jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº -1968

Información General | 25 jul 2014

OPINIÓN

La conmovedora municipalización de la Bonaerense

Nota de opinión sobre la recientemente creada Policía Municipal. Escrita por Esteban Rodríguez Alzueta, abogado e investigador de la UNQ y autor de "Temor y control. La gestión de la inseguridad como forma de gobierno” (2014)


A diez días de la creación por decreto de “necesidad y urgencia” de la Policía de Prevención Local, Daniel Scioli se mostró exultante por la repercusión que está teniendo la convocatoria para integrar sus filas.

“*Es conmovedor*”, dijo el gobernador mientras visitaba las largas colas compuestas por jóvenes bonaerenses. No es para menos, en los siete distritos que se adecuaron a la disposición ministerial (La Plata, Ezeiza, Lanús, Avellaneda, Lomas de Zamora, Berazategui y Dolores) ya se anotaron más de 5.000 jóvenes. Una cifra que se sumará a los 26.000 que se habían inscripto a comienzos de este año para ingresar a la Policía Bonaerense, y a los 10.000 del año pasado.

Cuando la seguridad se transforma en la vidriera de la política, y los intendentes quieren revalidar sus títulos, muy pocos están dispuestos a quedarse afuera de las repartijas. Y lo digo en plural, porque la municipalización de la bonaerense implica no sólo más dinero limpio, sino también dinero sucio, es decir, implica no sólo más policías patrullando las calles de su distrito previniendo el microdelito predatorio, sino más policías recaudando para contribuir a financiar las redes clientelares que apadrina. Todo esto en medio de una campaña que promete será muy larga y donde todavía no se sabe dónde estarán todos al final de la contienda.

Pero quiero insistir en el siguiente punto: ¿Qué ha pasado para que importantes contingentes juveniles hagan largas colas para anotarse en la policía? ¿Qué ha sucedido en estos años para que la misma policía que seguramente fue la que los detuvo sistemáticamente por averiguación de identidad, los discriminó, maltrató o destrató, se haya convertido en una referencia laboral?

La respuesta a semejantes preguntas hay que buscarla también, entre otras razones, en la pésima gestión de la gobernación de Scioli. Si la desocupación y la precarización laboral continúan impactando centralmente en los sectores juveniles, y las oposiciones pronostican, auspician y militan para que tengan lugar nuevas crisis económicas, en este contexto, es comprensible que muchos jóvenes de barrios pobres perciban a la policía como la oportunidad de tener un trabajo estable antes de que todo se vaya al diablo.

Un trabajo que les permita contar no sólo con un salario más o menos digno, sino con cobertura social, aportes familiares y jubilatorios, vacaciones pagas, aguinaldo, y acceso al crédito de consumo. En ese sentido, puede agregarse, que un cupo en una cuadrilla municipal no puede competir con un puesto en las filas de las policías de Buenos Aires.

Puede que la policía ya no goce de la confianza social, pero las cooperativas de trabajo que nuclean a jóvenes en torno a labores estigmatizadas socialmente (son el destino de los “vagos”), mal remuneradas, que no agregan mejores saberes que les permita el día de mañana estar en mejores condiciones para conseguir un trabajo digno, empuja a los jóvenes a buscar en otro lado.

Si no hay industrias, ni profesiones que puedan contener económicamente a los sectores más desaventajados, hay policías. El miedo nuestro de cada día crea condiciones para que las fuerzas policiales se sigan expandiendo. Y lo que es peor aún, expandiendo policías corporativizadas, que se dedican a regular el delito y los mercados ilegales, y a descargar la violencia institucional sobre los más pobres.

Por Esteban Rodríguez Alzueta

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