sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº -1963

Información General | 14 jul 2014

Disturbios y represión

Un balance de los festejos, la violencia y el accionar policial: la alegría no puede costar tanto

Mientras vecinos de toda la región se congregaban en el centro platense para festejar el gran campeonato mundial que jugó de la selección argentina, grupos de jóvenes (muchos de ellos adolescentes) empañaban sin mayores dificultades el encuentro de gente unida sólo con las ganas de despedir un ciclo en el que la celeste y blanca nos devolvió alegría. Tan sólo eso. ¿Qué pasó entonces?


Está claro que los disturbios comenzaron en la zona del teatro Argentino, sobre 51 entre 9 y 10: justo en un punto intermedio entre la plaza Moreno y 7 y 50, el otro epicentro de los festejos.

También en lo que todos coinciden es en que la violencia empezó con un disparador muy poco claro: no se enfrentaron barras de Estudiantes y de Gimnasia.

Otra cosa que constató INFOBLANCOSOBRENEGRO y con la que todos coinciden es que la presencia policial:

-Sobre calle 7 era escasa o nula. En cualquier caso; no se la notó, y por ende, no sirvió como elemento disuasivo.

-Los pibes violentos caminaban sobre los capots de los autos, rompían vidrios y todo lo que se les cruzaba a su paso…

-Pero no se concentraron en saquear comercios (aunque los hubo) sino hasta que los desmanes se trasladaron hacia calle 7. O sea: cuando se desataron los incidentes, la consigna de los desaforados era romper, no robar. Cosa extraña, sobre todo si se tiene en cuenta que los locales comerciales de la zona venden elementos de valor.

- La policía tardó un tiempo récord en llegar al lugar y reprimir. ¿Por qué la demora? Ejemplo: festejos de Estudiantes campeón 2010: había un carro hidrante, un patrullero, una consigna policial, un grupo de caballería o lo que fuera en cada esquina. Sobre toda la calle 51 y sobre toda calle 7, y, repetimos: En cada esquina.

- Cuando llegó el momento de actuar, la bonaerense “tiró a diestra y siniestra”. Los locales de la zona abrían sus puertas para que ingresaran hombres, mujeres y niños para guarecerse del efecto de los gases lacrimógenos. ¿Es necesaria una bomba para matar una cucaracha? Parece que, operativamente, las fuerzas de seguridad están descalibradas (pensando en que hubo “errores”, claro, y no malas intenciones).

- ¿Se veía los violentos con más intenciones de “romper todo” que de robar?, consultamos ayer y hoy a mucha gente que vio de cerca los disturbios. “No, robar, robaron sólo al final, sobre calle 7. Casi todo el tiempo se dedicaron a romper vidrieras y autos. Incluso saltaban sobre ellos, caminaban sobre los capots de un lado a otro. Estaban atentos más al daño que al robo”, explicó Susana Andiarena, una vecina que presenció los hechos y vive en 9 entre 48 y 49.

A nuestra redacción todavía por estas horas llama y escribe gente que descarga su ira contra los "inadaptados, “violentos” y “que siempre arruinan todo”. Siempre los hay, es cierto. Pero lo dicho no exime a las fuerzas de seguridad por el *extraño operativo de (IN) seguridad.

No se persiguió a los individuos que destrozaron los bienes de los comerciantes y las ganas de festejar de los vecinos de la región. Al contrario, se dispararon gases lacrimógenos a mansalva, y “pagaron justos por pecadores”.

Si hubo alguien, o varios, que quisieron empañar la fiesta, lo lograron a un precio muy bajo.

Y la bronca de los adultos, y la tristeza de los chicos por no poder festejar, merecen una explicación detallada sobre por qué una fuerza de seguridad como la bonaerense no es capaz de cuidar a los vecinos como lo ha hecho tantas veces, en escenarios igualmente peligrosos, e incluso de mayor masividad.

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