viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº -1969

Información General | 11 may 2014

Lo que viene

Editorial: La agonía de los contrastes

A poco de la verdadera recta final, los candidatos mayores, y los referentes locales, preparan sus cañones. El Mundial llega y se va como una tormenta de verano. LO QUE COMIENZA (Y LO QUE SE AGOTA)


Cuesta recordar un período preelectoral tan monocromático. Bueno: es una metáfora contradictoria: tan sólo en el marketing, con sus “marcas” y colores es donde hasta estos días pueden encontrarse las mayores diferencias entre los dos candidatos que puntean, por ahora, en todas las encuestas.

Daniel Scioli siempre fue un hombre enigmático. Se lo tilda de “moderado”, y está bien que así sea. Es un verdadero crack eludiendo definiciones ideológicas o políticas. Por eso abona como nadie el perfil del candidato más moderado. Puede posar junto a Boudou y a Francisco De Narváez.

Pero: ¿ser “moderado” desde cuando es una virtud? ¿O acaso esa “moderación” es, para el electorado, un rasgo que lo distingue claramente del estilo kirchnerista y, en tiempos donde el barro del hondo bajo fondo se sublevó?

Es más, su dedo índice señala un norte absolutamente indescifrable: un país en donde haya armonía, trabajo, producción, deportes, amor y paz.

En esos términos, probablemente el 90 por ciento de la humanidad lo acompañaría. Pero no es suficiente con palabrar constantemente un decálogo de buenas intenciones, y él lo sabe.

La indescifrabilidad del gobernador es como la existencia de Papá Noel: un gran complot universal en el cual nadie dice lo que es cierto, y todos actuamos como si fuera verdad.

Cualquiera sabe que es difícil que naveguen en el mismo sentido sectores contrapuestos como La Cámpora y Francisco De Narváez.

No puede haber muchas lecturas, entonces: Scioli representa un espacio político en ciernes (con una base consolidada pero parcial) fuertemente disputado por sectores contrapuestos.

Semejante complejidad sería posible en tanto y en cuanto esa amplitud sin límites tuvieran un horizonte épico capaz de canalizar demandas, aspiraciones y sobre todo, traer la esperanza de que el proceso que, por caso, encarna el Gobernador, va en una dirección ampliamente compartida por la base social peronista, y por la sociedad en general.

Es decir: las internas del peronismo siempre se ganan por fuera, con consenso social y merced al control del aparato estatal, nunca con congresales del PJ.

Veamos ejemplos: Néstor Kirchner asumió y propuso (como consigna básica) “un país normal”. Lo repetía, y era mencionado con sorna hasta por muchos kirchneristas. ¿Un país normal? ¿Qué quiere decir “Un país normal”?, se repetían propios y extraños.

No era tonto el Flaco de Santa Cruz: decía que iba hacia un modelo sustentable, posible, quizá el único que integrara amplios sectores del capital y del trabajo.

La capacidad del líder criollo siempre debe ser explicar mucho hablando poco. Perón se lo enseñó a todos los que lo admiraron. Con aquella consigna de Kirchner, y con los números de la economía a su favor, un gran abanico de la política fue acercándosele hasta hacer desaparecer cualquier opción opositora seria.

En verdad, el hombre no decía mucho. Pero arrancó con gestos, que aquí sería ocioso analizar: reestructuración de la deuda con una quita fenomental (junto a Lavagna, hoy massista), quebró la histórica política de impunidad sobre DD.HH. con la reapertura de los juicios (junto Victoria Donda y a otros que lo dejaron “por izquierda”), y por si fuera poco, hizo pasar a retiro (por un tiempo) al duhaldismo residual y al mismísimo Eduardo Duhalde.

Ese se alimentaba del buen humor social, creciente en forma exponencial por aquel entonces, y sobre todo, de la certeza de que el liderazgo del peronismo ya tenía dueño. Así funciona eso denominado “peronismo”, más difícil de asir que un jabón mojado.

En Argentina, las demandas y la articulación política carecen de pureza programática, política, y, mucho más, ideológica, siempre lo decimos en este espacio de reflexión. Es demasiado fuerte el personalismo.

