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Información General | 24 may 2014

Buscando mejorar el "clima"

La emergencia en seguridad vino con una gran puesta en escena, ¿somos tontos?

Desde que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, declaró la emergencia en seguridad, además de publicitar ampulosamente la medida, desplegó un sinfín de recursos innecesarios. Todo en busca de lograr que la Provincia parezca una gran comisaría. Una comisaría en la que, además, no haya delitos.


Cuando mataron al reportero gráfico José Luis Cabezas, el 25 de enero de 1997, el gobernabdor bonerense era Eduardo Duhalde. El entonces jefe del PJ se ufanaba de tener “la mejor policía del mundo”.

Durante la instrucción de la causa llamaron a declarar a efectivos de la policía que estaban en un patrullero estacionado en la entrada a Pinamar. El auto casi no tenía motor, había sido desguazado poco a poco, y el tanque de nafta estaba vacío desde hacía rato.

“Lo usábamos para resguardarnos del frío, el calor y la lluvia, y sobre todo, para dar sensación de seguridad”, explicó unos de los efectivos que hizo guardia esa noche.

Es decir, el auto estaba para que pareciera que había un patrullero. Pero era una carrocería casi vacía. La idea no era perseguir a nadie, sino, como dijo el policía, “aparentar”, “simular”. Todo sea por la impagable “sensación de seguridad”. Mientras, mataban a Cabezas.

En esta región, por estos días, el gobierno provincial repite aquella puesta en escena, pero a gran escala.

Esto lo confirma cualquier funcionario allegado el corazón de la gestión sciolista. El accionar policial luego de la declaración de la emergencia en seguridad no es efectismo puro , obviamente, pero está guiado por la máxima aquella de que “además de ser honesto hay que parecer honesto”.

La bonaerense está embarcada en “parecer que da seguridad”, “mejorar la sensación”, a la par que desarrolla sus políticas contra el delito. Se sabe, lo de Scioli es, por siempre, el impacto mediático, ama la grandilocuencia. Normal, es un rasgo muy peronista, ni bueno nin malo, habría que analizarlo en otra oportunidad.

La cuestión es pensar si sirve poner tanta energía en el despliegue de efectivos en puntos neurálgicos con la sola intención de impresionar a los bonaerenses, cuando lo mejor sería poner el acento en el fondo y no tanto en las formas.

La llegada de automovilistas a nuestra región es un parto. Agentes pertrechados para el combate detienen el tránsito en las zonas de acceso (sobre todo en la autopista) moviendo la mano como un perrito dorado de esos que están en los negocios. Pero no paran a nadie, sólo detienen el flujo del tránsito. Están para dar sensación de seguridad".

Este fin de semana el despliegue fue feroz. Se formó una caravana de autos de dos kilómetros a la hora pico. No había vehículos detenidos. Se usaron muchos uniformados. Los coches pasaban por una especie de “manga” conformada por un centenar de efectivos. ¿Es necesario?

Lo mismo ocurre en las principales avenidas que atraviesan la región. En cada distrito, y en cada cruce o zona de tránsito fluido y permanente.

Está bien hacer sentir protegidos a los vecinos, nadie lo discute. Pero no parece ser necesario ni útil tener que usar recursos económicos, físicos y humanos para reforzar la tarea del simulacro.

Y menos calificar la gestión en base al número de de detenidos, como suele hacer el ministro del área Alejandro Granados. Hay otras variables más importantes, como por ejemplo, cuánto baja el delito, más que cuánto poblamos de gente las cárceles, por ejemplo. Es un poco rústico el funcionario.

La semana pasada, la Comisión Provincial por la Memoria manifestó su preocupación por una serie de operativos de detención en colectivos, que habían sido denunciados por distintos vecinos de la localidad bonaerense de Glew, partido de Almirante Brown.

En los mismos, como si se tratara de los viejos operativos realizados por la dictadura militar, se bajaba a la gente que iba en ellos para pedirles su documentación, cachearlos y revisar sus pertenencias.

La comisión alertó entonces que se trataba de prácticas ilegales y que se estaban llevando adelante sin ninguna orden judicial.

Son sólo ejemplos de lo que empieza a aparecer: la desesperada opción de buscar el blanco donde disparar a ciegas y a las corridas.

Se entiende que estamos , ya, en campaña. Pero el tema no es nuevo, aunque la demanda por más control y represión sobre el delito haya aumentado y se haya puesto en el centro de la discusión.

Lo que no necesitamos, estimado Gobernador, es teatralizar el accionar de las fuerzas de seguridad. Molesta tener que atravesar esa especie de retenes simulados, donde nunca paran a nadie. Pero peor aún, estimado, es sentirse un boludo que asiste a una cámara oculta de Tinelli.

Donde hay delito hay fuerzas de seguridad conniventes, siempre es así. No alcanza sólo con llenar de policías, hace falta que el Estado conmine a ponerse a los efectivos de un sólo lado, lejos de las “contribuciones” , “coimas”, y toda clase de dádiva ilegal.

Donde hay un puesto de venta de, por ejemplo, paco, hay un policía que protege, lo saben todos, lo afirman las asociaciones reconocidas que luchan contra ese flagelo.

Sobre esos temas no hay gran información. Quizá una forma de resolver el meollo de la cuestión no sea meter dos millones de efectivos, y mejorar una fuerza de hombres y mujeres que no trabajan como deberían, con bajos haberes y alto contacto con el delito.

Pero, como casi toda “la política” cerró filas en torno de un sólo discurso sobre el tema (más represión, básicamente) las puestas en escena pueden ser un metro más en la carrera presidencial.

Chile es el norte de Scioli. Un país donde hay carabineros hasta en las colonias de jubilados. Es una concepción.

Atrás quedaron políticas diferentes, orientadas también al control ciudadano, la participación vecinal, el monitoreo externo de las fuerzas, y otras tantas.

Mientras tanto, se prenden las luces para el show. Sin controles ya aparecerán nuevas noticias de gatillo fácil, narcopolicías y esas yerbas. Y ya no caerá la mirada crítica sobre la gestión en la provincia de Santa Fe, sino sobre la bonaerense.

Esa fuerza autonomizada que aunque fuera considerada “la mejor del mundo”, hoy demuestra iguales o peores resultados que el resto de las fuerzas de seguridad provinciales, con show, o sin show.

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