La crisis europea nos da una pauta, nuevamente, (si no nos hemos mirado en el espejo del 2001), de lo que sucede cuando, por ejemplo, fuerzas económicas y sociales pugnan por la profundización de un camino emprendido con el aval de las mayorías populares, o los grupos de poder participan activamente de la generación de nuevas crisis.

Lo fundamental es que la Argentina tiene que terminar de pulsear con los fondos buitres. Hay fuerzas extrañas, antinacionales, de la especulación financiera, que quieren quedarse mediante mecanismos de embargo con activos argentinos; y sobre todo pretenden trabar la economía nacional.

Esas son financieras antinacionales relacionadas con fuerzas locales. Y así como existen esos factores, también existen los que dan impulso a la reconstrucción del mercado común latinoamericano, la institucionalidad latinoamericana, la UNASUR, o el MERCOSUR, por ejemplo.

La Argentina va hacia los BRICS, ha sido invitada la Presidenta por el presidente ruso. Y mientras que las fuerzas nacionales intentan profundizar la articulación económica, nuestro gobierno, que conduce el proyecto nacional frente al proyecto de la dispersión y de la desintegración, va a participar de esta cumbre.

Como contrapartida, las fuerzas antinacionales o de destrucción del contrato social van hacia la destitución del gobierno, de la representación que en ese momento quede en la Argentina.

Quieren que todo esto desemboque, no casualmente, en el proceso penal del Juez Lijo, justo en el momento en que la Presidenta se prepara para la cumbre de los BRICS, y en el momento en que estamos discutiendo el 10 de junio, cuando la Corte Suprema Norteamericana se expida a favor o en contra del proceso que han encabezado los buitres.

Las fuerzas nacionales construyen entonces el documento anti buitres, según define un titular de Ámbito Financiero. Se negocia un documento donde hay sectores de la oposición con conciencia de que esto puede traer una crisis estructural.

Digamos que la Argentina podría caer en default, y lo acumulado durante diez años en organización social, económica y política, podría derrumbarse si la Argentina entrara en cesación de pagos.

Esto podría derrumbar cualquier estrategia de reestructuración de deuda de otras naciones. No es casual que la Presidenta vaya a los BRICS o que vayamos a participar del G-77: estamos alineados en ese lugar del mundo.

Entonces: fuerzas nacionales y fuerzas antinacionales hacen colisionar sus intereses. ¿Aquí qué nos define en la integración latinoamericana o por lo menos en la integración con Brasil? Uno de los aspectos que nos definen es el intercambio económico a partir de la venta de productos industriales que tenemos con los países de Latinoamérica en general, y con Brasil en particular.

Mientras que las fuerzas nacionales van a Alemania y traen un acuerdo para la producción de un nuevo vehículo, (un Mercedes Benz que se llama Vita y que se fabricaría en el Partido de La Matanza) se da como contrapartida una conflictividad extraña y difusa en la línea de producción automotriz argentina, fundamentalmente Gestamp.

Ahí hacen su aparición algunos medios financieros que recién mencionábamos. Dicen, por ejemplo, “Puja SMATA – PO enrarece la crisis en el sector autopartista”. Algo raro hay tras ese título. Usan una hipotética compulsa entre un sindicato y un partido político por la conducción de las empresas automotrices, que van a tener fuertes inversiones.

Mientras que nosotros en este gobierno avanzamos para generar fuerte desarrollo industrial con sustitución de importaciones, avanzamos en la ruptura de la dependencia tecnológica por los productos que no se producen en la Argentina, partes nacionales que le vamos incorporando al ensamble de autos que se hace en Argentina, mientras que avanzamos y decimos que llegamos al millón de autos, algún periódico también del sector financiero dice que la Argentina perdería posiciones en 2014.

A la vez, las fuerzas antinacionales plantean que caería la producción de autos, mientras que hay ocupaciones de plantas y mientras se pierde la idea de proyecto nacional, de proyecto donde el capital y el trabajo construyan armónicamente el contrato social para nuestros hijos, nuestros nietos, para las futuras generaciones.

No habrá desarrollo en ningún país que esté atravesado por una conflictividad empujada sobre todo por los sectores financieros y sectores contrarios al desarrollo de la Argentina.

Por eso fue buenísimo el acuerdo con el Club de París y la idea de que en la Argentina se profundice el desarrollo de la industria nacional con sustitución de importaciones.

Atentos que hay fuerzas que pugnan desde hace años por la finalización de un proyecto de integración de todos los argentinos. Que viva la república, en Argentina y en España.

Gastón Harispe
Dip. Nacional FPV