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Información General | 8 jun 2014

Mario Fiad , UCR Jujuy

Escenas de lo que viene: un diputado radical salió a decir que Boudou quiere renunciar

El diputado nacional Mario Fiad afirmó hoy que "hay comentarios" de que el vicepresidente Amado Boudou "ya le habría presentado la renuncia a la presidenta" Cristina Kirchner por la causa Ciccone, pero que la manadataria "le dijo que no, que se defienda y que después se verán las cosas". Una operación habitual en política, realizada torpemente, pero que adelanta el escenario que vendrá.


Cualquiera que repase la historia argentina comprenderá que la estigmatización de un dirigente (razonable o no, y de quien sea) alcanza para derrumbarlo políticamente, pero no siempre resulta garantía suficiente para sentenciarlo judicialmente.

Pueden los detractores de Amado Boudou, que se cuentan (justa o injustamente) por millones en todo el país, señalarlo con el dedo y empujar a toda la geografía que rodea al Poder Judicial hacia un linchamiento verbal masivo y generalizado.

Pero los caminos en Tribunales tienen muchas salidas, actores invisibles , leyes que respetar, relaciones de poder influyentes, roles secundarios importantes, y una dinámica a veces (sólo a veces) se deja ver tras el telón que lo cubre todo.

Puede que Víctor Hugo Morales tenga razón cuando dice que “no tienen nada contra Boudou”. Puede que no. No leímos el expediente en detalle, ni podemos juzgar desde la distancia una causa tan compleja.

Pero no es sólo puja jurídica o judicial lo que se juega. La causa Boudou ha abierto un escenario impredecible y muy incómodo para el oficialismo, y una oportunidad de oro para la oposición.

Son tiempos en los que la economía muestra malas señales, pero también son épocas de consenso en torno de una estrategia de salida a la crisis de corte ortodoxa. Es por eso que no hay debate político-económico de fondo, duro, hostil.

El caso Boudou terminó en el centro del ring de la pelea política, y excede ampliamente las consecuencias judiciales, se sabe claramente.

Hoy, el vicepresidente dejó de ser sólo el segundo en la línea de sucesión para convertirse en algo mucho más grande que esa figura castrada y meramente parlamentaria a la que nos acostumbró nuestra historia nacional.

Boudou es un símbolo. Un inmneso símbolo de la década kirchnerista en parte, pero sobre todo del kirchnerismo puro.

Nadie lo relaciona con el gobernador Daniel Scioli, por ejemplo. Porque nadie relaciona al ex motonauta con el kirchnerismo puro.

La sociedad huele matrimonio por conveniencia entre el sciolismo y el ala dura del mundo K, ya se enteró de cómo son las cosas, no era difícil.

El vicepresidente es un símbolo del que se cuelgan los opositores más débiles, para rasgarlo, y al que bombardean los más fuertes, para desplazar y reemplazar el dispositivo político que lo rodea.

El jueves, en un programa de TV, el diputado Dario Giustozzi (FR) disparó sobre su par Martín Insaurralde con la intención de que la probable llegada al massismo del de Lomas se vea empañada (en el peor de los casos), o abortada (por lo menos). Es que ambos disputan cartel en la provincia.

El dardo que usó Giustozzi no fue otro que “Lo que pasa es que Insaurralde tuvo relación con Boudou”. He ahí al acusado en su faz más clara de símbolo.

Los actores dramáticos

Como dijimos, los más débiles, por lo menos, lo nombran todo el tiempo, hablan de él para ganar protagonismo, y los más fuertes lo tratan de derribar y en el mejor de los casos, de encerrar.

Entre los primeros aparece una lista interminable de pulgarcitos. Dijo tiempo atrás, en un arranque discriminatorio y falaz, el ex cineasta Pino Solanas que “la calidad del voto en el norte no es la mejor”.

Es una pavada de quien empieza a dar sus primeros pasos en el mundo del chocheo, sin dudas. Pero sus aliados de la UCR de las provincias del norte parecieran darle algo de crédito, paradójicamente.

El senador Gerardo Morales quedará en la historia como uno de los referentes del grupo A, que tan poco hizo por deleitar a la oposición. Tan poco que abrió el camino de las cacerolas.

Morales junto a Carrió y a un par más demostraron que tanto ese grupo legislativo cuasimayoritario como cualquier rejunte político opositor, no bastan para desplazar un dispositivo político duro como el kirchnerismo.

De allí surgió también el desconocido (por estas latitudes) Mario Fiad, que llegó a diputado nacional y hoy disparó que tiene la posta que nadie tiene: “Boudou habría presentado la renuncia”.

Poco serio. No dice que la presentó, sino que la “habría” presentado. Sólo un niño que se come los mocos podría comerse ese bocadito. Lo que nadie puede confirmar, Don Fiad lo sabe.

Es el aviso de lo que vendrá. Es de suponer (el acusado mismo lo reconoce) que Boudou quede procesado luego de su indagatoria.

Pero hasta la destitución, la cárcel, la guillotina o el destierro que sueñan muchos, hay un abismo.

Sí es seguro que la figura del vice quedará más dañada a partir de la indagatoria a la que lo llamó el juez Ariel Lijo.

Pero, como decíamos, la disputa no es sólo en tribunales. Después de la gran cita entre juez e indagado (tan esperada en el mundo de la política como la apertura del Mundial), es imaginable un escenario de tanta disputa en el terreno verbal, político y electoral como en el estrictamente judicial (si es que hay algo estrictamente judicial en este país).

Lijo será, para el kirchnerismo, el blanco de todos los cañones. Boudou, seguirá como hasta ahora pero más golpeado (si queda procesado, obviamente).

Y los Fiad, esos enanitos que buscan mover el tanteador con un buen ondazo a la cabeza, seguirán con estos vaticinios desopilantes.

Así son política y justicia en Argentina, el país donde las cárceles se llenan de pibes pobres, y los funcionarios, desde 1983, se llenan de causas que mueren, una tras otra.

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