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Información General | 29 sep 2013

En procura de revertir el declive

EDITORIAL: El bruerismo apuesta al corte y se colorea de naranja sciolista

El reloj ya empezó a medir el tiempo de descuento para las elecciones generales de medio término previstas para el 27 de octubre. Ahora ya no queda tiempo para preparativos, sondeos meticulosos, diseños de estrategias, ordenamiento de los recursos, coordinación territorial ni elucubraciones en torno de los últimos esfuerzos por pasar un domingo electoral con más gloria que penas.


Las novedades que vienen desde afuera del distrito llegan como balas de plomo para algunos y como una melodía dulce para otros, pero nadie deja de tener un ojo en La Plata y el otro en la Provincia. Los avances tecnológicos y las transformaciones culturales de las últimas décadas han trastocado a la propaganda política hasta hacerla tan efímera y veloz como las tormentas de verano.

En los últimos días, todos los referentes de nivel provincial o nacional, recorrieron alguna parte de la ciudad junto a sus candidatos. Vienen sin avisar y se van tras una maraña de declaraciones, rápido, con la cara tapada de encuestas. Lejos quedaron los grandes actos premenemistas, y también las caravanas postmenemistas. Hoy invade la comunicación electrónica, gobiernan los focus groups, y cualquier candidato puede recorrer tres o cuatro distritos el mismo día.

Pese al vértigo y al ritmo de videoclip, algunas cosas se van dejando observar con más nitidez, y una mirada que aleje al espectador de tanta parafernalia permitirá visibilizar algunos giros sutiles, pequeños pero importantes retoques que, a la larga, serán determinantes para cuando se cuenten los votos el próximo 27 del mes que viene.

En primer lugar, nadie duda que el massismo encontró con la victoria provincial de su líder, ocurrida en las últimas PASO, una plataforma para arrancar la recta final mirando a todos desde adelante. Lo dicen las encuestas, lo dicen los pronosticadores, lo dicen los candidatos rivales y lo dice el sentido común: no hay ninguna razón que haga creer que se revierta la tendencia en La Plata en favor de Sergio Massa. Todo lo contrario.

En ese escenario, el oficialismo comunal, que sufrió un cross a la mandíbula con el corte de boleta en su contra, comenzó con un poco sutil y persistente giro para municipalizar su campaña. A sabiendas de que los votos kirchneristas que se fueron por la colectora de Florencia Saintout no vuelven más al FPV “oficial”, los Bruera retocaron su estrategia sin grandes acciones, intentando matizar el giro de rumbo, hacerlo de forma pausada, sin mucho ruido, silbando bajito.

El lunes pasado, el PJ local relanzó la campaña con un acto en la vieja estación del Ferrocarril Provincial, hoy convertida en uno de los centros culturales más importantes de La Plata, en el corazón de Meridiano V. Nótese el tenor de la puesta en escena, como observábamos párrafos arriba: un pequeño acto, poca gente y poca prensa. Todo garpa si la cobertura de los medios elegidos es favorable. La política de difusión que emana desde el Palacio Municipal es difícil de comprender. Resulta más simple acceder a los cables de WikiLeaks que a una gacetilla informativa sobre la campaña.

Pero el tema es otro, más interesante que la intrigante política de prensa municipal. Esa tarde, otra vez, el bruerismo se vistió de naranja y verde, colores NO peronistas si los hay, y abandonó la estética kirchnerista celeste y blanca. Todo apalabrado con una retórica de corte localista, con abundante autobombo. Por supuesto, no faltó alguna mención a Martín Insaurralde, primer candidato a diputado y hoy apadrinado sobre todo y todos por el gobernador Daniel Scioli.

Es que es Scioli y no otro el vínculo más fuerte (y casi el único) que le queda al PJ local en las afueras de La Plata. El gobernador espera ser la cabeza de una gran liga nacional, que contenga a todos, incluso a Francisco De Narváez. ¿Por qué no habría el gobernador de bancar a Bruera, que, a la larga, va a ser su mejor y única espada incondicional en La Plata? ¿Por qué no habría Bruera de ordenarse detrás de la dupla Insaurralde – Scioli que, a la larga, van a ser sus únicos paraguas para los dos años que quedan hasta el 2015?

