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Información General | 4 jun 2015

Especial de INFOBLANCOSOBRENEGRO

La caída del imperio futbolero: claves del descenso definitivo de Joseph Blatter

Joseph Blatter se vio obligado a renunciar a su cargo como presidente de la FIFA a pesar de haber sido reelecto tres días antes y de tener cuatro años de mandato por cumplir. El motivo que el suizo esgrimió es que no tenía “el apoyo y el mandato integral” de todo el mundo futbolero. Quizás haya sido la frase más racional y ajustada a la verdad que haya dicho desde que se desató el escándalo por corrupción.


El “dueño de la pelota” no sólo era resistido por los jugadores (grandes figuras mundiales lo han enfrentado: Maradona, Valdano, Romario, Figo son algunos) y por los hinchas (fue silbado durante el discurso inaugural de los últimos dos mundiales) sino que en la última elección también había perdido el apoyo dirigencial de las principales asociaciones.

Es que la UEFA apoyó en forma masiva al candidato opositor, el príncipe jordano Ali Bin Al Hussein: solamente Rusia explicitó su voto por Blatter y quedó la duda respecto de la actuación de los españoles. Además, la Conmebol quedó dividida, aunque las potencias de Sudamérica tampoco apoyaron al suizo: Argentina, Uruguay, Chile y Colombia se opusieron a su reelección y la asociación brasileña nunca aclaró su postura. Y en la CONCACAF ocurrió lo mismo: México y Estados Unidos, las selecciones más poderosas, le retiraron el apoyo.

Entonces, Blatter fue reelecto con el voto casi unánime de las federaciones africanas, asiáticas y las del Caribe. Lo que demostró que, durante todo este tiempo, en la FIFA ha habido una fachada de democracia que perpetuaba en el poder a los mismos dirigentes: tuvo tan sólo dos presidentes en los últimos 40 años (el brasilero Joao Havelange desde 1974 hasta 1998 y Blatter desde esa fecha hasta la actualidad). Con esta matriz grondoniana de construcción de poder, Blatter se apoyó en las asociaciones sin representación futbolística alguna para obtener la reelección, de la misma manera que el otrora ferretero de Sarandí obtenía la totalidad de los vos votos de los clubes del ascenso.

Ahora bien, a pesar de ser una gran verdad, Blatter tardó dos días en darse cuenta que lo habían apoyado federaciones como las de Burkina Faso, Sierra Leona, Cabo Verde o Camboya, que nunca han jugado un mundial y no las de Francia, Italia, Alemania, Uruguay o Argentina, que fueron campeonas. Es más, en el discurso que brindó como presidente electo, dejó entrever que iba a continuar al frente del organismo que rige el fútbol mundial y que iba a “colaborar” con la justicia.

Por lo tanto, hay que preguntarse: ¿Qué fue lo que hizo que un Blatter eufórico y desafiante luego de la reelección anuncie el llamado a elecciones y su alejamiento del trono?

Las denuncias por corrupción y las detenciones a los principales dirigentes de la FIFA habían sido efectuadas dos días antes del inicio del Congreso de FIFA. Sin embargo, en los dos discursos de esa semana, Blatter se desligó de toda responsabilidad en el caso, aseguró que en la FIFA había transparencia y que los sobornos se trataban de casos aislados de delitos cometidos por individuos que debían hacerse cargo de sus actos en forma personal. A pesar del pedido de suspensión de la votación, Blatter siguió adelante, se consagró en los comicios y denunció una campaña de odio fomentada por los dirigentes de la UEFA.

Ahora bien, la investigación de la justicia estadounidense siguió adelante y puso la lupa sobre Jerome Valcke, el todopoderoso secretario general de la FIFA, por haber realizado una transferencia de 10 millones de dólares con el objetivo de desarrollar el fútbol en el Caribe. Esas cuentas, según la investigación estadounidense, eran administradas por uno de los dirigentes implicados en el escándalo: el ex presidente de la CONCACAF, Jack Warner, sobre quien pesa un pedido de captura internacional emitido por la Interpol. El dinero lo habría aportado Sudáfrica y se investiga si esa transacción formó parte de un entramado de sobornos para elegir al país africano como sede del Mundial 2010.

¿Por qué el avance sobre Jerome Valcke precipitó la salida de Blatter? ¿Quién es este francés que tenía una participación activa en los sorteos de la fase de grupo de los mundiales – sacaba los papeles de las bolillas y los anunciaba -?

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Tan sólo un año después, Valcke regresó a la FIFA porque Blatter lo designó como secretario general. Desde entonces, el francés se convirtió en el mayor hombre de confianza de Blatter y formó parte de la mesa chica del Comité Ejecutivo de la FIFA (que tiene 26 miembros), junto al fallecido Julio Grondona y a los implicados Nicolas Leoz, una especie de presidente vitalicio de la Cónmebol, y Jack Warner (mencionado anteriormente). De hecho, Valcke era el encargado de supervisar, como uno de los máximos directivos de FIFA, las obras en los países elegidos como sedes para los mundiales.

Y ni bien las investigaciones de la fiscalía general de Estados Unidos comenzaron a señalar al francés, Blatter anunció que ponía su renuncia a disposición. El suizo sintió el hecho como una advertencia de que los norteamericanos están dispuestos a llegar hasta los máximos responsables. Y está en lo cierto, dado que en caso de demostrar que Valcke estaba implicado en la fiesta, sólo habría un paso para probar que Blatter era consciente de lo que ocurría. Porque Valcke es el alter ego de Blatter. Dicho de un modo más crudo y directo, Valcke es Blatter.

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