

Es la sexualidad (sin abordarlo desde la teoría psicoanalítica profunda, sino, desde la obviedad cultural de esta contradicción) un elemento fundamental para pensarnos a nosotros mismos, como individuos y como criaturas biológicas con impulsos sociales, o como criaturas sociales con impulsos biológicos, como más les agrade.
Somos la única especie que desarrolló un comportamiento sexual que no tenía estrictamente un fin reproductivo, sino la búsqueda del placer y el placer como elemento condicionado por la cultura.
Es necesario hacer esta aclaración absolutamente personal e ideológica, sujeta seguramente a muchas críticas, pero enfatizada en una de las causas que más defendemos formando un diverso grupo multidisciplinario de trabajo e investigación.
La sexualidad es una cuestión política, esto es porque sus resultados influyen en los asuntos de la polis, lo que en la teoría clásica podría definirse como los asuntos del pueblo, de la comunidad, aquellos asuntos que por su dimensión nos impactan a todos.
Un buen ejemplo que relaciona la cuestión política de la sexualidad (en cuanto a sus derechos) y la cuestión conservadora sobre ella, es que históricamente, los sectores más conservadores de la sociedad y por ende, sus representantes en la clase política, atacaron la reivindicación de los derechos de las comunidades homosexuales, bajo un lema clásico y biologicista que consistía en:
“la homosexualidad no es correcta porque no es natural, no obedece a las reglas de la naturaleza que dos hombres o dos mujeres puedan procrear, por ende, lo que deriva de esa unión, no es correcto, está mal o es impuro”.
La sexualidad como ejercicio del ser y en relación a la cultura, tiene implicancias en todos los asuntos de la polis, como en el control de la natalidad social (que a simple vista, casi de modo trivial, parecería una cuestión secundaria de la política pública) y en el desarrollo de una sociedad desigual.
Infinidades de trastornos sociales y sanitarios, están estrechamente ligados a la posibilidad que tiene una sociedad de educarse sexualmente y de acceder de forma libre y gratuita a medios anticonceptivos y profilácticos.
Es tan evidente el impacto social del ejercicio de la sexualidad y es tan grande el tabú que existe sobre ella en la comunicación política, que nos hace pensar como organización (pero también como colectivo académico), que la clase política se está olvidando, o ninguneando, del valor que tiene el ejercicio de la sexualidad humana en relación a la política ciudadana.
Es una reivindicación que nosotros planteamos mucho más allá de las reivindicaciones sobre derechos civiles, como el matrimonio igualitario o la identidad de género; abordamos a la sexualidad como una condición humana con monumentales consecuencias sociales, más allá de los derechos de las minorías sexuales a expresarse o casarse, o si se debe o no hablar abiertamente de educación y de comunicación sexual.
Proponemos tomar esas banderas y estructurarlas mucho más allá de sus horizontes políticos estrictos, o sea, a la arena ideológica y política profunda.
No vamos a poder hablar de lo problemas reales (y terribles) que tenemos en nuestra sociedad, si abiertamente no proponemos la consideración de la sexualidad como un elemento político profundo y de reivindicación.
No vamos a sincerar un debate profundo sobre el aborto, el control de la natalidad, la educación sexual masiva, la fertilización asistida como Derecho Humano, entre otros, si no hablamos abiertamente y sin prejuicios de estos temas.
Esta es la visión que tenemos desde un grupo multidisciplinario de trabajo e investigación independiente, que estudia los problemas arraigados en la salud pública, como S.A.E.S (Salud Argentina de Estructura Social) cuya definición de salud es estructural y política.
Como bien lo expresan nuestras bases, y un trabajo de mi autoría presentado en la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, se desarrolla el concepto de salud estructural: la salud abordada como un elemento de lucha y de reivindicación política profunda, junto con muchos de los elementos que la componen (entre éstos, la sexualidad):
“Entendemos que la salud es una condición individual desarrollada por factores sociales y biológicos, que determina el estado físico y psíquico de la persona. La salud adquirida por estos factores, determinará muchos de los comportamientos sociales en la vida del ciudadano.
En otras palabras, ningún niño nace delincuente, ni condicionado por la biología, ni por una elección sexual o social; nace en un Estado de derecho, cuya obligación fundamental, es asegurar una estructura de cobertura y protección, que proteja el desarrollo de las personas desde su nacimiento, independientemente de su condición particular”.
Leonardo Güi
SOBRE EL GRUPO SAES (Salud Argentina de Estructura Social)
Somos un grupo de trabajo multidisciplinario y políticamente diverso, que tiene como objetivo común trabajar en el desarrollo de proyectos legislativos y teóricos, vinculados al acceso y mejora de la salud pública. Componemos una organización independiente, conformada por un diverso grupo de estudiantes universitarios y profesionales de distintas disciplinas, con el objetivo de trabajar promoviendo medidas necesarias para mejorar estructuralmente el sistema público de salud.
Como nuestro nombre nos identifica, trabajamos la salud como un concepto integral, de estructura social, la salud pública abordada desde la posibilidad de acceso masivo y de una estructura Estatal, pensada para brindarla a gran escala y a largo plazo. La Provincia de Buenos Aires es el distrito para el que trabajamos y planteamos nuestras propuestas, que también son plenamente aplicables a nivel nacional.
Creemos que la salud brindada por el Estado debe ser entendida como una estructura de contención social, no sólo de acceso a los medios sanitarios y preventivos, sino también, de acceso a otros derechos constitutivos del bienestar social, como el acceso a la vivienda, al empleo y a la educación. También es salud el derecho a la recreación, al ambiente limpio y a la igualdad de trato social, entre otros derechos que consideramos son constitutivos del Estado, a lo que llamamos: “salud estructural”. Entendemos que la salud es una condición individual desarrollada por factores sociales y biológicos, que determina el estado físico y psíquico de la persona. La salud adquirida por estos factores, determinará muchos de los comportamientos sociales en la vida del ciudadano. En otras palabras, ningún pibe nace chorro.