora que se rompió, decenas de afiliados quedaron sin medicación

Hoy al mediodía, los que estaban esperando la autorización para retirar medicamentos en la obra social, estallaron en bronca cuando se enteraron de que sería imposible conseguirla, dado que se había roto la única impresora que funciona en el edificio


Aunque parezca mentira, e incluso llame la atención de los que no son afiliados al Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), hoy se rompió una impresora y decenas de personas quedaron sin medicamentos hasta el próximo lunes.

Pasado el mediodía, en la sede de IOMA de 46 entre 13 y 14, dejó de funcionar la única impresora que tiene el departamento encargado de las autorizaciones de medicamentos oncológicos y psiquiátricos, amén de las distintas prácticas clínicas.

Inmediatamente, los afiliados comenzaron a pedir explicaciones a los empleados administrativos cansados de la burocracia de la obra social. La respuesta fue sencilla: “Dependemos de que el área de sistema venga enseguida a repararla”.

A los más insistentes, les otorgaron la posibilidad de retirar la documentación entregada y regresar el lunes. Muchos optaron por esta opción, dado que llevaban más de dos horas en la sede.

“Yo hace 15 días que ando reclamando la medicación. Hoy vengo, está autorizado y no me la puedo llevar porque está descompuesta la impresora.
Esto es una risa”, declaró uno de los afiliados, que aguardaba ansioso la autorización de la Pregabalina, droga necesaria para su tratamiento psiquiátrico.
Muchos de los presentes fueron hasta el tercer piso de la sede central, ubicada a una cuadra, para solicitar la impresión de las recetas que autoriza la obra social que luego permite la compra de los medicamentos en las farmacias. El malestar fue en aumento al enterarse que los empleados de esa sección no estaban autorizados a hacerlo, al tiempo que ignoraban el tema de la rotura de la impresora en la otra sede.

Al cabo de media hora, aproximadamente, uno de los operarios bajó del primer piso cargando un artefacto similar al que no andaba, ante la mirada atónita de los presentes. Y no faltó alguno, que pronunció la esperada frase que sintetizaba el momento: “Estos desvisten a un santo para vestir a otro”.

Cerca de las 14, muchos de los presentes lograron lo que estaban esperando luego de que algunos empleados fueran hasta la otra sede a imprimir las planillas correspondientes para entregar.

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