Información General | 23 sep 2013
A 40 años del histórico triunfo en La Paz
El DT platense Ignomiriello cuenta la historia de la Selección Fantasma
Un combinado de jugadores de fútbol sin gloria se fue un mes y medio a entrenar a Tilcara y a Cuzco para acostumbrarse a la altura de la capital boliviana. La AFA los abandonó y terminaron jugando 15 partidos para poder comer
Por: Martín Mazzoleni
El fútbol ha generado historias muy peculiares, pero pocas como la de la apodada “Selección Fantasma”. A 40 años del histórico triunfo sobre Bolivia, el prestigioso formador y técnico platense Miguel Ubaldo Ignomiriello cuenta, en exclusivo para infoblancosobrenegro.com, la espectacular travesía del combinado argentino paralelo que él condujo por el altiplano argentino, peruano y boliviano. Voluntad, esfuerzo, ambición, olvido y desidia se mezclan para formar una leyenda que culminó un 23 de septiembre de 1973, en el estadio Hernando Siles de La Paz, cuando la albiceleste venció a Bolivia por 1 a 0 y aseguró la clasificación al Mundial Alemania ‘74.
Semejante proyecto no se puede entender si no se tiene en cuenta que la celeste y blanca había quedado eliminada del Mundial México 1970, tras perder ante Bolivia por 3 a 1 y frente a Perú por 1 a 0. Si se volvía a repetir el infortunio, el país perdería la oportunidad de ser sede en la Copa del Mundo de 1978, para el cual Argentina ya había sido designada, pero Brasil amenazaba con ser el reemplazante. Oscar Sívori y Miguel Ignomiriello sabían que no podían dejar nada librado al azar si querían clasificar al mundial del año siguiente y el partido en La Paz era decisivo.
En esta situación límite fue que el platense, que ya había tenido experiencia como técnico en la altura, se le ocurrió un plan: armar una selección “B” con jugadores como Mario Kempes, Ricardo Bochini, Marcelo Trobbiani y Ubaldo Fillol, cuando aún eran juveniles desconocidos, para que se aclimatasen a la altura. 45 días, 15 partidos, 14 triunfos, 1 empate, 4 mil metros de altura y unos pocos dólares son los números de una hazaña que no se puede contar sólo con datos duros.
Con una AFA intervenida, en el fútbol argentino reinaba el descontrol. Sin lugar para entrenar, la selección fantasma se juntaba en los Bosques de Palermo hasta que Ignomiriello consiguió que Gimnasia Esgrima de La Plata le prestase su predio conocido “Estancia Chica”.
EL SURGIMIENTO DE LA EPOPEYA
— ¿De quién fue la idea?
— Yo había estado en la altura con San Lorenzo y con Estudiantes. Tenía bastante claro que la altura influía. El tema de la altura viene del ´52, cuando un equipo rosarino fue a jugar a La Paz y un jugador falleció de un ataque cardíaco. Ahí empezó a haber un gran temor. Como consecuencia de eso incorporé un médico psiquiatra al plantel. Los dos puntos de ese partido eran cruciales. Argentina venía complicada y el encuentro en La Paz era decisivo. La decisión la tomamos los dos, pero la idea fue mía; le sugerí a Sívori la propuesta de armar una selección de altura. Empezamos a estudiar el tema y había diversas opiniones. Había un médico de Bolivia, que yo había conocido cuando dirigía al Bolívar, que aconsejaba estar ahí como mínimo 3 semanas. Otra teoría decía que lo mejor era ir aclimatándose por etapas. A Bolivia no podíamos ir porque no nos iban a dejar entrenar tranquilos, ellos no iban a colaborar. Entonces nos preguntamos en que otros lugar había una altura similar a la de La Paz y la respuesta fue en La Quiaca y en Cuzco. Teníamos que tener seguridad porque esto era muy importante.
— ¿Qué le dijeron los jugadores cuando les comentaba este proyecto?
