En primero lugar, todos lo describieron como un amante de las armas. Solía frecuentar “casi toda la mañana” el local de uno de los gremios que tienen afiliados en el ministerio donde estaba empleado, Asuntos Agrarios.

“Se reunía con otros hombres, y compartían largas charlas, las risas se escuchaban incluso cuando el local estaba cerrado”, cuenta un ex compañero de trabajo que prefirió no identificarse.

“¿Por qué?”, le preguntamos al empleado, que tiene más de 20 años de antigüedad . “Es que Huguito (así le decían) tenía muchos amigos acá, del gremio, y son medio pesados la mayoría. Cuando se encerraban hablaban de mujeres, fútbol y armas, sobre todas las cosas. Y cuando le hicieron una causa por tráfico de fauna el sindicato le defendió a capa y espada, e incluso logró que, aunque le redicieron las funciones, no lo echaran del ministerio”.

Según el relato de los empleados, Castillo habría tenido "una función jerárquica menor, en “Fauna”, hasta que lo encontraron involucrado en una maniobra gigante para vender flamencos al exterior".

Entonces, Castillo se recluyó en la tarea sindical, rodeado de gente que compartía sus gustos y sus costumbres. “Eran una barra de amigos más que una junta interna”, cuentan.

Según consta en la causa judicial, Castillo comentó en la oficina: “Si aparece un fotógrafo muerto, fui yo”.

De ese grupo que se reunía en el local que el gremio dispone dentro del ministerio surgieron los testimonios. Pero ninguno de los “amigotes” de “Huguito” quiso dialogar con INFOBLANCOSOBRENEGRO. Es lógico, la imagen del acusado ya no es buena entre sus compañeros, pero le temen igual.

“No era una mala persona, incluso resultaba agradable para el trato. Pero no se lo veía bien emocionalmente. Incluso parecía demasiado tenso, acelerado, y había versiones de que estaba muy condicionado por algo que estaba consumiendo, o tomando para medicarse”, agregó una compañera que lo conoce íntimamente.

Además, todos aseguran que Castillo, más allá de tener una vida sentimental tormentosa y un perfil psicológico ligado al uso de armas (le gustaba fanfarronear con sus “fierros”, y con el hábil manejo que tenía de ellos), era un profesional actualizado, que pese a haber sido contratado en el ministerio, seguía ligado a ámbitos académicos o de investigación.

En su currículum figura que fue investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) y asesor en la Legislatura. Este último cargo habría sido “la salida” que le había conseguido su organización sindical luego de la causa en la que se lo imputó como partícipe de una red de tráfico de fauna.

El caso que todos recuerdan, y el primero que mencionan, es el de los flamencos que tenían como destino de exportación un país de Europa.

“Eso lo degradó jerárquicamente en Agrarios, pero no parecía avergonzarlo”, explicó su compañera. “El gremio lo llevó como asesor de un legislador, y cuando la causa judicial se fue enfriando lo trajeron de nuevo acá”, agregó.

Esa es, resumidamente, el relato que hacen del criminal más buscado de los últimos dos meses en la ciudad de La Plata. Un killer que traficaba flamencos al exterior. Y que después por celos, se llevó una vida consigo, “Huguito”.