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Información General | 7 sep 2013

Editorial

LA SEMANA POLITICA: Transiciones

Análisis de la política platense. Los candidatos, los funcionarios, la oposición, los vecinos, los votos y las perspectivas.


La política platense está cautiva desde hace rato por las noticias nacionales. No es que en la ciudad no pase nada, el tiempo nunca descansa, los conflictos, el debate y el desarrollo de cada estrategia son necesarios en cualquier ámbito, y en esta época que preludia definiciones clave adquieren un relieve inusitado. Pero el escenario político todavía se esconde tras el velo de la discreción, el secreto, las indefiniciones, los preparativos, las encuestas, las componendas, en fin, para decirlo de otra manera, todavía la política platense no ha desatado la energía electoral que puede desparramar la política hasta los rincones más olvidados de la ciudad.

La cómoda campaña que lleva adelante el intendente de Tigre Sergio Massa es como un sol tibio para los renovadores locales. Su jefe nacional esta semana volvió a colocar en el centro del debate el tema Ganancias al proponer una actualización semestral y devolverle la pelota al oficialismo, que pese a todo desactivó un reclamo esperado desde hace demasiado tiempo por un pequeño sector de los asalariados. Ese que no lo vota.

Paradojas obvias de la política: el Gobierno intenta seducir a la franja poblacional donde menos votos sacó y donde recibe menos adhesiones, con la esperanza de sumar para ajustar el margen que lo separa del FR. Pero ese sector social medio-alto no llora de emoción cuando ve en la TV Púbica cómo se contraponen las imágenes de la Argentina del 2002 con ésta de crecimiento y mejora concreta en las condiciones de vida de los capas medias y bajas. En La Plata ocurre lo mismo: el caso urbano y la zona norte siguen siendo hostiles al kirchnerismo, miran con simpatía a la oposición, difícilmente traduzcan la mejora en sus ingresos en apoyo al gobierno nacional, y por ende a sus candidatos en todas las categorías.

Todo le cae bien a los massistas platenses. Las encuestas que se susurran entre pasillos, la campaña casi invisible del resto de la oposición, y la prolija organización del Frente Renovador local empujan su colectivo político hacia adelante, a paso lento pero constante. Saben que tienen las mejores cartas, pero también reconocen la capacidad de punch del oficialismo bruerista. Los seguidores del intendente se encuentran por estos días abocados a tareas de planificación y preparación, que, aunque suene altisonante, no se trata de otra cosa que de “peinar” padrones, mensurar los votos de cada escuela, distribuir castigo para los más flojos, y empoderar a los más eficientes. Además, y por sobre todo, el PJ local está juntando todo el capital político para ponerlo al servicio de la gestión Bruera cuando se largue la campaña en serio.

Los refuerzos en seguridad son tan sólo un acicate. También el problema de los accidentes de tránsito ocupó ríos de tinta entre las noticias destacadas, una oportunidad fenomenal para que la oposición disparara a diestra y siniestra contra el jefe comunal. Quizá lo único novedoso sea la propuesta de Gonzalo Atanasof de crear algo así como una especie de SAME platense dotado de 200 ambulancias. Fácil decirlo, difícil ejecutarlo, pero es una idea concreta que se podría ejecutar en el corto plazo. Es lo que hay.

El gran salto hacia adelante para la gestión municipal va a ocurrir cerca del próximo 13 de octubre, cuando Bruera presente “La Ciudad del Futuro”, un programa de gobierno de neto corte transformador y modernizador, según prometen voceros del palacio de calle 12. Esa será la gran apuesta del oficialismo y el lanzamiento de hecho de la campaña electoral. Ahí concentrarán todas las fuerzas de que disponen, ese será el eje central que trabajará con la prensa, que no para de cachetear sutilmente a la gestión desde su gigantesco portaaviones informativo aparcado hace un siglo en diagonal 80 entre 3 y 4.

El golpe más fuerte desde las PASO, por lo menos en términos mediáticos, que sufrió el bruerismo con el pase de Pacharotti al massismo, aseguran en calle 12, no hizo demasiada mella: “Se fue solo”, repiten con sonrisas sus ex compañeros de ruta, que cuida a cada referente territorial como monedas de oro, a sabiendas de que los cruces de bando son habituales cuando al agua sube y el poder tienta.