—Los jugadores sabían que la selección era lo máximo, que después llegaba la gloria. Si estabas en un equipo chico pasabas a uno grande y si estabas en uno grande tenías posibilidades de irte al exterior. Además, los jugadores confiaban en mí porque yo tenía mucho prestigio. De todos modos, Reynaldo Merlo y Juan José López se volvieron porque no aceptaron ese tipo de trabajo. No se bancaron la vida de allá; tener que levantarse para ir a entrenar a La Quiaca, era duro. En su lugar me lleve solamente a Aldo Pedro Poy.
— ¿Qué pensaba la gente?
La mayor parte de la gente del fútbol no lo aceptaba. Además, la AFA no me aceptaba el psiquiatra. Tuve que ir a hablar con el interventor y explicarle que yo quería saber si lo de la altura también era un tema psicológico. La llamaron la selección fantasma, porque un periodista de “El Gráfico”, llamado José María Otero, iba a AFA a preguntar qué sabían de la selección de altura. Como nadie sabía nada él dijo “esta es una selección fantasma”, y le quedó. Nadie se comunicaba con nosotros, no había noticias.
— ¿Los jugadores no tenían que jugar en sus clubes?
—No, porque yo llevé jugadores que no eran reconocidos. Llevé un arquero de primera que era Fillol, jugaba en Quilmes pero todavía no tenía prestigio. Además estaban Tagliani de Banfield; Trobiani que era de la sexta de Boca Juniors y fue el jugador más joven en llegar a la selección ; Glaría, marcador lateral de San Lorenzo; Galván, volante central de Independiente; Cortes de Atlanta; el arquero suplente Tripicchio, de la quinta división de San Lorenzo; Fornari de Gimnasia Esgrima de La Plata, quien terminó marcando el único gol en la victoria sobre Bolivia; Bochini que recién estaba en tercera y Mario Kempes, que fue el primero en intervenir en una selección sin haber jugado nunca en Buenos Aires. El único conocido era Aldo Pedro Poy.
AIRE DE LAS ALTURAS
— ¿Dónde paraban?
—Nos hospedábamos en Tilcara, porque el hotel internacional de La Quiaca estaba en reconstrucción. Todas las mañanas pasábamos por la Quebrada de Humahuaca para entrenar en La Quiaca. Estábamos todo el día entrenando y a la tarde volvíamos a Tilcara. Después de la primera etapa de entrenamiento en el norte argentino, bajamos a Buenos Aires y luego nos fuimos al Cuzco, Perú. Del Cuzco fuimos a Arequipa y jugábamos por dinero porque no teníamos nada; vivíamos de los partidos que hacíamos. De Arequipa, nos fuimos a La Paz a establecernos. Ahí hacíamos partidos en el Estadio Siles Suazo. También fuimos a jugar a Oruro y a Potosí.
— ¿Cómo los trataba la gente en el norte?
—En Argentina muy bien. Hicimos un partido en La Quiaca. Nosotros cobrábamos 5 mil pesos, pero no pudieron juntar la plata y me trajeron 3.600 pesos. Fue la única selección nacional, hasta hoy en día, que jugó en La Quiaca. En el Cuzco habíamos arreglado un partido contra el Cienciano. Yo había aclarado que esta era una selección B, con jugadores menos conocidos. Jugamos el partido y en vez de los 5 mil pesos, nos pagaron 3.500, porque no era la selección nacional. Encima, en Perú se declaró la huelga nacional y todos los cocineros del hotel se fueron. Entonces, los jugadores fueron al mercado y cuando vieron cómo estaban los pollos tirados en el suelo, la carne con moscas, no querían comer; nadie quería comer. Así que nos fuimos para Arequipa a jugar con el campeón de la liga por 5 mil pesos. Arequipa era otro clima y con menos altura.
— ¿En Bolivia jugaron algún partido ante del oficial?
Cuando llegamos a Bolivia nos fueron a ver de Potosí para armar un partido. Entonces vino la agencia Fiat de La Paz para pedirnos que ayudemos a reflotar la marca, porque hacía poco había llegado Volkswagen. Nos pidieron que fuéramos en auto a Potosí para promocionarlos. Así que nos fuimos en 5 coches con los carburadores tocados para que no se ahoguen por la altura. Ahí hubo un problema con la pelota y a Fillol le hicieron un gol entre las piernas. En el vestuario les dije a los jugadores que no podíamos perder porque iba a salir en todos los diarios y que iban a quedar mal parados cuando Sívori armase el equipo para jugar el partido oficial ante Bolivia. Salieron bastantes nerviosos y ante una provocación del técnico de los otros, un argentino renegado, nos terminaron echando a dos jugadores nuestros. Ganamos 5 a 1, pero se armó un hervidero de la gente de Bolivia en contra nuestra. La gente empezó a tirar piedras contra los autos. Destrozaron los 5 Fiat que habíamos usado para llegar. Nos multaron y nos terminaron pagando menos. Los de Fiat nos querían matar.