Las figuras tapan el contenido, enceguecen, prescinden de carriles firmes y previsibles en sus estrategias políticas.

Kirchner hizo el recorrido de manual que hacen los gobiernos cuya denominación más plausible o descriptiva es la de “nacionales y populares”: a) Controlar el Estado, b) Ordenar los factores políticos, económicos y sociales detrás de su proyecto de país, c) Darle un sentido épico al proceso de transformaciones (con mucha simbología, movilización de masas y un adecuado marco discursivo, donde los “buenos” eran buenos en serio, y los “enemigos”, lo eran también. Y d) Llevar ese proceso en forma tan gradual y amplia que se evitara una polarización similar a la que sufría, por aquel entonces, el venezolano Hugo Chávez.

Daniel Scioli busca, con su estilo, pero sin épica, ordenar tras de sí a un conglomerado igual de amplio.

Juntar ex menemismo, ex duahldismo, ex kirchnerismo, actual kirchnerismo, ex antikirchnerismo, en fin, el peronismo en su mejor versión de “come todo”.

Y avanza en ese camino porque CFK no quiso o no pudo preparar un sucesor (sobre todo, fuera de su “mesa chica” no empoderó a nadie, y su “mesa chica” no sale del ostracismo).

Néstor Kirchner, dijimos alguna vez, fue muy generoso para encausar esa marea que fue el primer kirchnerismo, y que, vale repetir, se articuló tras el devenir político, y no tras concepciones ideológicas establecidas a priori.

Peronsimo puro. La idea de “tropa propia”, y ese dispositivo acotado y tabulado surgió después.

La fuerza propia de Kirchner era, al decir de un reconocido y encumbrado kirchnerista “como una casa de ventanas abiertas donde corría el aire de la calle”. Se fue con él, así de frágiles son ciertas construcciones ancladas al liderazgo hipercentralizado.

Scioli es producto de todo eso, y lleva en su política cotidiana esas contradicciones. Es el candidato de todos, más allá de los fuegos de artificio que tiran al aire ciertos dirigentes que buscan posicionarse mejor, fuegos que explotan tenuemente como pirotecnia húmeda.

El futuro “sciolismo”, se presenta, pues, con algunos rasgos del kirchnerismo primigenio: un espacio en “disputa”.

Kirchner juntó un abanico quizá igual de heterogéneo, pero esa cualidad primigenia, la de transitar zigzagueante, a medias tintas, durará mientras se desarrolle la disputa.

Puede que el superadaptable gobernador resuelva ese intríngulis, y discipline a los actores políticos que lo acompañan, y entonces logre darle sin traumas cierta uniformidad a su “ola naranja”.

Massa, y el problema de la pantalla

Sergio Massa sigue siendo, por estas horas, quien aparece como el mejor posicionado en la pelea por la sucesión. No alcanzan las encuestas, aunque lo señalen a él.

En un conocido programa de TV, el consultor Artemio López decía riéndose: “No me vengan con encuestas, ¿me vas a ensañar a mí cómo se dibujan?, terminemos con el verso”. Por otra parte, recordemos que falta más de un año para las PASO, eso es poco pero también mucho tiempo por delante.

No obstante, Massa consolida su armado. Tiene un perfil más nítido que el gobernador bonaerense, una virtud que puede ser un defecto.

Si el gobierno de CFK finaliza “comiendo perdices”, la ola naranja será muy fuerte. Si termina con un nivel bajo de popularidad, el líder del FR va a ofrecerse a la sociedad como la mejor forma de cambiar garantizando gobernabilidad.

Otras opciones también podrían emeger con fuerza. El macrismo o el FA UNEN, por caso, luchan por meterse en un eventual balotage, pero es necesario hacer dos observaciones.

Por más que el macrismo cuente con el amor incondicional de casi todos los grandes medios opositores, y su figura “funcione bien” como la contracara del kirchnerismo, no tiene un partido a nivel nacional que lo respalde. Y su figura, que, dijimos, se muestra como el reverso del kirchnerismo, le pone un techo muy bajo a su candidatura.

Es decir, tiene demasiada imagen negativa que remontar. Encima, su permanente gira turística colectiva (junto a María Eugenia Vidal y otros) por la provincia de Buenos Aires no es muy exitosa, más bien todo lo contrario.