La imagen se repite a diario. Este domingo frío y lluvioso volvió a convocar a la nueva entente, todo con una estética uniforme, bien naranja, bien desideologizada, bien propagandística, bien sciolista en su forma no-política, deportiva y recreativa. Mucha gente en una correcaminata que parecía un evento de la selección de Holanda, en la cual se ponderó “la importancia del deporte”. Oh, sí, mens sana in corpore sano, ya sabemos. Pero hay elecciones.

Y para que el aparato pueda hacer caer toda su fuerza de gravedad en los resultados, nada mejor que el corte de boleta: salvarse, para el PJ local implica poner en las urnas algo para el voto massista. Pero no quedarán rencores, se presume. La capital del primer Estado argentino tiene peso cuantitativo pero también cualitativo. No es lo mismo para el gobernador sentarse en la mesa grande del peronismo y recomponer su capacidad de liderazgo en la provincia sin el PJ platense. Que, por otra parte, no tiene muchas gancheras de las que colgarse, salvo que regresara a la opción ultravecinalista que ya mostró sus límites en las PASO de 2011.

Nada indica que el cambio localista de la campaña bruerista sea una fábula. No sólo habrá que tomar nota del acto en Meridiano V. Desde hace muchos días los platenses asisten a una “campaña educativa” por decirlo de alguna manera, a cargo de una ONG desconocida, que ni siquiera tiene página web, y que a todas luces parece una farsa. Esa ONG “enseña” a cortar el voto, como lo hizo durante el 2009, año de definitiva ruptura entre la Rosada y el palacio de calle 12. No hace falta recordar lo que pasó aquella vez: punteros repartiendo sobres con “el voto armado” para que el vecino o la vecina no tuvieran que “romperse los sesos” eligiendo en el cuarto oscuro.

Esta ONG trucha, supuestamente llamada “Control Ciudadano”, entre voceros del bruerismo se la adjudican a Jorge Campanaro, el dirigente más ligado al diario de diagonal 80, y, por ende, el más ferviente vecinalista. Además, Campanaro tiene prosapia radical y está casado con Alejandra Sturzenegger, conocida liberal platense de familia aún más liberal y antiperonista. Todos los detalles cierran. Habría que agregar que las gigantografías van reemplazándose cada vez más por imágenes con la cara de Gabriel Bruera que de Martín Insaurralde.

La pregunta es: ¿qué encuesta llevaron a calle 12 en la que se pondere positivamente la gestión municipal (con el antecedente de las inundaciones del 2 de abril) que entusiasmen al bruerismo con una campaña localista? ¿Aquel aparato que le permitió al PJ local lograr cortes de boleta a su favor en la elección de 2009, hoy no es un aparatito? Los punteros que en 2009 estaban frescos y anclados a su territorio, ¿hoy tienen la capacidad de inducir el corte de boleta sobre su propia base social?

Difícil, pero bueno, los Bruera han elegido no quedarse quietos. Si te rompen la cara, lo peor es poner la otra mejilla, algo nuevo hay que hacer, ellos saben que de un laberinto se sale saltando hacia afuera, como dice el dicho. El problema es que, a veces, afuera no hay algo mucho mejor, porque uno mismo es parte del problema. Siempre se puede sacar un as de la manga, pero el tiempo pasa, y las encuestas (patrañas que hay que no hay que absolutizar aunque sí tomar como datos relativos), presagian una tormenta política tan grave como la del 2 de abril.

Para volver a enamorar hay que ofrecer algo nuevo, y es difícil imaginar qué podría ofrecer el colectivo militante que conforma el bruerismo. La opción por la apertura y la distención con el resto del peronismo no parecen plausibles a esta altura. Un anuncio efectista tampoco. Un cambio súbito de humor de la sociedad platense hacia la propuesta del PJ local, menos que menos. Pero es entendible el reflejo de volver al verde – naranja que en otros tiempos tantos frutos dio. Tiene mucho de pensamiento mágico (algo así como: “Si funcionó, probemos de nuevo”) y, sobre todo, de resignación.

Es que el amor, cuando pasa, nunca regresa. En la vida real es regla, aunque en política, tan sólo una norma. El kirchnerismo salió de su fenomenal crisis nacional de 2009 con un salto hacia adelante, empujando una agenda transformadora que desacomodó a la oposición y empatizó sensacionalmente con la sociedad. Acá, en esta pequeña gran ciudad, sólo se alcanza a ver la lucha del oficialismo municipal por no caer hacia más atrás, por no dejarse arrollar por la oposición, y por empatizar algo, algún día, nuevamente, como se pueda con quien se pueda.

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