EL ABANDONO DE AFA
— ¿Es verdad que la AFA los tenía olvidados?
Totalmente, no nos dieron nada. Estando en Arequipa, me llamó un dirigente con el que yo ya había tenido problemas. Él fue a la AFA y me llamó para decirme que no podía jugar más partidos por dinero. Yo le dije que si no hacíamos partidos no teníamos para comer. Después me dijo que nos iba a mandar un avión y ahí le conteste ‘si usted no me pudo mandar un jamón, ¿me va a mandar un avión?’. Yo había dejado una lista con todo lo que necesitábamos: ropa deportiva, jamón, aceite, quesos, carne. Ellos me habían dicho que me iban a mandar todo con los aviones de Aerolíneas. Nunca me mandaron siquiera una mortadela.
— ¿Por qué no renunciaron y volvieron?
Y bueno, era una obligación. Yo alentaba a los jugadores y les decía que el premio iba a ser bueno, lo que fue así. Teníamos que luchar. A pesar de la adversidad, se armó un grupo bárbaro.
— ¿Y cómo quedó la relación con los dirigentes?
Yo no cobré el premio. A Cancela que era el preparador físico se le ocurrió sacarnos una foto de recuerdo en vestuario del Siles Suazo. Entonces salió a buscar pasamontañas, pero como no encontró, compró cartulina e hicimos las capuchas como fantasmas. Pero, el fotógrafo boliviano que sacó la foto se la vendió al diario “Hoy” de La Paz, y este se la vendió a “El Gráfico”. Cuando apareció publicada, los dirigentes de AFA se enojaron porque pensaron que yo me estaba vengando de ellos y por eso no me pagaron el premio.
EL ARMADO DEL EQUIPO
— ¿Cómo era su relación con Sívori?
Yo con Enrique no me hablaba, él era una gran figura pero nada más. Como técnico nunca trabajó demasiado. Después de esa experiencia me dije que nunca más trabajaba bajos las órdenes de otro técnico. Yo dirigí todas las categorías del fútbol argentino menos las D. Selección mayor, juvenil sub 23 y sub 19, A, B Nacional (Douglas High), B (Talleres de Remedio de Escalada), C (Cambaceres) y hasta Argentino A con La Plata Fútbol Club.
— ¿Cómo se definieron los jugadores para enfrentar a Bolivia?
—El técnico era Sívori y el responsable era él. Él dialogaba poco y no los conocía porque no había visto las prácticas. De esta selección, ante Bolivia terminaron jugando Kempes, Trobbiani, Poy, Fornari, Glaría y Bochini. Yo quería que jugasen todos por el esfuerzo que habían hecho. Algunos corrían como si fuesen un boliviano más. Igual, afuera estábamos todos.
— ¿Y los jugadores recibieron premio después de la proeza?
—Como me enfrenté con AFA yo no me enteré más nada. Mucho tiempo después, cuando dirigía Douglas Haig de Pergamino tenía que viajar a San Juan para enfrentar a San Martín. Me fue a visitar Fornari, que es sanjuanino, y a agradecerme porque el departamento que tenía se lo había comprado con la plata del premio por haber clasificado a la selección. Cobraron todos menos yo, qué va a hacer. Después pensaba iniciarle juicio a la AFA, pero Fontanarrosa, un ex director de “El Gráfico”, me convenció para que no lo haga.
— ¿Nunca más se juntaron?
No, pero ahora pensaba hablar con Julio Grondona para reunir todo el equipo de la selección fantasma. Yo quede con buena relación con todos; con Mario Kempes todavía me hablo. Quiero reunir el grupo y de paso ver si me pagan.