El Frente Amplio UNEN es una incógnita por muchas razones, pero sobre todo por dos: a) No tiene candidato que dispute en el mayor distrito electoral, es decir, la provincia de Buenos Aires, y b) Su dirigencia mayor es una exposición permanente de vanidades.

El día de su lanzamiento, sus figuras fueron a TN y a las pocas horas ya mostraban fisuras. Da la sensación de que el o los que pierdan las internas del frente, ya sea en los distritos, en Provincia o en Nación, resistirán acompañar en la recta final de campaña.

Hay abismos entre unos y otros. Y cuenta con personajes como Elisa Carrió experta en contribuir a la desunión: lo primero que hizo fue venir a caminarle el pago chico a Margarita Stolbizer, una paciente militante que tiene más chapa de bonaerense que el mismísimo Scioli.

Recordemos que Carrió nació en Chaco, hizo escala en Baires, y ahora dice que “sueña con ser gobernadora de la provincia”.

Esa dificultad no la tiene Massa, que conduce prolijamente su partido. Es una maquinita, visto desde afuera.

Tiene la debilidad de necesitar constantemente instalar agenda, porque, como se ha recontradicho en todos lados, al no tener responsabilidades de gestión, tampoco tiene la ventaja de Scioli , que puede aparecer firmando convenios o inaugurando obras.

El massismo es como una bicicleta que necesita moverse todo el tiempo para no caer. La pax ortodoxa que trajo el equipo económico de la Rosada lo obligó a tomar iniciativas parlamentarias que los ubiquen en el centro de la escena

La Región

Veamos cómo impacta esto que venimos describiendo en el plano local.

El distrito donde el análisis se hace menos ríspido y trabajoso es, sin dudas, Ensenada. En esa ciudad ocurre una realidad parecida a la que se verificaba en el orden nacional a comienzos de la gestión de Néstor Kirchner: no hay nada demasiado visible que no sea el equipo político del intendente Mario Secco y su gestión. Si no ocurre una hecatombe, su triunfo será otra vez arrollador.

En las últimas PASO y en las últimas generales el FPV de Ensenada barrió con la mitad de los votos, pese a la mala performance del kirhnerismo encabezado en Provincia por Martín Insaurralde. Nada nuevo es de esperar. La gestión está vívida, ágil, y no emerge nada de la vereda de enfrente.

En Berisso ocurre todo lo contrario. Su signo es la inestabilidad y la imposibilidad de prever seriamente un escenario final. La gestión comunal de Enrique Slezack tuvo un duro revés en las últimas elecciones, y emergió una lista colectora kirchnerista encabezada por Juan Mincarelli. Allí, es muy probable que la interna K se dirima en las próximas PASO.

La Plata, qué lío

En La Plata la gran incógnita es el destino de los Bruera. A comienzos de año, los hermanos se cansaron de llamar a Tigre. Los atendieron, los escucharon, y les dieron un cálido abrazo. Pero “el viejo amor que hasta ayer los juntaba, hoy el adiós ya le dio sabor a nada” .

En rigor, los dueños del PJ platense saben que tienen necesariamente que levantar 2 ó 3 puntos para empezar a discutir algo, y para eso hacen falta fondos, recursos, fotos de obras, promesas de inauguraciones, mucha gestión.

Además, saben que si Bruera abonara a la política massista, debería enfrentarse a una interna (en las PASO) donde ya se vio el potencial del massismo local. José ramón Arteaga cuenta con un capital político importante: fue, por mucho, el gran vencedor de las últimas generales.

¿Cómo harían los Bruera para ganarle en una interna polarizada y en la cual pondrían todo el capital político de más de una década?

Para ir cerrando ese camino y consolidar su relación con el Gobernador, el jefe comunal platense no dudó en aparecer hace algunos días junto al hombre de Francisco De Narváez (la última incorporación antikirchnerista del gobernador) en La Plata, Gonzalo Atanasof.

Lanzaron una mesa “Scioli 2015”, en una “fiesta naranja” que cayó pésimamente en Tigre, y quizá signifique un punto final en las charlas que bajo cuerda realizaban segundas líneas de ambos equipos de trabajo.

