El Mundial de fútbol será la primera competencia de convocatoria mundial que alojará Brasil antes de los Juegos Olímpicos en 2016. Por este motivo, la policía brasileña ha implementado un operativo policial especial para reprimir las manifestaciones violentas, sobre todo en las favelas.

El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, presentó esta mañana el manual de funcionamiento de la ciudad durante la próxima Copa del Mundo de fútbol, tras varias jornadas en la que se registraron tiroteos en una de las favelas supuestamente pacificadas por la policía, que dejaron como balance un muerto y varios heridos.

En el gobierno hay preocupación por lo que pueda suceder durante el Mundial. El nivel de rechazo al encuentro deportivo ha venido creciendo en forma sostenida. Según consultoras, éste fue apoyado por 79 por ciento de los brasileños en 2008, cifra que cayó a 48 por ciento en abril. La mayoría de la población afirma que no volvería a postular al Brasil como sede de un Mundial.

Pero, el dato central es la rebelión que se propaga desde las favelas, sobre todo en Río y en São Paulo. En los últimos meses el activismo en estos barrios crece a la par de la violencia policial, y por momentos se desborda hacia el asfalto.

Pese a la dura represión, las movilizaciones de los favelados comenzaron a crecer. En julio se multiplicaron por la desaparición de un albañil en la Unidad de Policía Pacificadora (UPP) de la favela Rocinha. El hecho se convirtió en símbolo de las torturas y asesinatos de la policía militar.

Para cubrir el Mundial, se sumarán 2000 nuevos policías en las calles de Rio de Janeiro y muchos estarán en las favelas. Rio es una de las ciudades más violentas de Brasil, con un alto índice de criminalidad y asesinatos.

“Las manifestaciones son un ejercicio libre y democrático. Nuestra actuación es para impedir acciones violentas. El objetivo del gobierno es cosechar datos e informaciones para prevenir manifestaciones violentas”, expresó el secretario para Seguridad Pública de Grandes Eventos, Andrei Passos Rodrigues.

Además, los servicios de inteligencia monitorean las redes sociales, que en junio han sido usadas para convocar las protestas contra la corrupción y los millonarios gastos públicos en la preparación del Mundial y en demanda de mejores servicios públicos de salud, transporte y educación.