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Información General | 4 jul 2014

OPINIÓN

Algo más que jugar bien

Análisis del último partido que nuestra selección disputó con Suiza. Por Marco Ciappina.


Se torna muy difícil hacer un análisis de un partido con semejante carga emocional como la del del pasado martes. Más de dos horas llenas de ilusión y nerviosismo, y en la agonía puro sufrimiento. Argentina debía superar a Suiza, el rival más fuerte de los que hasta ahora había enfrentado y en el primer partido a eliminación directa. Se complicó más de lo esperado, por falencias propias y aciertos ajenos, pero sin dudas fue el mejor rendimiento en todo el mundial.

El seleccionado suizo no varió mucho el planteo comparándolo con los que hicieron los anteriores rivales argentinos. A pesar de sus buenos jugadores de ataque y algunos muy experimentados en la defensa y el mediocampo, decidió esperar con la mayoría de sus hombres acoplados en su propio campo. Argentina manejó la pelota casi todo el tiempo, pero hubo pasajes en dónde padeció los ataques suizos, escasos, aislados, secuencias de solo un par de minutos, pero peligrosas. Y en este aspecto Sergio Romero apareció nuevamente, reafirmando su buen trabajo.

El problema del seleccionado en este partido no fue la falta de situaciones ofensivas sino el modo en que intentaba llegar a ellas. Controló la pelota casi todo el tiempo pero fue intrascendente en varios momentos. Con el equipo suizo replegado detrás de la pelota, Argentina comenzaba a hacer circular la pelota horizontalmente hasta que conseguía ubicar a Messi en buena posición para recibir detrás de los volantes rivales y así iniciar una jugada con peligro.

El inconveniente surgía entonces, cuando este pase al diez no se conseguía, por la intensa marca y por la falta de movilidad no solo de él sino también de sus compañeros en ofensiva que no arrastraban marcas. En consecuencia el balón terminaba casi siempre en los pies de Rojo o Di María que ejecutaban centros sin destino, en gran parte por el estatismo de los delanteros.

Así y todo, cuando Messi encontraba la pelota era desequilibrante, como lo viene haciendo cada vez que aparece en este mundial. En este partido, tal vez, lo fue más que en los encuentros anteriores y eso es una buena noticia. A pesar de las numerosas chances de gol la pelota no entraba y los minutos seguían corriendo, pesando en la cabeza de los jugadores, y cómo no, estresando absolutamente a todos los hinchas.

Debe quedar claro que si bien el rendimiento en ataque fue bueno, podría haber sido mejor. Si el juego pasa por la tenencia de la pelota, la única forma de romper las defensas contrarias es con movilidad para la recepción y la distracción, para poder así crear espacios que los rivales intentan suprimir con planteos muy cautelosos.

La resolución del partido casi no resiste análisis. Cuando parecía inevitable la instancia de los penales, una gran recuperación de Palacio, una corrida con el sello propio de Messi y una exquisita definición de Di María aseguraron el pasaje a Cuartos de Final. Y luego de un festejo extensísimo y emotivo, alcanzó con aguantar algunas arremetidas del conjunto suizo hasta la finalización del partido. Da miedo hasta escribir sobre esa jugada que milagrosamente pegó en el palo del arco argentino y tras el rebote se fue por la línea de fondo. El terror porque se convierta en el empate no termina de disiparse, aunque esperemos quede en el olvido con una nueva victoria. El rival a vencer: Bélgica.

Por Marco Ciappina
@MarcoCiappina

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