Hay otra opción que entusiasma más al intendente platense: ir con la boleta de Scioli presidente, apostando a promover y financiar a decenas de partidos y partiditos que diluyan el voto opositor a su gestión, y de esa manera, con 20 puntos en las PASO, y un poco de viento a favor, dar la pelea final.

Tendría que enfrentarse en internas con el kirchnerismo local, al que tampoco le sobra demasiado. La hegemonía de un sector, La Cámpora, sólo consigue aliados sin relevancia territorial, y el alakismo, se sabe, es una marca en declive.

Por otra parte, la Decana de Periodismo, Florencia Saintout, que obtuvo una nada despreciable decena de puntos en las últimas generales, no parece muy entusiasmada con el barro de la política local. Se nota claramente en el rol que desempeña en el Concejo Deliberante local.

Quienes la conocen aseguran que su objetivo está más ligado a la disputa por espacios de poder dentro de la UNLP que en la Ciudad. Se siente cómoda allí, y comienza a articular un espacio que, mirando hacia el futuro, parece más aprovechable que el del terreno político electoral local.

En ese contexto, y alentado por muchos espacios kirchneristas, toma cada vez más forma y se consolida la candidatura del hombre del Vicegobernador Gabriel Mariotto en La Plata, y senador provincial Emilio López Muntaner.

“El Taka”, es un militante de año, muy conocido entre la militancia justicialista, e incluso comparte historia con el bruerismo. Y, sobre todo, asegura recibir a diario el apoyo de agrupaciones que en otras épocas para mover una taza de café pedían permiso a la Rosada.

Las manchas de café en la agenda progresista

Como sea, la política argentina, más allá de porcentajes y de avances o retrocesos, espera hasta después del mundial para poner toda la carne en el asador. Transita claramente por el andarivel derecho del espectro político.

Sufre de una mímesis colectiva inusitada: el FPV hasta salió a proponer una ley antipiquetes, todo un dato.

La uniformidad discursiva (cuando no, el vacío discursivo) hace que lo mediático adquiera más transcendencia. Las páginas de los diarios se llenan de especulaciones sobre si Tinelli hará trizas a uno u otro.

Todos quieren salir lindos en algún programa, y la estética marketinera suple el debate político. Y es lógico: ¿cómo hacer entretenido un debate en el cual se acabaron los opuestos?

La pregunta final, que dejamos para que Ud. medite, estimado lector, es: si la agenda de lo que queda hasta la entrega del poder no es controvertida, y el equipo económico pone en práctica mucho de lo que propone la ortodoxia económica, ¿por qué no exigir a los candidatos distritales que comiencen un proceso minucioso de elaboración de sus propuestas de gobierno?

¿Por qué no reclamarles que en lugar de hablar de los candidatos nacionales, expliquen claramente qué modelo de ciudad quieren para los berissenses, los ensenadenses, o los platenses?

¿Qué negocios se llevan la plata de las arcas fiscales de cada comuna? ¿Funcionan bien las empresas municipales en cada distrito? ¿Qué aporte puede hacer cada gestión local para mejorar en áreas claves como salud o seguridad?

Porque no es que los asuntos nacionales y lo provinciales sean menos importantes, todo lo contrario. Pero no son cosas que “gobiernen” los referentes locales. No definen ese plano de la política.

La pantalla de la televisión se suele llevar todas las horas del día a día de la política nacional, y los referentes locales no pueden ser virreyes afortunados por las roscas o el arrastre de los gigantes de la política argentina.

Subestimar esto que señalamos es necesario para comprender no sólo que hay que visibilizar a los que llevan los asuntos de la política a escala local, sino visibilizar que los municipios, como se suele repetir, son unidades de gestión muy complejas y que se ocupan de, en alguna medida, hacernos la vida mejor, o peor, ya se sabe.

Pidamos, entonces, que los referentes distritales no concentren sus esfuerzos en sonreír junto a jefes políticos.

Que recuerden que la salud, el transporte, el medio ambiente, la seguridad, la educación, el deporte y tantos otros temas que nos preocupan tanto también dependen de ellos. Sería bueno que expliciten qué piensan hacer con ellos. Así, nosotros seremos mucho más libres para elegir.

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