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Información General | 7 jul 2014

Allanamiento a la Municipalidad de La Plata

El día que los Bruera casi desplazan a Boudou de las páginas judiciales

Nadie esperaba el allanamiento que la justicia dispuso ayer para obtener prueba documental en la causa que se inició contra funcionarios municipales. Varios datos interesantes se desprenden de la noticia, que cayó como una bomba, fue silenciada por la mayoría de los medios locales, y es un nuevo lastre para una gestión que más que denuncias necesita adhesiones.


En el Palacio Municipal desde temprano comenzaron los rumores. Los empleados de planta hacían correr de boca en boca la novedad: un allanamiento había sido dispuesto por una causa que involucraba a “la gestión”.

Las primeras acciones tuvieron lugar en oficinas comunales ubicadas en la Torre Administrativa I. La presencia de personal de la Justicia enseguida revolucionó los pisos donde la atención al público era más intensa.

Encima, en esas áreas había más presencia de vecinos haciendo trámites que lo que se acostumbra ver habitualmente. Es claro: el feriado del próximo miércoles y el hecho de que fuera lunes, agregaron una buena cantidad al número de contribuyentes que se acercan habitualmente.

En el Palacio, según aseguran testigos, las caras eran de zozobra. Nadie hablaba, y menos aún, daba información en torno del embate judicial.

Ni siquiera los concejales opositores disponían de datos que calmaran a los más ansiosos por saber qué ocurría, y quiénes eran los involucrados.

Lo curioso era que la información más precisa no provenía del Departamento Ejecutivo de la MLP, sino de periodistas, ediles y empleados ligados a la anterior gestión municipal: la del ministro de Justicia de la Nación, Julio Alak.

Las usinas informativas hicieron lo suyo: recién bien entrada la tarde, la noticia se transformó de “Búsqueda de Documentación”, o “Funcionarios Judiciales fueron a la Municipalidad” a “Allanaron la Municipalidad”.

Los Bruera manejan una gruesa pauta publicitaria y la direccionan a los medios de comunicación amigos, es tan sabido como que La Plata fue fundada por Dardo Rocha.

Alak y Bruera, se sabe, son enemigos íntimos. El primero fue jefe político del actual intendente, e incluso, fue derrotado por él en el 2007 con una lista colectora que le facilitó el kirchnerismo.

Eran épocas de amplia hegemonía k, y los brueristas fueron convenciéndose de que su versión vecinalista necesitaba de “una pata nacional”.

Así, el bruerismo fue desplazando al alakismo hasta los márgenes del escenario polítco local.

Las peleas del gobierno municipal con Nación nunca alcanzaron para que el ministro de Justicia volviera a construir una alternativa ganadora aprovechando el abismo que se abrió entre Pablo Bruera y Néstor Kirchner luego de las elecciones de 2009, cuando desde el municipio se instó a cortar boleta para “despegarse” del ex presidente.

Es el Boca – River del peronismo local. En torno de esos dos polos satelitaron durante años muchos grupos políticos. Incluso las expresiones organizadas (agrupaciones, por ejemplo) surgidas del proceso de ascenso del kirchnerismo fueron funcionales a esa pelea, y buscaron cobijo y patrocinio del ministro Alak.

Sólo brueristas y alakistas conocían al detalle lo que ocurría esta mañana. Unos, por estar involucrados. Los otros, obviamente, por disponer de información y de fuentes fiables que están ligadas a la causa.

“Tarde o temprano algo así iba a pasar”, decía en voz baja un encumbrado bruerista a un inquieto periodista que buscaba información junto al cronista de INFOBLANCOSOBRENEGRO.

En toda ciudad existe una “comunidad de negocios”, “grupo de comerciantes prósperos”, “líderes empresariales”, “Cámara de Comercio” o como se le quiera llamar. Es la pequeña-gran burguesía local.

Los negocios inmobiliarios suelen concitar el esfuerzo, en términos relativos, de una mínima facción de esa “comunidad de empresarios”. Pero desarrollan una actividad de gran peso económico, como los propietarios de boliches nocturnos.

Pequeños empresarios de ambos sectores suelen ser los más férreos detractores de la gestión bruerista. La presión oficial y paraoficial es insoportable, aseguran destacados miembros de ambos sectores.

No son pocos los que ven en esta causa (que genera en la gestión bruerista un desenfrenado ataque de nervios) una devolución de “gentilezas”, o , por lo menos, una respuesta ante tanto apriete, ante tanto hastío provocado por la falta de libertad para hacer negocios sin tener que pedir “permiso” en alguna ventanilla municipal.

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