

El 11 de diciembre se celebra el Día Nacional del Tango en conmemoración de los nacimientos de Carlos Gardel y Julio de Caro. Fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009.
La historia señala que en cierta ocasión el papa pidió que se bailara frente a él un tango, para emitir su juicio, y que fue Casimiro Aín el encargado de hacer la demostración.
Sin embargo, las versiones se refieren a tres papas diferentes que pueden haber pedido eso: Pío X (1903-1913), Benedicto XV (1914-1922) y Pío XI (1922-1939).
Según Néstor Pinzón, el 1 de febrero de 1924 y por iniciativa del entonces embajador argentino ante el Vaticano, don García Mansilla –muy preocupado por disipar las nubes de inmoralidad que rodeaban al tango para la Iglesia– logró que Aín bailara frente a Pío XI (1922-1939) el tango “Ave María”, de Francisco y Juan Canaro. En esa oportunidad la compañera de “El Vasquito” fue la bibliotecaria de la embajada, una señorita de apellido Scotto; el tango elegido fue ejecutado en un armonio.
Horacio Salas en su libro "Tango. Una historia definitiva" sostuvo que la entrevista fue con Pío X y allí relató que muchos prelados –encabezados por el arzobispo de París– habían criticado abiertamente "las connotaciones sexuales" que contenía el baile.
Según este relato Pío X no encontró pecaminosa a la danza aunque recomendó reemplazarla por la furlana, danza de origen Véneto que había conocido en su juventud.
La última versión pertenece al libro de José Gobello "Brevísima historia crítica del tango". Gobello relató, al igual que Salas, que los obispos franceses fustigaron severamente al tango cuando este hizo irrupción en París. Y al igual que los escritores argentinos Larreta, Lugones e Ibarguren, los obispos consideraban al tango un baile lascivo y obsceno.
Coincidiendo con el relato de Salas, para 1914 algunos jóvenes romanos habían comentado con el cardenal Merry de Val que les habría gustado bailar el tango pero no lo hacían porque los obispos enseñaban que era pecado.
De Val se lo comentó al papa y este sintió deseos de ver bailar un tango para formarse una opinión. La presentación estuvo a cargo de dos jóvenes hermanos de la aristocracia romana que bailaron frente al Sumo Pontífice algo parecido al tango, una danza “purificada” por un famoso maestro de baile romano, el profesor Pichetti.
Al papa le pareció que el baile era aburrido y aconsejó a los jóvenes bailar la furlana. Pío X nunca se pronunció en contra del tango y, según Gobello, aquella letra que decía: “Dicen que el tango es una gran languidez / Y que por eso lo prohibió Pío Diez…” es falsa. Las tres historias fueron investigadas por Julián Barsky en su libro "El tango y las instituciones".
En diálogo con Info Blanco Sobre Negro, el aficionado y difusor del tango Antonio Fante señaló que “el tango es una conjunción de estilos que surgió en Buenos Aires a fines del siglo XIX, cuando era una aldea donde había inmigrantes que traían su música, como la habanera de Cuba y el candombe de los negros”.
Fante es de Pergamino y llegó a La Plata el 23 de enero de 1969. Se recibió de ingeniero electricista en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde también fue profesor. Además fue parte del informativo de Radio Provincia y tuvo programas en Radio Universidad de La Plata.
“Los que bailaban eran criollos que venían de otros lugares a asentarse en Buenos Aires y de a poco se fue armando una música bailable que se llamó tango, una palabra que se utilizaba en el idioma umbundu ya que los negros decían “tocá tangó”, uno de los posibles orígenes de la palabra”, describió vecino de La Plata.
Con el tiempo se fueron creando melodías o adaptando algunas que venían de Europa y se fue gestando una música bailable. En un principio la gran mayoría de los que lo compartían eran inmigrantes.
En sus inicios fue una música fundamentalmente bailable y después llegó el tango canción.
En los comienzos de esta danza se tocaba tanto en lugares a donde iba la “alta sociedad” como en “piringundines” donde iban mayormente los inmigrantes. Pero, según Fante, los músicos iban a los dos lados ya que de esa manera trabajaban de lunes a lunes.
“La música de los organitos de los que tocaban el tango en la calle entraba por la mirilla de las casas de las familias adineradas”, recordó el vecino platense, y agregó que, en la década del ´20, en el Jockey Club de La Plata tocaron orquestas de tango con smoking, por ejemplo la de Julio de Caro y “fue la primera vez que se tocó con ese traje”.
En La Plata duranta la década del 70 había diversos bares donde se tocaba tango. Algunos lugares improvisaban lo que después de llamó tanguerías, bares o confiterías que tenían a un costado un escenario donde se presentaban los artistas.
Con el tiempo surgieron las primeras tanguerías como “La casona”, de diagonal 77 entre 5 y 6; “Mi refugio”, de 43 y 8; y “Los Pinos” de 10 y 56, donde había números de folclore y tango, y fue el primer lugar que puso en práctica la cena show.
A La Plata venían muchos artistas de Buenos Aires, y algunos de ellos que solían aparecer en la televisión, como Alberto Marino, Alberto Castillo y Alberto Podestá.
“En esos lugares escuché por primera vez a Maria Garay, que vivió muchos años en La Plata. También venían Graciela Susana, Rosana Falasca y Enrique Dumas”, recordó Fante. Otro de los cantantes que estuvo en La Plata en esa época fue Hector Bar, que participó en la orquesta de Pedro Laurenz y Carlos Figari.
Por otro lado, también se destacó en la ciudad Luis Scalon, que cantó en la orquesta de Francisco Canaro en Buenos Aires, y alternó con Carlos Gardel en Europa.
Una de las artistas más destacadas en el mundo del tango fue Mercedes Simone, que nació en Villa Elisa y fue compañera del guitarrista y compositor Pablo Rodríguez, con quien realizó varias giras.
En una de ellas, en Bahía Blanca, uno de los cantantes se enfermó y ella debió reemplazarlo. Tuvo tan buena aceptación que empezó a cantar en Buenos Aires y llegó a realizar presentaciones en varios países de Latinoamérica y Europa, además de participar en varias películas.
En la actualidad, Fante señaló que a partir del año 2000 volvieron las milongas que se conocieron en los años ´20 y ´30, con estilos muy distintos pero con mucha afluencia de gente joven.
Una de las milongas más famosas de la ciudad es la que administra Raúl Gaggioti, ubicada en 23 entre 43 y 44, y cuyo nombre es “Lo de Raul”.
“También solía haber una milonga en diagonal 73 entre 3 y 4, y en la Torre 1 suele ir mucha gente los días domingos”, agregó Fante.
“Es un fenómeno muy lindo y novedoso porque se suma gente que a lo mejor no conoce la música pero disfrutan del tango”, manifestó el ingeniero y aficionado del tango.
“Nunca se bailó entre hombres. En sus inicios si una persona iba a bailar a la noche y bailaba bien tenía más posibilidades de encontrar una pareja, por eso a la tarde podía llegar a practicar con algún amigo pero jamás se bailó entre hombres”, aseguró Fante.