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Información General | 3 oct 2014

Hasta le quieren dar el premio de Obama, el p

Francisco profundiza el debate y la ortodoxia católica se atrinchera

Francisco agita a la Iglesia Católica, la pone en debate, sacude sus viejas telarañas, y acerca el mensaje pastoral hasta los más pobres y los marginados. Pero nada es gratis: el legado de décadas de ultraconservadurismo empuja en otras direcciones.


Jorge Bergoglio integra la lista de nominados para el Premio Nobel de la Paz, junto al ex agente de la NSA Edward Snowden y la activista paquistaní Malala Yusafzai.

Años atrás ese galardón lo ganó el presidente norteamericano Barak Obama, el mismo que mantiene la política belicista que hace de EE.UU. un país líder en muertes, destrucción y violaciones a los derechos humanos.

Así que el famoso premio, que otrora tuvo un prestigio difícil de igualar en la materia, según las fuentes que citan los medios europeos, es seguido con poco interés por el Sumo Pontífice.

Lo que Francisco despliega por estas horas es una fuerte retórica en favor del modelo de “estado social”, y cuestiona abierta y persistentemente el funcionamiento global del sistema económico, en particular del sector financiero.

Ello, sumado a la apertura que pretende lograr en la Iglesia Católica le han granjeado numerosos amigos y enemigos, dentro y fuera de la grey que representa.

Repasemos algunos conceptos que mencionó (y no por primera vez) durante los últimos días:

- “La globalización ha aumentado el abismo entre los grupos sociales, creando más desigualdades y nuevas pobrezas”.

- “El trabajo no puede ser considerado una variable dependiente de lo mercados financieros y monetarios”.

- “Es necesario tener viva la preocupación por los pobres y la justicia social, con la exigencia de profundas reformas que prevean la redistribución de la riqueza producida y la universalización de mercados libres al servicio de las familias”.

- "¡Cuántas veces se descarta a los ancianos con actitudes de abandono que son una verdadera eutanasia escondida! (…) La “cultura de descarte” es fruto de un sistema económico, en cuyo centro no está la persona humana, sino el dinero".

- No puede existir, dijo también, “un capricho sujeto al humor de las Bolsas lo que para un ser humano vale su misma dignidad, sobre todo cuando hay miles de millones de personas cuya dignidad es evaluada en menos de dos dólares por día”.

- “Es necesario tener viva la preocupación por los pobres y la justicia social, con la exigencia de profundas reformas que prevean la redistribución de la riqueza producida y la universalización de mercados libres al servicio de las familias”.

Estas declaraciones (sumadas al tono reformista que reina en el Vaticano) abiertamente críticas en torno del papel del sistema financiero y del capitalismo en esta fase histórica hacen que ex obispo de Buenos Aires encienda la ira de aquellos religiosos que piensan el mundo todavía en latín.

En La Plata, por ejemplo, donde se siente la larga mano del ultraconservador Arzobispo Héctor Aguer, desde hace rato los sectores más ortodoxos (y más alejados del pensamiento de Bergoglio), en los colegios dependientes de la Curia se practica una constante “bajada de línea” de parte los sacerdotes más duros y menos abiertos a los cambios que pregona y propone Francisco.

Aunque con sutilezas, por ejemplo, el polémico y cuestionado sacerdote (que tiene una acusación en trámite en el INADI), Raul Siders,le suele decir a sus alumnos del San Vicente de Paul, por ejemplo, que Francisco “se preocupa más por los fieles que por la Iglesia”, en tono crítico.

Hace rato no se notaban tan claro los contrastes, las diferencias y los matices en una institución que cultiva tanto el silencia extra muros.

Pero Siders y otros curas ultramontanos y medievalistas sienten que, más allá de la vida eterna, es en ésta , la terrenal, en la que un Papa así puede revertir los años de predominio medievalista que tanto añoran.

Esta no es una afirmación liviana de quien escribe estas líneas: todavía se enseña la “Teoría Creacionista” (léase la versión de Adán y Eva como origen de la especie humana), en perjuicio de los avances que en la materia aportó la ciencia desde los descubrimientos de Charles Darwin.

El colmo fue que en Europa el periodista Antonio Socci afirmara en un libro (“No es Francisco”) que el Papa fue electo en forma irregular, alegando extraños y ridículos aspectos formales que sólo con mala fe podrían considerarse.

Sobre todo tratándose de una institución que pide a gritos (en la voz de sus fieles) más apertura y modernización, y sobre todo, más trabajo pastoral codo a codo con los más pobres de este mundo, como predicó Jesús, aunque hayan pasado dos milenios.

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