El segundo pelotón empuja con fuerza. El Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), que en La Plata comanda la dupla Juan Cocino-Gastón Crespo, se apuró en presentar la lista en público y lucha por cosechar el voto opositor. Tiene otra materia prima que la de sus rivales: los margaritos no escapan a la naturaleza de la política, que se nutre de la contradicción y la disputa. Pero el nivel de articulación y unidad de ese espacio, sumado a la tenaz prédica de Stolbizer, que puede mostrarse como una de las pocas dirigentes provinciales sin pasado kirchnerista, quizá sea su mayor fortaleza para captar el voto opositor, y así descontarle al massismo aunque sea una porción de los votos que acumuló en las primarias.

Es el mismo caso del denarvaísmo. El empresario que venció a Kirchner allá en 2009 quedó atrapado por la polarización que aplastó a las fuerzas del segundo pelotón, pero en la ciudad compite con un candidato a la cabeza que no necesita presentaciones, está instalado, ya es “una marca”. Atanasof puede beneficiar a la lista local gracias a su figura, sabe que en determinadas instancias electorales la sorpresa es el corte de boleta y nada más, es conciente de que su suerte ya no depende de De Narváez, y mucho menos de Moyano. Sino tan sólo del capital político que acumuló en estos últimos 4 años y que deberá utilizar inteligentemente para que el orden de las preferencias de nivel provincial se desacople del orden a nivel local. Por eso camina y hace caminar, busca que su compañera de fórmula, Agustina Ayllón, amplifique el discurso de su partido.

Caso contrario a lo que ocurre con la boleta del Frente Social Bonaerense, que rompió las encuestas y los pronósticos de pasillo gracias a los casi 10 puntos que logró la decana de Periodismo Florencia Saintout. Difícil decodificar el rumbo de ese espacio. Se lo ve hiperactivo al candidato del Movimiento Evita que ocupa el segundo lugar en la lista de diputados provinciales por el FPV, Gustavo Di Marzio, pero a la decana se la nota menos, se expone a la opinión pública la mayoría de las veces desde escenarios importantes, demasiado pretenciosos para una ciudad de este tamaño: charlas, simposios, conferencias y encuentros de esa naturaleza.

Para colmo, su choque de frente con El Día cuando sus partidarios colocaron material de campaña sin autorización, la borró de El Día. Y para peor, La Cámpora profundiza su cerco mediático al ordenar a sus candidatos que no hablen, entonces la campaña recae sobre ella y sólo sobre ella. Instalarla es la consigna, buscar que Saintout sea la encarnadura del el núcleo duro kirchnerista. Pero en política lo que no se ve, no existe, y las voces que no se oyen no multiplican, es así desde siempre.

¿Llegará alguna fuerza “de las chiquitas” a superar el 8,33 por ciento que se necesita para meterse en el Concejo deliberante? Obviamente nadie lo sabe, pero, más aún, sería una estafa pronosticar algo así a tantos días de la contienda electoral.

Pero que militan, militan. Se lo ve activos en las marchas de las asambleas de inundados, pegando afiches, repartiendo volantes, en fin, desarrollando una campaña clásica de izquierda. El Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), PODEMOS, de Fito Aguirre, y el Frente Patria Grande son construcciones sin aparato ni recursos, pero voluntaristas, persistentes, y con una cualidad de las izquierdas que siempre encierra un potencial imposible de mensurar: la convicción de que la historia depende mucho de los sujetos que la escriban, más allá de condiciones objetivas que los puedan alejar de los primeros puestos.

Habrá que ver cómo va la cosa, pero con paciencia, sin esperar todavía grandes vaivenes ni fenómenos impactantes. Como en los tiempos de paz que anteceden a la contienda, los actores esperan tensos, cuidando cada flanco débil, tratando de fortalecer sus principales espadas. Pero el tiempo corre y no espera a nadie. Las horas previas a la batalla se viven con una cerrada tensión, una espera que en los próximos días se disipará cuando las calles vuelvan a adquirir esquinas multicolores llenas de propaganda, actos masivos y mesas callejeras llenas de papelitos con lujosas ilustraciones. Por ahora, la política descansa, más que en ningún otro lugar, entre escritorios y mesas de café.

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