viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº -1962

Información General | 24 may 2014

Opinión

Alberto Samid: “De una buena vez, ¡basta de cipayos!”

El empresario de la carne y vicepresidente del Mercado Central de Buenos Aires asegura que le ponen "palos en la rueda" a su objetivo de abrir comercios con precios populares


Por: Alberto Samid

He creído desde joven que los males que ha venido sufriendo nuestra querida Patria se han debido a una minoría de cipayos que, históricamente y hasta nuestros días, han servido a intereses contrarios a los del pueblo argentino. Hoy sigo pensando lo mismo, pero con una variante: esos cipayos no son una minoría, sino una mayoría que, por intereses o por deporte, se han enrolado en las filas de los enemigos de la Nación y de nuestro pueblo.

Quiero dar un grito de alerta a la juventud, para que los jóvenes no cometan hoy el mismo error de apreciación que yo cometí, y sepan descubrir donde anida esa mayoría de cipayos que no cesan de poner palos en la rueda a toda iniciativa popular destinada alentar el progreso y mejorar la calidad de vida de la gente. Claro que ese tipo de iniciativas lesiona intereses que son, precisamente, los intereses que defienden los cipayos.

Vaya un ejemplo. Sabemos que uno de los problemas que afecta al país es la carestía y la inflación. Sabemos quiénes provocan el alza artificial de precios y sabemos que es posible que la gente pague sólo el 30% de esos precios artificialmente inflados que vemos en las góndolas de los supermercados.

He comenzado una cruzada que todos conocen para que el consumidor no pague más que ese 30% por ciento que es el precio real de los productos, cuando llegan directamente del productor. Y aquí aparecen los cipayos poniendo palos en la rueda cada vez que es necesario tramitar la apertura de esas bocas de expendio destinadas a bajar los precios y combatir la inflación. Claro, están al servicio de intereses contrarios a los del pueblo y de la Nación Argentina.

¿Quiénes son los cipayos? Están en todos lados: son comerciantes, empresarios, funcionarios, políticos de todos los colores, periodistas… En fin, están en todos lados, mezclándose con los comerciantes, empresarios, políticos, funcionarios, periodistas, honestos y patriotas.

Estos cipayos me hacen recordar el famoso empréstito de un millón de libras de la Baring Brothers, en 1824, contratado por Rivadavia. Los intermediarios se quedaron con 100.000, el prestamista descontó sus intereses y entregó poco más de medio millón, las obras que iban a financiar jamás se hicieron, sucedieron las moras y Avellaneda se comprometió a pagar “sobre el hambre y la sed de los argentinos”. Los argentinos siguen teniendo sed, pero de justicia frente a los cipayos. De una buena vez, ¡basta de cipayos!

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