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Información General | 10 oct 2013

Día Mundial de la Salud Mental

Hacia el fin de los manicomios

El psicólogo y especialista en desmanicomialización Juan Domínguez Lostaló dio su parecer sobre el nuevo Plan Nacional de Salud Mental presentado hace pocos días


El Ministerio de Salud de la Nación presentó el lunes pasado el plan que define políticas públicas concretas de acuerdo a la Ley Nacional 26.657, votada en diciembre del 2010, que se opone a las prácticas de encierro y aislamiento vigentes. Con intención de comprender los fundamentos de esta corriente teórica que plantea la necesidad de acabar con los manicomios, Infoblancosobrenegro.com entrevistó al psicólogo forense, psicopatólogo y representante argentino del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (Ilanud), Juan Carlos Domínguez Lostaló.

La ley 26.657 fue el fruto de un largo trabajo de legisladores de distintos espacios políticos junto a organizaciones sociales, de Derechos Humanos, de usuarios y familiares y de profesionales de la salud. A través de sus 46 artículos se garantizan, entre otros, los siguientes derechos de las personas con padecimiento mental: Derecho a la intimidad; Derecho a vivir en comunidad; Derecho a la atención sanitaria adecuada; Derecho a mantener los vínculos familiares y afectivos; Derecho a la no-discriminación; Derecho a la información sobre su estado de salud; Derecho a la autonomía personal. Lostaló nos explica en que consiste la desmanicomialización.

¿Qué es la desmanicomialización?

Es el cierre de los manicomios. Se comenzó a plantear hace 50 años como una devolución de la palabra y de los Derechos Humanos de las personas que estaban privadas de la libertad por razones psiquiátricas. Básicamente, la condición de no sujetos de derechos dejaba afuera a las personas que habían tenido algún padecimiento mental. Hay una cantidad de recursos que se fueron adquiriendo progresivamente. Las comunidades terapéuticas fueron el primer dispositivo que se empleó y el primer sitio interdisciplinario y con abordaje grupal que existió. Ya había habido experiencias en los años ´40 en otros países, donde se buscaba demostrar la posibilidad de atender en circunstancias de no encierro, sin chalecos físicos, electroshock, ni chaleco químico. La exclusión total mediante técnicas de aislamiento no cura a nadie. A curar me refiero al término en su origen que significa cuidado. Está curado el que puede cuidarse asimismo.

¿Qué opina del nuevo Plan Nacional de Salud Mental aprobado hace pocos días?

No es más que un anhelo que figuraba en los planes prácticamente a partir de los años ‘60 y ‘70. Ese programa que nace con la desinstitucionalización en todos los lugares donde las personas conviven en una situación de encierro. Era tanto para psiquiátrico, como para cárceles, y también coincidió con el nacimiento de las comunidades terapéuticas. El plan es bueno en su formulación, pero quiero ver en su implementación. No sea cosa que tiremos la bañadera con el chico adentro.

¿Qué se hace con las personas que no tienen hogar o no pueden vivir con la familia?

La idea es buscar la asistencia técnica in situ. Hay casas de medio camino u hogares que pueden hacerse cargo trabajando en pequeños grupos y no en la masividad en que se los tenía. No masificación, no pérdida total de la individualidad, sino condiciones de atención que estén dentro de parámetros muchos más humanos.

¿La comunidad médica psiquiátrica argentina está preparada para un sistema abierto?

Yo creo que se fue preparando. Porque estás son las primeras reivindicaciones que tuvimos con todo el movimiento de la coordinadora de trabajadores de salud mental que iba planteando estas instancias como una cuestión progresiva y para cada situación particular. No podemos tener una persona con reiteradas escenas de violencia sobre otras personas sin un lugar de contención. Pero, ese lugar debe tener determinadas características que ya están previstas en el plano internacional.

¿Cómo es la experiencia de Río Negro?

En Río Negro funciona un sistema abierto que dirigió el doctor Hugo Cohen. El balance tiene cosas válidas. La gradualidad es una condición. Nosotros intentamos hacer algo en el Melchor Romero con los hospitales de día. El tema es que uno tiene que tener en cuenta que es distinto el caso del Romero, donde en los años ‘90 había alrededor de 2 mil pacientes, a lo que se hizo en la experiencia que dirigió Cohen, donde había 120 pacientes; el equivalente a una sala del Romero.

¿Qué se necesita para avanzar en la desinstitucionalización?

Se necesita una estructura adecuada, una cantidad de personal con características interdisciplinarias específicas y una metodología adecuada. Algunos piensan solamente en la psicofarmocología, otros solo en las formas de abordaje, pero en realidad es un pool de recursos que se debe aplicar a cada caso en particular. Hay personas que pueden estar con una asistencia ambulatoria, hay otras que necesitan un sostén sistemático de un equipo de abordaje en su hogar o en lugares preparados con tales efectos. Además, se generan condiciones mucho más económicas que los grandes hospitales que en verdad eran grandes centros de exclusión.

¿Qué pasó con la idea del sistema abierto que se quería desarrollar en Capital Federal?

Muchas veces los problemas son las posiciones dogmáticas con respecto a abordajes. Hubo muchos encuentros de concepciones. Personas que creen que el internismo es la única forma de tratamiento. Los casos son individuales y la metodología de trabajo tiene que estar de acuerdo a cada uno de los pacientes. Es muy frecuente que haya resistencia en los equipos de tratamiento, aun en aquellos que conviven con pacientes, como los enfermeros, aunque un nuevo sistema requeriría mucho más personal. Por otra parte, en Capital, el ahorro se hacía sobre la metodología y el personal. Se hacía una reforma de infraestructura, pero no una reforma que permitiera al paciente armar su propio proyecto de vida.

¿Esta corriente no podría ser aprovechada por los sectores políticos más privatistas?

No se puede empezar una desinstitucionalización total y directamente empezar rompiendo los lugares existentes. Porque, si quedasen disponibles solo clínicas privadas, se puede caer en la privatización del sistema de salud mental. Hay muchos intereses en juego. Hay muchas licitaciones con empresas privadas.

¿Cuáles son los efectos nocivos del encierro en un paciente psiquiátrico?

El lugar de encierro contribuye a la despersonalización. En general, hay un desprecio a la palabra, con lo cual, el sentimiento de inseguridad es total.

Martín Mazzoleni
@martinmazzoleni

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