martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº -1966

Información General | 11 jun 2014

OPINIÓN

La "gesta" de los obreros de Gestamp en el centro de la escena nacional

Nota de opinión escrita por Antonio Pkast, estudiante de Comunicación Social y militante del Nuevo MAS


Las esperanzas que albergaban desde el UNEN hasta el PRO (pasando por supuesto y principalmente por el Frente para la Victoria), de que los conflictos sindicales, sociales y políticos en respuesta al plan de ajuste que lanzó el gobierno nacional a principio de año, quedaran relegados hasta después del mundial se vieron rotundamente frustradas la madrugada del 27 de Mayo.

Fue en ese momento que 9 operarios de la autopartista Gestamp lograron burlar el fuerte operativo policial dentro y fuera de la fábrica y subirse 20 metros sobre un puente grúa del que juraron no bajar salvo que se cumplieran sus demandas. Sus demandas eran simples: La reincorporación de 67 operarios despedidos y el cese de la militarización de la fábrica.

La respuesta a por qué esta simple acción toca tan íntimamente las fibras del conjunto de la sociedad argentina es compleja, y merece ser analizada sector por sector para dar una imagen acabada de lo que la lucha de los obreros de Gestamp representa en la coyuntura actual.

Vamos por partes:

AL GOBIERNO SE LE CAE LA CARETA

La reducción de personal (cercana al 10 por ciento) que se está intentando llevar adelante en la industria automotriz, una de las principales a nivel nacional, está en el corazón mismo del ajuste que pretende auspiciar el gobierno.

No es casual entonces que frente a un conflicto como el de Gestamp, el mismo pusiera a disposición de la patronal todos sus recursos represivos y legales.

Así lo demuestra el fuerte operativo de militarización en la fábrica que contó con más de 400 efectivos de Infantería de la Policía Bonaerense, además de la caballería y el Grupo Halcón, respaldado por la Gendarmería Nacional.

Este impresionante despliegue represivo, presente desde el inicio del conflicto (muchos días antes de que subieran los 9 al puente grúa) constituye una verdadera militarización de la zona que, en el caso de Gestamp, donde la policía merodea al interior de la fábrica, velando que los trabajadores no hablen más de la cuenta, recuerda a las épocas más oscuras que vivió este país.

Así lo demuestran también los dichos sobre el conflicto de la Presidenta en cadena nacional desde Santa Cruz el viernes 30 de Mayo y las poco felices declaraciones de la Ministra de Industria, Débora Giorgi, que tildó la conciliación obligatoria obtenida por los trabajadores de ser una medida oportunista de parte del gobierno de Scioli que “no coincide con lo que habíamos manifestado delante del gobierno nacional, los empresarios y el secretario general de SMATA” (Telam 01.06.2014).

El compromiso del gobierno nacional de dejar “un país en orden para el que venga después”, es tan grande que llegó a quemar una de sus cartas más importantes para destrabar conflictos laborales: la conciliación obligatoria.

La resolución del conflicto es fundamental para el pleno desarrollo del plan de ajuste del gobierno y es clave que “estas cuestiones no sean dirimidas con la reincoporación” como dijera Giorgi a C5N (31.05.2014).

Para lograrlo, tanto el gobierno como las patronales se venían valiendo de la estabilidad sindical, pero en este frente también empieza a aflorar grietas.

“¡SE VA A ACABAR, SE VA A ACABAR, LA BUROCRACIA SINDICAL!”

El nivel de desacatamiento que presentaron los trabajadores de Gestamp a la conducción kirchnerista del SMATA, presenta verdaderos elementos de desborde de volverse extensivo al resto de las fábricas en conflicto. Los despedidos no sólo no se llamaron al silencio, como pidiera oficialmente el sindicato, sino que en numerosas ocasiones enfrentaron las amenazas y violentos ataques de su patota, firmes en su convicción de luchar contra viento y marea por sus puestos de trabajo.

Atendiendo a esto el secretario general del gremio autopartista, Ricardo Pignanelli, llamó a una reunión de la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA), que también preside, para discutir la preocupante “infiltración de izquierda” en los sindicatos.

El sindicalismo tradicional (la burocracia sindical) que se venía encargado de poner paños fríos a la creciente conflictividad laboral por medio de medidas como el discontinuo paro nacional del 10A, o aplicando directamente la verticalidad sindical para pactar paritarias (como es el caso de la UOM, que ya tuvo que efectuar un paro para mitigar el descontento de su base), ve en estas crecientes expresiones de combatividad, donde se destacan las conducciones de partidos clasistas como el Nuevo MAS o el PTS, una amenaza latente a sus hasta ahora intactas conducciones.

Expresiones como el Encuentro Sindical Combativo, donde confluyen las dos terceras partes del FIT –con la asombrosa ausencia del Partido Obrero- junto con el Nuevo MAS y sectores independientes y antiburocráticos de trabajadores comienzan a ser una filosa piedra en el zapato de la burocracia que, hasta no hace tanto, mantuviera su hegemonía en el movimiento obrero.

“¡U-NI-DAD DE LOS TRABAJADORES, Y AL QUE NO LE GUSTA, SE JODE!”

Hoy todos los ojos del sindicalismo combativo están puestos en el desarrollo de la lucha de los obreros de Gestamp. Así lo expresó la enorme solidaridad recibida en el acto en repudio a la militarización y la revocación de la conciliación obligatoria, que organizaron los despedidos el pasado viernes 6 de Junio en la puerta de la fábrica.

Allí, las banderas de Lear, Fate, Firestone y Tatsa se entremezclaban con las de Kraft, Pepsico, SUTEBA y muchos otros sindicatos del conjunto de la provincia de Buenos Aires. La lista de oradores, que abrió Héctor “Chino” Heberling del Nuevo MAS incluía representantes del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), Opinión Socialista y el MST entre otros, así como más de 30 representantes de comisiones internas o listas sindicales opositoras de prácticamente todo el espectro productivo.

A partir del levantamiento de la conciliación obligatoria el apoyo a Gestamp efectivamente se duplicó. En primera instancia porque quedó evidenciado que ni el gobierno nacional ni la patronal darán fácilmente el brazo a torcer pero eminentemente porque se puso de manifiesto que esta lucha trasciende a los 67 despidos y apunta directamente al centro de las suspensiones y despidos, al plan de ajuste del gobierno nacional.

Entre muestras de solidaridad y apoyo se comenzó a esbozar un plan de lucha que comenzaría por un corte en Callao y Corrientes este martes y que podría continuar con una jornada de cortes y bloqueos en sectores clave de la provincia de Buenos Aires.

De este modo, la lucha comienza a adquirir rápidamente elementos de lucha política, de verdadera lucha de clases. En esto hay consenso tanto en la “Santa Alianza” del gobierno nacional, las patronales y la burocracia sindical, como en el sindicalismo combativo y la izquierda clasista.

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