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Información General | 2 oct 2013

Presenta su libro “En el cielo nos vemos”

Miguel Graziano y el legado de Jorge Julio López

¿Por qué López no era un testigo protegido? ¿Por qué el albañil que denunció al represor Etchecolatz desapareció sin dejar huellas? ¿Hay internas entre la familia y las organizaciones militantes? La creativa hipótesis de los servicios de inteligencia


Municipalidad de La Plata. Formulario amarillo, con sello de pago y un escrito: Talón del contribuyente. Sellar al dorso. En el reverso, una escritura en lapicera azul con letras grandes. Remarcadas algunas de ellas, algunos dibujos y trazos que separan ideas. Luego, aparecen algunas frases en letras más pequeñas, pero siempre se conserva la letra manuscrita.

Un dibujo de un hombre atado a un palo, colocado con la boca para abajo, es acompañado por la siguiente leyenda: “Así nos tuvieron 3 noches y días, con picana y casi sin comer ni tomar agua”. No es una carta de un prisionero de Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial. Tampoco es un escrito de un vietnamita que fuera torturado por los soldados norteamericanos en la Guerra de Vietnam. Es el recuerdo del cautiverio de Jorge Julio López durante la última dictadura militar, expresado por él mismo en papeles.

El albañil que desapareció dos veces y que declaró ser torturado por Miguel Etchecolatz, dejaba en viejos papeles un legado para la generación venidera, consciente de que su testimonio le costaría, tarde o temprana, la vida.

Paradójicamente, él que había estado tres años en la oscuridad del encierro dejó su luz en los relatos en los Juicios por la Verdad.

Miguel Graziano, periodista oriundo de Necochea radicado actualmente en La Plata, luego de investigar la desaparición de Jorge Julio López, ocurrida el 18 de septiembre de 2006, publicó hace poco el libro “En el cielo nos vemos”, que actualmente está presentando en General Villegas, Pergamino y Rojas.

El libro tiene un título muy impactante: ¿De dónde proviene el mismo?

Es un recuerdo que Jorge Julio López relata en unos de los juicios. Cuando están detenidos, en un momento lo van a trasladar a él y a otras personas, entre ellos a Julio Mayor, y cuando llega el momento, Mayor le dice: Cagamos viejo, en el cielo nos Vemos”.
Tanto él como Mayor y María Hebelia Sanz sobrevivieron a la dictadura y brindaron valiosos testimonios cuando se derogaron las leyes de la impunidad y se abrió la posibilidad de los juicios.

¿Gracias al testimonio de López se pudo descubrir que en Arana se quemaban los cuerpos?

El juicio contra Etchecolatz es el primero que se inicia luego de la derogación de las leyes de la impunidad y se diferencia de los que se hacen actualmente. Antes se juzgaba a un represor por 8 casos solamente y López era uno de esos casos. Ahora son por circuitos. Lopez, además, en el juicio es querellante y su testimonio permitió varias cosas. Se descubrió que en Arana habían funcionado varios centros clandestinos. Uno de ellos, era el destacamento de Arana y el otro la Estancia La Armonía, que es donde se encuentra el llamado “Pozo de Arana”.
Jorge Julio López es el primer sobreviviente que da cuenta de este lugar, que luego puede ser confirmado por otras personas que estuvieron ahí. Arana es el primer centro clandestino donde se descubren restos óseos humanos merced a sus declaraciones, dado que indica que hubo fusilamientos, quema de cuerpos y la existencia de una fosa común. Lamentablemente, los huesos encontrados eran pequeños y no sirven para ver las cadenas de ADN.

“Desde 1977, todos los que mataron fueron quemados en Arana, y algunos los quemaron estando nosotros presos”, refiere uno de los escritos dejados como legado por el albañil que nació en General Villegas, y que sufrió en carne propia la maldad del represor Miguel Etchecolatz.

¿Él escribía para recordar y dejar un legado?

El Juez Blanco en una causa residual de la Comisaría 5 dice que López debería haber hablado antes. Sin embargo, el magistrado se olvida de las leyes de la impunidad, del indulto, y de que los argentinos durante mucho tiempo no quisieron saber.
López respetó ese lapso e hizo un trabajo de ejercicio de la memoria, dejando testimonios a través de sus escritos, los cuales guardaba celosamente en su casa, en el fondo de una vieja valija que escondía muy alto, dado que su esposa Elena es bajita y no quería que los encontrara.

Vos declaraste en una oportunidad que López se sobrepone al silencio familiar y al social. ¿Será porque su relato de lo vivido era tan duro que la familia evitaba que siguiera trayéndolo a su memoria?

Sí, es una defensa contra el miedo que puede provocar nuevamente la ausencia. Es un reflejo psicológico. Es lo mismo que vuelve a suceder en la familia cuando sufrió la segunda desaparición forzada y ellos plantearon inicialmente el shock psicológico.

“En 1977, ante las protestas de las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo, y los Organismos de Derechos Humanos, los comandos del ejército, policiales y de la marina cambian la estrategia para hacer desaparecer los detenidos, que hasta ese momento eran enterrados en cementerios y otros lugares”, dice otro de los formularios municipales que López usaba para dejar registro de sus penurias durante el cautiverio.

¿Por ese motivo no fue un testigo protegido?

Él no pidió ser un testigo protegido, al igual que sus compañeros, pese a que había gran cantidad de amenazas. Lo que sucede es que alguien que estuvo detenido en una dependencia policial, como en el caso de López, que permaneció en el destacamento de Arana y en lugares donde la propia policía torturaba y fusilaba, era difícil que aceptara que un uniformado lo protegiera.

Una de las hipótesis, luego de la desaparición en septiembre de 2006, difundida por los servicios de inteligencia, decía que el Gobierno Nacional lo había secuestrado: ¿Qué opinás?

Si, esa hipótesis se encuentra en mi libro. Pero no vale la pena avanzar más, porque es de una creatividad absolutamente absurda.

Hoy estás en General Villegas, ciudad natal de Jorge Julio López, presentando el libro: ¿Viven familiares ahí?

Viven dos hermanas, que son muy ancianas, y hay otros parientes que fueron invitados por los familiares de López de La Plata para que presencien la conferencia.

¿Hay diferencias entre la familia y las organizaciones militantes en el modo de encarar la desaparición de Jorge Julio López?

Sí, hay diferencias. Hay una denuncia que ha radicado la familia para averiguar quién debía haberlo protegido a López, donde se pide que se investigue el rol de los organismos de derechos humanos, a compañeros y militantes que intervinieron en el Juicio contra Etchecolatz. Las diferencias pueden servir para dividir pero no sé la esencia de las mismas.

Sin ser historiador, y con apenas pocos años de instrucción educativa, Jorge Julio López de 77 años supo ser voz en medio del silencio y dejó un valioso registro a pesar que hayan intentado silenciarlo en dos oportunidades. Por ello, como alguna vez escribió y cantó el poeta venezolano Alí Primera: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos, y a partir de momento es prohibido llorarlos”

Por Juan Jose Pfeifauf

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